jueves, 7 de agosto de 2008

No pienses en un elefante



Fue mi cuñado quien, al comenzar mis vacaciones me prestó un libro, comentándome que para los apasionados a la política como yo, la lectura de este libro me iba a encantar.

Tengo que confesar que había oído hablar del libro y de su autor.

Su autor, George Lakoff, es un reputado gurú del mundo de la semántica y el lenguaje, sobre todo del mundo de la política.

El libro ya me sonaba, al menos el título, ya que salía en un anuncio de coches en el que se citaba la frase de "no pienses en un elefante", y lo llevaba a la idea de "no pensar en un Polo rojo".

En fin, que comencé su lectura ilusionado en aprender el uso del lenguaje en el mundo de la política así como analizar lo que los políticos intentan decir sin decirlo y lo que intentan no decir negando lo contrario.

Sin embargo mi decepción comenzó ya en las primeras páginas y se fue haciendo mayor y mayor hasta terminar el dichoso librito.

No es un libro didáctico y objetivo. Se trata de un panfleto dirigido a los seguidores del partido demócrata americano justo antes de las elecciones pasadas.

Bueno, esa fue mi primera decepción, no encontrame con un libro meramente descriptivo y analítico, crítico aunque objetivo. Sin embargo, una vez sabido esto y más en frío pensé que era legítimo por parte del autor escribir un libro a su antojo dirigido a un determinado tipo de lectores y que quizá la culpa era mía por haber juzgado o esperado de un libro una determinada cosa.

Así seguí la lectura del libro situándome en esa perspectiva.

No obstante, y dentro del marco que establece el propio autor, no pude evitar encontrarme con muchas contradicciones, aunque la verdad, me sonroja criticar a un experto en la materia, estudioso, poseedor de un curriculum envidiable y con una vasta y contrastada experiencia.

No obstante, desde mi ignorancia, he observado, página tras página, cómo para el autor los éxitos cosechados a lo largo de la historia por los Republicanos se debe única y exclusivamente a haber conseguido perfeccionarse en el arte de la demagogia y la manipulación. Su argumento, en líneas generales es que, si los Republicanos, -esa derecha mala e intransigente-, han conseguido a través del dominio del lenguaje y del uso del mismo, llegar a la Casablanca, cómo no lo van a hacer los que ideológicamente son los buenos de la película.

Aquí es donde observo la incongruencia, la reivindicación que Lakoff hace para los buenos con ideales correctos, los progresistas, quienes han de perfeccionarse en la mentira y en la demagogia para poder vencer a los malos, los conservadores.

Me hizo gracia cómo el propio Lakoff pone en práctica un ejemplo en el uso del lenguaje que según él hacen los Republicanos. Así, cita el caso de Richard Nixon, quien en su discurso de defensa ante las cámaras de TV, tras las duras acusaciones que por el caso Watergate se le hicieron, citó textualmente "no soy un chorizo". Según el autor, eso lo condenó ya, de forma prematura, de cara al público, ya que la gente pensó automáticamente en que sí que era un chorizo.

Así, aplicando su propia teoría, en un párrafo del libro, Lakoff señala que "Ciertamente hay casos en los que los conservadores han mentido. Sin duda. Desde luego, no es verdad que mientan sólo los conservadores".

Está claro, ¿no? Acusar a los conservadores primero, y de forma directa de haber mentido y seguidamente negar que sean los únicos que mientan, deja una única idea, "los conservadores son unos mentirosos", y el hecho de afirmar que no son los únicos ayuda a dar veracidad a dicha afirmación. Chapeau para Lakoff.

Así mismo, a lo largo del libro, se empeña en relacionar los pensamientos ideológicos de los conservadores y de los progresistas con su concepto de la familia, entendiendo que los primeros se basan en la idea del padre estricto y los segundos en la familia protectora.

Para él no hay medias tintas. Si tienes ideas conservadoras desde el punto de vista económico o político, significa que crees en un modelo familiar machista, donde el padre debe educar y "asume que el único modo de enseñar a los niños a obedecer (...) es el castigo, un castigo doloroso, cuando se comportan mal. Esto incluye pegarles, y algunos autores de orientación educativa conservadora recomiendan que se les golpee con palos, cinturones y zapatillas de felpa en el trasero desnudo".

Sin embargo, para él, el progresista cree en una familia protectora, donde "el padre y la madre son igualmente responsables de la educación de sus hijos (...). El mundo puede llegar a ser un lugar mejor y nuestra tarea es trabajar para conseguirlo. La tarea de los padres consiste en criar a sus hijos y en educarlos para que ellos, a su vez, puedan criar y educar a otros".

Esto, trasladándolo a nuestro país tiene una clara conclusión: Macho, si has votado a Rajoy en las pasadas elecciones, ve sacando el cinturón y que tu hijo empiece a temblar. En cambio, si optaste por Zapatero, tu mujer y tus hijos tienen la fortuna de gozar de una vida familiar perfecta, donde la igualdad y la felicidad son los pilares de tu hogar. Eso es lo que hay, Lakoff dixit.

Así, cita él el caso del Gobernador de California, el musculoso Schwarzenegger, quien según el profesor ganó las elecciones, no por su programa ni por sus ideas, sino que fue tan sólo por ser el mejor estereotipo para la moral del padre estricto.

Una curiosidad, respecto a la política exterior, Lakoff defiende que el Estado deber "reconocer la interdependencia global y en enfocar la política exterior contando con la diplomacia, las alianzas, las instituciones internacionales y unas potentes fuerzas defensivas y pacificadoras, y acudiendo a la guerra solamente como último recurso".

Vaya vaya...parece que alguien más se ha leído el libro...¿os suena eso? Quizá si lo resumiésemos en tres palabras entenderéis a qué me refiero: "Alianza de civilizaciones"...¿os suena más ahora? !Si Churchill levantase la cabeza!

No quiro profundizar más sobre el libro, porque no os quiero aburrir y además porque me da miedo que la SGAE me demande por pirateo y me haga pagar un canon. Péro sí que me gustaría dejar claro que a pesar de todo el libro también enseña y no cabe duda de que su autor sabe de lo que escribe, es un libro interesante y enseña la aplicación de la semántica al mundo de la sociología y la política, sin embargo, lo único que reprocho es que toda esa sabiduría que el autor posee la emplee de forma tan partidista. No obstante, como dije al principio, por supuesto que es legítimo y Lakoff está en su derecho de hacerlo.

2 comentarios:

BENNY dijo...

Pino, he pegado dos cabezadas frente al pc que casi me rompo el cuello y el monitor de un cabezazo...creo que hoy estoy demasiado 'espeso' para estas lecturas...

Por lo que cuentas debe ser de lo más interesante, vaya que si, ya lo creo. ;o)

kxv dijo...

Agudo análisis de un libro del que, en efecto, yo también esperaba mucho más y luego resultó ser una pataleta de cientoypico páginas sobre por qué los malditos republicanos (pistoleros, ultrarreligiosos, militaristas, intransigentes, inmovilistas, ya se sabe...) ganan las elecciones y los demócratas (progres, modernos, limpios, ecologistas, sin tabúes, perfectos...) llevan unos años comiéndose los mocos.

Lakoff (flamante fichaje, por cierto, de ZP para su think-tank de ¿sabios?) cree que sus pobres compatriotas son una especie de robots en los que los pérfidos republicanos han introducido chips que les hacen ver el mundo a su manera. Un auténtico golpe de estado, vaya.

En fin, nada nuevo bajo el sol. Ya se sabe que los yanquis son los más estúpidos del planeta cuando votan a tipejos como Reagan o Bush, pero se vuelven súbitamente cuerdos cuando eligen a "pichaloca" Clinton o a ese triste paréntesis llamado Carter. En fin, si eligen a Obama ya sabemos que los estadounidenses volverán a ser gente de fiar.

Por último, simplemente reseñar que la queja de Lakoff sobre el mundo "color republicano" de EEUU se vuelve a la inversa en Europa, donde siempre prima la corrección política y las palabrejas de la izquierda, que nos obligan a ver siempre la vida desde su punto de vista. Y si tienes narices de salirte del discurso oficial, te masacran desde sus muchas tribunas (Prisa, Mediapro, ONGs, asociaciones de tal o cual pelo...). Una delicia de vida, vaya.