Perdona la tardanza, Papio, pero se me atragantaban las palabras...
Fue ayer cuando te fuiste,
siempre de tu silencio dueño
no quisiste dejar cansancio o dolor
y por ello elegiste un corto paseo.
Y así dijiste adiós,
tranquilo, sereno,
como siempre viviste.
Nunca te gustó hablar
y por eso el mundo, la luna y el sol
con tus rojos y verdes describiste
Salamanca, Sevilla o Jaén qué más da
¿Quién quiere el cielo con palabras pintar
cuando puedes mostrarlo en un lienzo?
Y hoy ya te fuiste
y tu mueca sonrisa no está
pero aún la siento,
será por eso que no estoy triste.
Y al oír aquel sigilo tuyo discreto
y ver tu lento caminar
feliz descubro que no,
que en realidad nunca te fuiste.
A mi abuelo Papio
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