lunes, 23 de abril de 2012

Cuando el dinero público no era de nadie (2)

Hoy pienso que mi anterior post estaba inacabado, ya que la historia no terminaba ahí, para mi sorpresa.

Tras aquel día, y recibir ese chute antitetánico, mi vida continuó... afortunadamente. Tras el verano volví a mi trabajo, a Madrid y a la querida rutina. Pasaron los meses, e incluso un año, hasta que, me llegó la hora de volver a residir en esta mi querida Andalucía.

Preparando los trámites burocráticos necesarios, para no dejarme ningún cabo suelto, llamé al Servicio de Salud Madrileño para preguntar si tenía que hacer algún tipo de gestión para darme de baja en el mismo. Imaginaba que sería automático al darte de alta en el Servicio de otra Comunidad Autónoma, pero como uno ha visto ya tantas cosas, preferí llamar y preguntar…

El caso es que una chica muy amable me pide los datos, pasan unos minutos y al no encontrarme, me ruega que se los repita.. tic tac tic tac… de nuevo una espera prudencial hasta que me contesta que no estoy dado de alta en el Servicio Madrleño. Según parece, me dice, me di de baja hacía más de un año.

Pero eso no puede ser”, le explico. “Tengo delante mía mi tarjeta sanitaria, con el nombre de mi médico de cabecera, estoy dado de alta en la Seguridad Social y hasta estoy empadronado aquí!”.

La chica, con mucha paciencia y buen hacer, me solicita más datos y comienza a urgar por sus bases de datos hasta que descubre que estoy dado de alta en el Servicio Andaluz de Salud, “concretamente desde agosto del año pasado”.

En ese momento, se me encendió la lucecita y lo comprendí todo. Al día siguiente llamé a un amigo que trabaja para un Servicio Sanitario y me lo confirmó. Según me comentó, es práctica habitual que cuando atienden a alguien en un Centro de Salud y no está inscrito en ese Servicio de la CCAA, lo dan de alta automáticamente para tener más asegurados y así percibir una mayor cuantía por parte del Estado, ya que, como muchos sabrán, el Estado paga a las CCAA una cuantía económica para sufragar el sistema sanitario respectivo, que depende del número de personas inscritas en el mismo, por lo que cuanto mayor sea el número de personas, mayor dinero percibirán.

Por suerte, en mi caso, no me supuso ningún perjuicio. Pero imaginemos que, por ejemplo, me rompo una pierna. En ese supuesto, me habrían atendido en Madrid, sí, pero de nuevo como desplazado, esta vez sin serlo, y lo que es peor, ¿quién me daría la baja laboral, si yo estoy inscrito en otra CCAA?

Desde un punto de vista personal, el perjuicio es enorme, pero ¿y desde el punto de vista institucional? Esto significa que una Administración Pública está defraudando deliberadamente a otra Administración Pública, ¡y a costa de causar un perjuicio a un beneficiario!

Quizás, esto ya no espante a nadie. Cuando tenemos EREs fraudulentos, trajes grauitos, príncipes que no son tan azules, diputados que se enorgullecen de no acatar ni respetar la justicia o parlamentarios autonómicos que toman posesión haciendo arengas absurdas, la verdad es que es lógico que esta historia sea una mera anécdota que consiga tan sólo una pequeña mueca en la cara del lector. Aún así, hoy la historia duele más que cuando el dinero público no era de nadie…

viernes, 20 de abril de 2012

Es lo que tiene ser un desplazado (1)

Hoy he leído un comentario de una chica que decía que ella no podía ver las cosas desde la distancia sino sólo desde su propia realidad.

Bueno, yo procuro siempre hablar desde la objetividad, y para ello trato de generalizar, pero sobre todo, no pensar en mis propios intereses, ya que si pensase desde mi posición, os puedo asegurar que sería más comunista que Lenin, puesto que ni poseo tierras ni mi familia me dejará herencia, y desgraciadamente no gano millones, sino que vivo al día con mi sueldo y el de mi querida mujercita.

Dicho esto, y en honor a esta chica, voy a contar una experiencia personal que quizás sirva para ilustrar uno de los muchos males de estos 17 reinos de Taifas que hemos logrado construir en esta nuestra España.

Hace 3 años, cuando yo aún vivía en Madrid, andaba yo veraneando por tierras de los aceituneros altivos, esa llena de olivos, cuando en un pequeño descuido me clavé en la punta del pie una punta oxidada (es lo que tiene la mala costumbre de andar en verano con chanclas).

Me dirigí a un centro de salud para que me pusieran la vacuna antitetánica, ya que ni recordaba la última vez que alguien me pinchó con una aguja. Miércoles, mediados de agosto, a las 16:00 y con 40º a la sombra… podéis imaginaros el escenario.

Al entrar al ambulatorio, un administrativo, muy amable, aunque con la pausa lógica de quien se halla trabajando en esas condiciones, me pide la tarjeta sanitaria. Yo le entrego mi tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid con su bandera roja con estrellas blancas y el hombre al verla, exclama: “Vaya, un desplazado! Espere ahí sentado

Me dispuse a esperar, y comenzaron a pasar los minutos, entretanto, una pareja joven entra y mi amigo repite el ritual, pero esta vez, el chico le dice que ha olvidado la tarjeta. “Bueno, no pasa nada, adelante”, le dice el funcionario, sin pedirle siquiera su nombre de pila.

Al rato, aparece una familia de gitanos (perdonad mi ignorancia, pero es que no sé si es políticamente correcta la denominación o tengo que decir familia de etnia gitana, de cultura romaní u otro eufemismo, así que mientras alguien me lo aclara prefiero seguir llamándolos gitanos a secas, espero que a nadie le ofenda), y ante reiterada pregunta del funcionario por la tarjeta, el padre de familia espeta un “De eso nosotros no tenemos!”. Ni que decir tiene que acto seguido pasaron para adentro mientras yo seguía esperando.

Fue entonces cuando me levanté y le pregunté al señor, de forma muy respetuosa que a qué se debía la tardanza, y señalándome un libro de contabilidad azul, esos donde figura un debe y un haber, me dice que tiene que rellenar allí todos mis datos y que eso lleva un tiempo… es lo que tiene ser un desplazado.

Finalmente me atendieron, y muy bien, por cierto. Pero al salir me pregunté que si eso ocurría en Andalucía, qué no ocurriría en otras CCAA más “arraigadas” con su nacionalidad, como el País Vasco y Cataluña… Aún así, la experiencia me enseñó algo, que si volvía a un centro de salud, mientras fuese un desplazado, nunca enseñaría la tarjeta…

miércoles, 18 de abril de 2012

Cuando el dinero público no era de nadie

Hoy pienso que creo que en este país hemos interiorizado tantas ideas y tantos derechos que pensamos que las cosas son como son y nada es invariable…salvo que sea en nuestro propio beneficio, claro.

Lo digo porque hoy todo el mundo habla del anunciado copago de los medicamentos y la gente se pone las manos en la cabeza, ¿cómo van a pagar los pensionistas por los medicamentos? Quizás alguien debería decirles que somos el único país europeo (y no sé si del mundo) donde hay un nutrido grupo de personas que no pagan nada por ningún medicamento.

Ya sé que al hablar de pensionista todos pensamos en la pobre abuelita que casi no tiene para comer, pero hablando en cifras, en España hay casi 9 millones de pensionistas (jubilados e incapacitados), lo que sumado a las personas que dependen de ellos (cónyuge, hijos, etc) significa que cerca del 25% de la población española  (uno de cada cuatro!) no paga un duro por los medicamentos.

A modo de ejemplo, os contaré que en Francia y Andorra las agencias de viajes fletan autobuses para pensionistas con destino a España para adquirir medicamentos gratuitos, vienen, asaltan la farmacia y se van. Y todo legal, oiga.

Por otro lado, también ayer un periódico hablaba, totalmente sorprendido e indignado, del comportamiento del Gobierno británico informando a sus ciudadanos sobre los trámites que tenían que cumplimentar para acudir a España y poder ser operados de forma gratuita, el llamado el turismo sanitario.

Por suerte o por desgracia, a mi nada de esto me sorprende, entre otras cosas, porque es a lo que me dedico y por tanto, sé de lo que hablo. Ojo, eso no significa que mi opinión sea correcta (sólo faltaba!) pero sí, al menos, que está fundamentada por conocimiento y experiencia. En cualquier caso, no os aburriré con mis ideas al respecto, entre otras cosas, porque además de ser tediosas, nunca sabremos si serían acertadas o no.

Lo que sí digo es que esto no me pilla de nuevas por dos razones:

1- Porque es algo que se viene haciendo desde hace mucho tiempo, y nadie había escrito nada ni había levantado un poquito la voz para denunciarlo.

2- Porque el Gobierno británico no está haciendo nada ilegal, ni tan siquiera inmoral. Tan sólo informa de los pasos que tienen que seguir los británicos que vienen a España de vacaciones o para residir cuando se jubilan, de acuerdo con los requisitos españoles.

Respecto al primer punto. Recuerdo una reunión con los Países Bajos en la que les decíamos que, por favor, tratasen de regular y limitar este tipo de prácticas, ya que a nosotros, con 17 Sistemas de Salud distintos, nos era muy difícil contabilizar las personas atendidas y controlar los gastos para luego poder pasarles las facturas a ellos. Aún recuerdo cómo con cierta sorna, ellos nos decían que éramos nosotros los que teníamos un sistema sanitario gratuito, y que un ciudadano holandés tenía derecho a ser asistido en un hospital igual que un ciudadano español, por tanto, el problema con las facturas y con nuestras 17 taifas era nuestro.

Por lo que se refiere al tema británico, también recuerdo una reunión en Bruselas en la que, en un descanso, me asaltó un suizo (el cual, por cierto, con 30 añitos hablaba 7 idiomas) que preocupado y hasta agobiado me decía que por qué no le pasábamos las facturas correspondientes de los gastos sanitarios de sus conciudadanos en nuestro país… cuando traté de explicarle que el Estado se las tenía que pedir a las CCAA y que éstas no nos las daban, me preguntó por el tipo de control que el Estado ejercía sobre las CCAA y yo empecé a tartamudear, mirar al techo, abajo, a los lados… el hombre me vio tan apurado que sólo se atrevió a decir: “Es una pena, estáis perdiendo millones de Euros que nosotros os pagaríamos sin problemas”.
Eran otros tiempos. Uno sacaba pecho y gritaba al mundo lo buenos y solidarios qué éramos, “tenemos sanidad GRATUITA para todos!”. Y sobre todo, eran tiempos en los que el dinero público no era de nadie.

Hoy la cosa ha cambiado, la crisis nos va comiendo a todos, de una u otra forma, y claro, empezamos a mirar más la peseta, que diría mi abuela. Comenzamos a fijarnos en cada céntimo gastado y acertamos a ver esas pequeñas tonterías, que ahora, cogiendo la calculadora vemos que supone muchos billetes de esos de 500€.

Lo único positivo de todo esto es que, al menos, estamos tomando conciencia de que la Sanidad no es gratuita y que el dinero público sí es de alguien…

jueves, 12 de abril de 2012

Hechos el uno para el otro

Hoy pienso que un amigo me hacía un comentario ayer sobre mi pública declaración de amor a mi Julieta en la que me aconsejaba que no me subiera con ella a un avión… por lo que pudiera pasar.

En ese momento me acordé de mis múltiples accidentes a los cuales he sobrevivido…imagino que haciendo cierto el dicho de que bicho malo nunca muere.

Y es cierto que a lo largo de mi vida nunca he tenido un solo percance con el coche… como conductor, claro, porque como copiloto... he sufrido 4 accidentes de coche, de los cuales, sin embargo y afortunadamente, siempre he salido caminando.

No penséis que fueron accidentes menores. El primero, con el que me desvirgué en esto de los infortunios con motor, tenía tan sólo 15 años y viajábamos en un seiscientos. Nos salimos de la carretera y dimos dos vueltas de campana. Mi puerta se abrió y yo no llevaba puesto ni el cinturón de seguridad (entonces esas cosas eran casi de adorno). A pesar de todo, y que el coche quedó siniestro total, salimos ambos del coche algo aturdidos, pero más preocupados por la regañina de papá que por el accidente en sí.

Más tarde, con 18 años, sufrí un choque frontal. Conducía una chica de 16 años (tranquilos, era en EEUU y tenía carnet), y por suerte no íbamos muy rápido, así que yo me llevé un dolor de cervicales a casa y mi chica una brecha en la frente y un ojo morado. Imagino que si me llega a pasar en España al llegar al hospital, sin preguntar, me habrían detenido como autor de malos tratos.

A los pocos días de aquello, acompañando a un amigo en una furgoneta, fuimos envestidos literalmente por un camión en un cruce en el que teníamos paso preferente. Tras ser arrastrados varios metros el camión paró y afortunadamente todo quedó en un buen susto… un susto y una furgoneta para el desguace.

Mi cuarto y último accidente (vuelvo a tocar madera) fue en Despeñaperros, donde una curva llena de aceite en la carretera nos hizo derrapar y acabamos estampados contra un muro de hormigón. Este coche al menos llevaba airbag para el conductor, y por suerte también salimos bien parados.

A primera vista, cualquiera podría pensar que soy gafe, sin embargo, yo diría que es justo lo contrario, porque ninguno de los conductores a los que acompañaba sufrió percance alguno, así que quizás yo fui su ángel de la guarda…

Aún así también he tenido otra serie de experiencias más tristes y desagradables, concretamente relativas a varios atentados… Recuerdo que estuve en Santa Pola sacando dinero de un cajero de la Caixa enfrente de la Casa Cuartel de la Guarda Civil un par de horas antes del terrible y canalla atentado de ETA, aquel verano de 2002. Sentí de lejos aquel bombazo, pero nunca pensé que fuese un atentado, la verdad.

Otra anécdota fue cuando la Guardia Civil llamó a casa de mis padres para preguntar si yo había estado hospedado en un hotel en Santander unos días antes de un atentado que ETA cometió en el verano de 2004… Lo curioso es que era cierto que había estado allí, ya que había asistido a un curso en la Universidad Menéndez Pelayo... Afortunadamente la Guardia Civil no sabía que el 11 de marzo anterior yo pasaba por Atocha en el cercanías que me llevaba a Méndez Álvaro a diario, a eso de las 7:15, escasamente media hora del terrible atentado del 11-M, si no, seguramente ahora estaría enchironado junto a Zougam en Alcalá Meco…

En fin, que visto lo visto y en contra de lo que opina mi amigo Manolo, no solamente creo que podría ir en un avión con Esperancita, sino que ahora estoy seguro de que nuestro amor es posible, porque a pesar de todo...estamos hechos el uno para el otro!.

Aunque eso sí, no creo que nos inviten a ninguno de los dos a ese famoso crucero con el nuevo Titanic...

miércoles, 11 de abril de 2012

La triste historia de Julieta y su Romeo

"El amor es humo, soplo de suspiros: se esfuma, y es fuego en ojos que aman; refrénalo, y crece como un mar de lágrimas. ¿Qué cosa es, si no? Locura juiciosa, amargos que asfixia, dulzor que conforta".
                                                                                            Romeo 

Hoy pienso que voy a confesaros un secreto. Un secreto que seguramente me costará críticas y alguna que otra chanza, pero tengo que reconocerlo, no puedo seguir guardándolo en mis adentros, me siento Montesco ante mi Julieta, Esperanza Aguirre."Me hundo bajo la pesada carga del amor"

Esa sonrisa inocente, centinela de una astuta ironía, ese sabe estar y esos ojitos de no haber roto un plato me vuelven loquito, no lo puedo evitar."Ah! !si habitaran su rostro las estrellas!, el brillo de sus mejillas podría sonrojar a las estrellas, como si fuese la luz del día que nos ilumina como si fuera una lámpara".

Y si hoy declaro en público mi amor a esta Diosa de la circunspección es porque mientras escribía esta mañana acerca de los recortes de Rajoy, he leído sus declaraciones y me ha robado cada uno de mis pensamientos. Y pensé... "¿Debo escuchar o le hablo ahora mismo?"

Vayamos por partes. Estaba yo reflexionando acerca de las razones por las que parece que Europa y los mercados han vuelto a ponernos en su punto de mira, que son principalmente:

- Por un lado, gracias a las declaraciones de los socialistas andaluces afirmando tras las elecciones que van a seguir con sus políticas sociales y que van a tratar, por todos los medios, de "fastidiar" al Gobierno español, los europeos se han dado cuenta de que Rajoy no puede hacer nada sin contar con las CCAA y que España no tiene uno, sino 17 caballos de Troya. "Rey de los gatos, sólo quiero una de tus siete vidas, y luego aporrearte a palos las otras seis".

- Por el otro, las medidas de Rajoy no son sino parches a un mismo problema, que no se soluciona sino realizando auténticas reformas estructurales y, sobre todo, institucionales, de gran calado. Aquellas medidas son cortoplacistas, y suponen un gran sacrificio que, en cuanto levantemos un poco la cabeza, el ZP de turno se encargará de eliminar volviendo a la senda del despilfarro y del exceso. "Temerario piloto. Lanza tu zarandeado navío contra la roca implacable!"

Pues como decía, andaba yo cavilando acerca de estas pequeñas e insurrectas ideas cuando leo que mi Esperancita, le dijo a Rajoy que las grandes competencias de Justicia, Sanidad y Educación tienen que volver al Estado y el resto, Transporte y Servicios Sociales, a los ayuntamientos.

Lo leo y vuelvo a suspirar...Qué sabiduría! Pero sobre todo qué sentido de Estado! Así sin más, ha sonrojado de un plumazo a toda la casta. Nunca vi nada igual desde que los Procuradores de las Cortes aprobaron su propio sucidio con aquella Ley de Reforma Política del 77. "Sabía yo lo que es amor? Ojos jurad que no. Porque nunca antes había visto una belleza así". 

Y ahora recuerdo mis tiempos en Madrid, su lucha por imponer la educación bilingüe en los colegios (Inglés-Español, no os equivoquéis), su confrontación con la demagogia de los sindicatos, cuando ni corta ni perezosa enseñó su propia nómina para demostrar la gran mentira de la que se le acusaba..."¿Dices que es tierno el amor? Es demasiado duro, áspero y violento, y pincha como el espino".

También recuerdo su aplomo cuando salió de aquel helicóptero estrellado como si nada, mientra el pobre Rajoy no daba el habla... sus calcetines a juego con los zapatos de tacón tras volver del tiroteo de Bombay  o la entereza con la que anunciaba que tenía cáncer de mama... "Ese corazón herido se cierra a todos los consuelos, se oculta a todas las miradas".

Y mientras suspiro cual prendado de su dama, recuerdo que a menudo la comparan con la Británica Dama de hierro... pero yo la imagino más churchilliana, ofreciendo "sangre, sudor y lágrimas..."estos tiempos de flicción no permiten ningún momento para cortejar".

Pero entonces me despierto y recuerdo el esperpento de corrupción y ruina legitimada por  los electores andaluces, Zapatero y sus vientos, los trajes valencianos, el Príncipe Iñaki... y niego con la cabeza, triste y resignado mientras pienso, que en esta España de Montescos y Capuletos nuestra historia de amor es imposible... "Romeo, Romeo, ¿por qué eres Romeo? ¿Acaso lo que llamamos rosa tendría un aroma tan dulce si lo llamáramos por cualquier otro nombre?"

"Porque nunca hubo historia más triste que esta, la de Julieta y su Romeo"

viernes, 6 de abril de 2012

Esto ya lo he vivido...

Hoy pienso que he de hablaros de mi amiga Pilar. 

Hace 6 años ella era una abnegada y feliz esposa, que cuidaba de sus tres hijos y gozaba del amor y cariño de su marido. Vivían en un ático en el centro de la ciudad, tenían un 4x4 más grande que una caravana y un Mini Cooper rojo que su maridito le había regalado por su aniversario. Eran socios del Club de Golf  y veraneaban en una playa del mediterráneo de cuyo nombre no quiero acordarme.

Sin embargo, un día todo se fue al traste. Ella me cuenta que su marido apareció en casa como si nada y le dijo que iba a cambiar de negocio, que lo de la inmobiliaria que había montado hacía unos años ya no daba más de sí y que estaba pensando en montar otra cosa, algo más tranquilo, aunque se lo tomaría con calma. Era momento de descansar, tras unos años de agotador trabajo.

Los días pasaron y nada cambió, excepto que su marido incluso pasaba más tiempo fuera que antes. Un día, llegó borracho de madrugada, la despertó y le dijo que no podía más, que se iba, que lo sentía pero que tenía que irse. Y así, sin más, ella se despertó de aquel sueño.

Las semanas siguientes fueron terribles. Empezaron a llegar notas de embargos y deudas, todas a nombre de Pilar, ya que su querido consorte se ocupó de no dejar nada a su nombre. Pronto se vio diciendo adiós a su ático, tuvo que vender el Mini Cooper y se puso a buscar trabajo.

Sin embargo Pilar es una mujer fuerte, siempre lo ha sido. Cogió el toro por los cuernos, se sentó y comenzó a echar cuentas. Reunió a sus 3 hijos y les explicó la situación.

Su hijo mayor, que entonces tenía 19 años y llevaba un par de años trabajando, tendría que contribuir, de ahora en adelante, al sostenimiento familiar con el 30% de su sueldo.

El mediano, con 17, aún estudiaba, seguiría teniendo su paga, pero en lugar de percibir 50€ semanales, se tendría que aguantar con 25€, además, se tendría que olvidar de ir a esquiar los fines de semana y de comprar más complementos para su guitarra eléctrica.

La chica, Mari Pili, fue la que peor cara puso. A sus 15 años, lo de no poder ir de compras cada sábado y cambiar sus camisas de firma por ropa de Zara le supuso todo un shock emocional.

Además de eso, se tuvieron que mudar a un piso más modesto, dejaron el Club de Golf y hasta tuvieron que borrarse del Canal Plus. Y aún así, Pilar, que por suerte había encontrado trabajo de administrativa en una empresa importante, tenía que hacer horas extras para llegar a fin de mes.

El otro día, estuve con los chavales tomando una cerveza, y les comenté que imaginaba lo orgullosos que se sentirían de su madre, intentando sacar a flote, ella sola, a toda la familia.

Mi cara fue cambiando cuando empezaron a hablar. 

Ernesto, el mayor, no se quejaba demasiado, aunque veía un poco exagerado tener que contribuir con una parte de su sueldo cuando sus hermanos, que vivían allí como él, no trabajaban y encima recibían la paga, paga que en realidad provenía de su sueldo. No lo veía justo, pero como aún le quedaba dinerillo para sus cosas prefería dejar las cosas como estaban.

Jorge, estaba indignadísimo. Decía que su madre le había destrozado la vida, que antes vivía feliz y contento y que no entendía por qué ahora no podía seguir yendo a esquiar, ¿por qué su madre tenía que castigarle a él precisamente? Entendía que ya no tenían el mismo dinero que antes, pero "leñe! qué culpa tenía él de eso!" Además decía que su hermano tenía que contribuir con más dinero, porque su hermano trabajaba y ganaba dinero, y al fin y al cabo podía seguir comprándose sus caprichos, cosa que él ya no podía hacer, así que la nueva situación le había perjudicado más a él que a Ernesto. "Siempre pagamos los mismos" me dijo enfadado.

"Bueno, es que él trabaja y tú no. Y al fin y al cabo él colabora con un 30% de su sueldo, mientras que tú no colaboras con nada y en cambio recibes dinero". Le dije un tanto sorprendido. Él me miró y me dijo "Yo no trabajo porque quiero ser músico, cuando encuentre trabajo como músico lo haré, pero no querrás que trabaje de cualquier cosa, ¿no?"

Traté de buscar la complicidad de Mari Pili, que siempre se había llevado bien con su madre, pero al mirarla, ella me comentó lo decepcionada que estaba con su madre. Pasaba muy poco tiempo en casa, siempre estaba cansada y encima vivían peor que antes. Según ella, su padre era genial, lo recordaba siempre simpático y contento, y cuando había un problema, con una buena palabra lo solucionaba, les dio todo lo que querían y si ahora no iban bien las cosas, no era culpa suya, fue por un golpe de mala suerte, "o no se qué de los mercados financieros, me han dicho". Lamentándose, me dijo "En cambio, mi madre no tiene ni idea, en lugar de buscar la forma de seguir como estábamos, nos ha quitado todo lo que habíamos conseguido, y dice que es por nuestro bien, pero lo único que sé es que estamos peor que antes, con mi padre esto no habría pasado".

Cuando nos despedimos, me fui dando un largo paseo... Para tratar de evadirme cogí el periódico y leí las noticias: Huelga General, Reforma Laboral, indignación de los sindicatos... y no sé por qué, pero pensé que esa situación ya la había vivido antes...

jueves, 5 de abril de 2012

A mi abuelo Papio


Perdona la tardanza, Papio, pero se me atragantaban las palabras...

Fue ayer cuando te fuiste,
siempre de tu silencio dueño
no quisiste dejar cansancio o dolor
y por ello elegiste un corto paseo.

Y así dijiste adiós,
tranquilo, sereno,
como siempre viviste.

Nunca te gustó hablar
y por eso el mundo, la luna y el sol
con tus rojos y verdes describiste
Salamanca, Sevilla o Jaén qué más da
¿Quién quiere el cielo con palabras pintar
cuando puedes mostrarlo en un lienzo?

Y hoy ya te fuiste
y tu mueca sonrisa no está
pero aún la siento,
será por eso que no estoy triste.

Y al oír aquel sigilo tuyo discreto
y ver tu lento caminar
feliz descubro que no,
que en realidad nunca te fuiste.

A mi abuelo Papio

martes, 3 de abril de 2012

Las chuletas, mejor de toda la vida...

Hoy pienso que nunca he sido un copión en el colegio, no por exceso de ética o moral incorrupta a prueba de dieces. Qué va, nada de eso, más bien por falta de descaro y un superávit de rubor que hacía imposible que pusiese una chuleta encima de la mesa, por pequeña que fuera y mi corazón no se pusiese a mil, el sudor se apoderase de mi cuerpo y mi cara se pusiese más colorada que la de Arenas en su estado natural y bronceado.

Recuerdo con envidia, particularmente, a dos amigos míos, expertos en las artes del copieteo.

Uno de ellos, era tranquilo, educado y callado, de estos con cara de no haber roto nunca un plato. El sueño de cualquier profesor, que tiene que enfrentarse a diario con 40 adolescentes endemoniados, y que encuentra un cómplice en aquella esquina con ese chaval que, complacientemente, dice que sí a todo sin dar  nunca un solo problema.

Este amigo mío, comenzó su andadura en el difícil mundo de la orfebrería chuletera con pequeños papelitos, en los que trataba de escribir toda la información posible para después, durante la hora del examen, tratar de trascribirla en el folio correspondiente, escondiéndola bajo la mano. Fácil y rústico pero eficaz.

Más tarde probó con unos rollitos, supongo que inspirado en algún documental sobre el antiguo Egipto, y descubrió que haciendo largos papiros y enrollándolos, cabía mucha más información en el mismo espacio.

Sin embargo, aquello le suponía horas y horas de esfuerzo artesanal que bien podía haber dedicado al estudio. Así que un día al entrar en una copistería, vio la luz, como Saulo al caer del caballo, y descubrió las fotocopias reducidas. Por un mínimo coste, reducía las páginas de los libros al tamaño de su palma de la mano y desde ese día, los sobresalientes sólo costaban dinero, pero nunca esfuerzo.

El otro amigo mío, prefería llevar varias chuletas encima, cada una de ellas en un bolsillo diferente. Éstas contenían menos información, pero él mantenía la teoría de que si un día le pillaban, al ser una chuleta con  “contenido” reducido el castigo serían inferior.

Un día, en un examen de “Historia de la música”, el profesor notó algo sospechoso y le pidió que levantase la mano de la mesa. Con una habilidad propia del mismísimo Houdini, logró hacerla desaparecer delante de las narices del profesor, quien perplejo, sabía que algo escondía. El problema es que el profesor le registró los bolsillos (práctica por la que imagino que hoy mi amigo podría haberle denunciado por violar un derecho fundamental contra su persona) con la mala suerte de que encontró otra chuleta distinta… y mi amigo descubrió, para su desgracia, que el castigo era indistinto respecto a la cantidad de información de la chuleta.

Recuerdo por último a otro compañero, este más curtido y experimentado, cuando, en un examen de la carrera, Civil III, creo recordar, se le ocurrió practicar el manido recurso del cambiazo.

Su error fue vestir una cazadora en pleno mes de julio, donde guardaba los folios, y claro, aquello fue demasiado evidente hasta para un decrépito catedrático…

Hoy leo que Dani Pedrosa fue detenido por hacer un examen con un pinganillo en la oreja, para sacarse el título de capitán de Yate. Mientras lo leo, no sé si indignarme más porque un chaval con bastante tiempo libre trate de copiar en un examen donde aprendiendo 4 nudos marineros y saber por dónde anda la popa y la proa es suficiente o por que la policía gaste sus limitados medios en pillar a 4 copiones que tratan de sacarse un titulillo cuando hay tanto chorizo suelto haciendo su agosto a costa del contribuyente...

Quizás me debería sentir bien, porque después de todo, por mucho que la tecnología avance con sistemas Wi FI, pinganillos e internet… lo cierto es que nada es tan eficaz como el papiro de los egipcios que tan sabiamente utilizaba mi querido amigo… Y es que después de todo, las chuletas, mejor de toda la vida...