lunes, 8 de junio de 2015

El que esté libre de culpa que lance la botella

Hoy pienso que mi último post tocaba de refilón el fútbol, y hoy, me toca realizar otra reflexión que vuelve a rozar de soslayo el mundo del balompié.

Ayer dos equipos se jugaban el ascenso directo a primera división, el Sporting y el Girona. El primero necesitaba ganar y que el Girona no lo hiciese. Ambos jugaban con dos equipos que no se jugaban nada. 

El Sporting jugaba en casa del Betis, que seguía de celebración por el ascenso conseguido hace un par de semanas. El Girona lo tenía más fácil, jugaba en casa contra el Lugo, equipo que, en mitad de la tabla tampoco tenía mucho por lo que jugar y menos por lo que ganar, excepto su profesionalidad.

Empieza el partido, el Sporting gana sin problemas, en un campo en teoría difícil pero sin pasar aprietos... en la otra punta de España, mientras tanto, el Girona se adelanta en el marcador, el público lo festeja, hace la ola y todos se dedican a dejar pasar los minutos esperando que llegue el final. 

Quedan dos minutos, la grada es una fiesta... el Lugo sigue a lo suyo cercando la portería del Girona, un remate de cabeza se cuela entre los tres palos y deja a toda la grada helada. El silencio se hizo de pronto, nadie podía dar crédito. ¿Qué ha pasado? No puede ser. 

Durante dos minutos, son todo prisas, los jugadores balnquirrojos empiezan a ser conscientes de lo que se les viene encima, se aturullan y empiezan a regatear con el corazón. Un gol que les anulan en claro fuera de juego sirve para consumar la tragedia y terminar de calentar los ánimos.

Y ahora empieza el eterno debate. Por qué un equipo que no se juega nada, no se dedica a dejar ganar al contrario. "Claro, colega, vamos a terminar este trance y luego nos vamos de cañas, que pago yo". 

Ver las declaraciones de los jugadores del Girona era muy descriptivo. En primer lugar, en ningún momento se analizaba el hecho de que ellos habían perdido el partido, de que si ellos hubiesen cumplido con su cometido hubiesen ascendido sin problemas, y todo el esfuerzo del contrario hubiese sido inútil.

Por otro lado, se lamentan de que el Betis no rindiese más ante el Sporting, acusándole de bajar los brazos y dejar ganar al Sporting, sin embargo, y ahí está la gran contradicción, acusan al mismo tiempo al Lugo de jugar con demasiado celo, de luchar por la victoria como si... ¿fuesen verdaderos profesionales?

Muchos años van ya de debates sobre las primas a terceros. Independientemente de  mi opinión, lo cierto es que los futbolistas siempre se han mostrado partidarios de su legalización, ya que "que te incentiven por hacer tu trabajo, aunque sea un tercero, no es ilícitio ni inmoral, y por tanto tampoco debería ser ilegal". Sin embargo, ayer, un equipo, el damnificado por estas supuestas primas, acusaba a pecho descubierto a otro equipo de faltarle al respeto por... ¿no haberse dejado perder?

Lo más curioso de todo, como digo, es que en ningún momento ningún gerundense haya responsabilidazo a su equipo, porque no hubo ni mala actuación arbitral ni ningún otro hecho paranormal, tan sólo un equipo visitante que luchó por un partido y al final consiguió su objetivo, marcar un gol y no perder. Mientras tanto, el Girona estaba tan libre de culpa, que un aficionado, haciendo caso a Jesucristo, tiró la primera piedra, en forma de botella, al campo, alcanzando al juez de línea.

Es lo último que me faltaba por escuchar en esta nuestra querida España, "si no hemos ganado hoy, ha sido únicamente por la desvergüenza del equipo contrario de no dejarse ganar". ¡Con un par!

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