viernes, 27 de marzo de 2015

Un beso y un te quiero nunca sobran

"Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis
mañana estará muerta".
El Club de los Poetas Muertos
Hoy pienso que pocos días se levanta uno pensando en el día que viene, más bien nos dejamos llevar por la inercia, somos zombis de la rutina. Unos días el agua de la ducha sale fría, así, de pronto. Entonces soltamos un taco y ya no dejamos el cabreo hasta bien pasada la tarde. Otro día, en cambio, nos sorprendemos enjabonados cantando esa canción cansina que odiamos y que ya vamos tatareando toda la mañana. Hay días que pitamos con el coche al de delante porque tarda en reaccionar más de medio segundo con el semáforo en verde. También a veces ocurre que nos molesta la sobreactuada alegría de nuestro compañero de trabajo... o el perfume pantagruélico que casi puedes masticar de la jefa nueva... Y nos seguimos agobiando por los problemas cotidianos, la multa sorpresa en zona azul (¡si han sido sólo cinco minutos!), el penalty injusto que nos pitaron ayer o el suspenso que ha sacado mi hijo en Cono (aunque no sepamos bien qué narices es eso de "cono"). 

En mitad de estos problemas diarios, uno también hace planes, el viaje en Semana Santa, el apartamento para verano, la comida con los amigos del colegio, la prometida visita a tu primo, el que vive  en Canadá... Sin embargo, la mayoría de las veces, posponemos los planes hasta la siguiente, porque esta vez no me viene bien... qué más da, ya habrá mejores ocasiones. 

Te enfadas con tu novia y esa noche no la llamas, no hay un beso de despedida, ni tan siquiera un wassup, ¿qué más da? Ya dará su brazo a torcer y todo volverá a ser igual, ¡será por días!. 

Es entonces cuando ves las noticias y te enteras de que un avión se ha estrellado. Un trayecto corto, un avión en buen estado, un día soleado... algo falló y 150 personas ya no podrán sonreír más.

Empiezas a conocer sus vidas, a saber de aquellas 150 corazones, hasta entonces anónimos y te das cuenta de que la vida merece la pena vivirla, que no hay que perder minutos escupiendo insultos absurdos, que debemos atrapar las oportunidades y coger los trenes cuando paran en nuestro andén.. y a veces, incluso cogerlos en marcha, aunque no paren. 

Entonces el semáforo se pone en verde y ves que el coche de delante no se mueve, pero en lugar de tocar el claxon, prestas atención y ves que tras el cristal, una madre está acercándole la muñeca a su hija que está sentada detrás; sonríes, ella arranca y sólo han transcurrido tres segundos, tres segundos ganados al tiempo a cambio de una sonrisa.

Y en ese momento, coges el móvil y empiezas a ver qué comenta la gente, compungida como tú, solidaria y generosa, como los habitantes de Digne-Les-Bains, dolida, como los de Giola de Llinars del Vallés, hasta que te choca un comentario, alguien que comenta que "Rajoy debe dimitir por haber reaccionado tarde a la catásrofe". Y piensas, ¿y eso ahora a cuento de qué?. Sigues leyendo y ves que una panda de ninis sin nada mejor que hacer se dedican, nerviosos, a decir barbaridades y a despotricar porque Telecinco está cubriendo la noticia y los han dejado sin su programa preferido, uno del que no me atrevo a pronunciarme porque no lo he visto nunca.

Bueno, piensas, tarados hay en todos lados, desgraciadamente hay que contar con ellos. Entonces me llega el comentario de un joven, licenciado en económicas y también en empresariales, hermano del líder de IU, y en el que culpa a esta sociedad capitalista del accidente, haciéndolo la misma mañana del accidente, tan sólo dos horas después de haberse producido la tragedia. Sin entrar en el contenido de la denuncia por lo absurdo de su argumento, lo primero que pensé al leerlo es que el sólo hecho de entrar en semejante condena sin tan siquiera tener datos sobre la verdadera causa del desastre denota muy poco cerebro y muchos prejuicios asumidos, sólo así se explica un comentario tan arriesgado.


El tiempo ha demostrado que, desgraciadamente, la causa del accidente no ha sido un fallo del avión, sino que el factor humano ha sido determinante, concretamente, el copiloto y sus ganas de suicidarse haciendo ruido, con lo fácil que es tirarse por un barranco y no molestar a nadie. Pero y ahora, ¿señor Garzón? ¿Dirá Usted que este joven es sólo una vícitma de esta maldita sociedad materialista y consumista en la que vivimos?

Y ya, de noche, a punto de irme a la cama, vuelvo a sentir lástima por los chavales llenos de vida que no volverán a Alemania, y por el resto de pasajeros cuyos planes y esperanzas quedarán congeladas para siempre en los Alpes. Y vuelvo a pensar en las de miles de personas que han llorado su pérdida y que, por suerte, tan sólo hay unos cuantos tontos que nunca saben distinguir el ruido de la música o que sólo saben entonarla a su gusto. Y me esfuerzo en sonreír recordando al ya eterno Robin Williams, haciendo del profesor Keating y diciéndome eso de “El día de hoy no se volverá a repetir. Vive intensamente cada instante, lo que no significa alocadamente; sino mimando cada situación, escuchando a cada compañero, intentando realizar cada sueño positivo, buscando el éxito del otro; y examinándote de la asignatura fundamental: el amor. Para que un día no lamentes haber malgastado egoístamente tu capacidad de amar y dar vida.”. 

Y me duermo, me duermo pensando y soñando que un beso y un te quiero nunca deben quedarse en nuestros labios.


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