lunes, 20 de enero de 2014

De héroes, tonterías y payasos

"Creer que se es payaso por ponerse una pelotilla roja en la nariz, un par de zapatos desmesurados y aullar con voz aguda, es una ingenuidad de idiotas"
Darío Fo

Hoy pienso que a lo largo de los años siempre han surgido personajes de leyenda que eran salvadores, valientes, justos y hasta guapos.

En la mayoría de los casos, los malos contra los que luchaban estos héroes eran los reyes y los ricos, unos por exceso de ambición y los otros de codicia, la cuestión es que nuestros protagonistas se rebelaban contra los mandamases y los ricos, así, en general, creando un cliché que ha llegado hasta nuestros días.

De este modo llegamos al día de hoy, donde algunos iluminados debieron ver alguna película de Errol Flynn y comenzaron a creer a pies juntillas que aquel hombre con mallitas verdes y un arco de Cupido era una especie de redentor de las causas perdidas de este cruel mundo inundado de injusticias donde los honestos y bondadosos se hallaban sometidos al libre albedrío de los ricos... sí, los ricos, esos inhumanos con maléfica sonrisa que nacieron ya sobre un colchón dorado y que disfrutan haciendo el mal, ocupando todo su tiempo en hacer sufrir a todas las pobres gentes del pueblo, esas cuyo único fin en la vida es vivir en paz y tratar de ser felices junto a su familia y amigos.

Robin Hood, el de las mallitas, en realidad se llamaba Robin de Locksley y su conflicto devino, en un principio, a causa de su matrimonio con Marian Gilewater, que además de guapa, era de buena familia, nada menos que hija del barón de Arlongford. Esta unión no le sentó muy bien al Príncipe Juan, Rey en funciones mientras su hermano, el auténtico Rey Ricardo, se divertía de cruzadas allá por Oriente. Aquél, además de mal gobernante era caprichoso y sentía cierta atracción sexual y económica por lady Marian, por lo que lejos de llorar y resignarse por la victoria sentimental de nuestro Robin, impidió la boda y declaró al bueno de Robin un "fuera de la ley".

Ahí tenemos a nuestro hombre, que logra huir jurando venganza contra este Príncipe que llevaba al pie de la letra el dicho de que en el amor y en la guerra todo vale. Desde aquel día, y junto a un grupo de rebeldes que se hartaron de las tropelías que Juan iba cometiendo, se dedican a quitar a los recaudadores del Condado de Nottingham aquellos bienes y dineros que robaban a los campesinos, sí, pero también a los nobles, y por supuesto a los ricos, para después devolvérselo a ellos, sus legítimos dueños.

Es decir, que Robin Hood, no robaba a los ricos para dárselo a los más pobres, ni tan siquiera tenía por enemigo al noble ni al rico. En realidad, su lucha era contra el Estado y sus desorbitados impuestos y contra un regente que abusaba de esa condición para su propio beneficio en lugar de servir a los intereses de su pueblo.

Lo dicho, algunos se quedaron en Errol Flynn, o puede que en Kevin Costner, que ya no llevaba mallas, y se hicieron con una alcaldía de un pequeño pueblo, la compatibilizaron con un acta de diputado, y cuando ya tenían dos buenos sueldos con el que sustentar el pan de sus hijos y el suyo propio, entonces se dedicaron a preconizar el fin de la injusticia social mediante la denuncia de la avaricia sin medida del rico (qué es rico, ¿y tú me lo preguntas? rico, querido ciudadano, rico eres tú) a asaltar supermercados impunemente en nombre de la solidaridad, expropiar fincas que en su opinión no estaban bien explotadas, porque un hotel de lujo es una ignominia y una afrenta para toda persona de bien, que ya lo avisaron en 1917, nada de lujo... Para el pueblo, imagino que por eso aprovecharon para probar las bondades de la piscina...

"Señores, -dice su abogado- si la soberanía popular reside en el pueblo y su voluntad se expresa por medio de los parlamentos y sus representantes, Sánchez Gordillo está cargado de legitimidad en sus actuaciones". O lo que es lo mismo, nuestro Robin Hood puede hacer lo que le venga en gana, es decir que se carga el poder legislativo y el judicial de un sólo disparo, un 2x1 en toda regla... 

Sin embargo, lejos de ser motivo de chanza o escarnio por parte de la sociedad, el hombre cae simpático, es un luchador, un hombre de bien, un tío con "muchos huevos" que lucha por la igualdad, aunque para ello no tenga más remedio que embolsarse más de 6.000 € al mes en sueldos públicos... todo sea por el pueblo (aunque sea a su costa).

Lejos de conformarse a ver finiquitado su minuto de gloria, nuestro personajillo se esfuerza por seguir siendo portada de rotativos y telediarios. Su fórmula, buscar un tema candente y usarlo en su provecho, aunque no tenga ningún sentido.Imagino que estaba entre la pasión de catalanes, que diría Carlitos Herrera y el problema de la corrupción en la Casa Real... lo echaría a cara o cruz y salió hacerse independentista.

Y ahí lo tenemos, gritando que Andalucía no es España y reclamando un proceso constituyente... sería algo para troncharse, de hecho se me escapa una sonrisa, hasta que recuerdo que este hombre no se dedica a hacer reir, no, no es un payaso aunque lo pueda parecer, es un diputado andaluz y alcalde, desde hace más de 30 años, de Marinaleda,  y es entonces, cuando todo esto deja de tener gracia.

La única parte positiva es que su apuesta por un Estado independiente sirve para observar desde la distancia otra apuesta, la catalanista, y demostrar que las tonterías son igual de tontas con acento andaluz o catalán, porque al final, como decía el bueno de Forrest Gump, tonto es el que hace tonterías... y payaso el que hace payasadas.

Por cierto, que hasta 1979 nuestro héroe era profesor de historia, imagino que la historia de Robin Hood la olvidó tras tantos años dedicado al bien del pueblo...

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