"Soy despierto y sé moverme, pero también soy bastante ingenuo (...) y soy un indisciplinado nato, nato, nato"
Papa Francisco
Hoy pienso que para iniciar este nuevo año aquí en mi mundo epistolarmente cibernético tengo que hacerlo con optimismo, primero porque es como me siento siempre que veo nacer una lozana añada, pero también porque creo firmemente que la actitud determina la casi totalidad de nuestro destino.
Y ahí es donde me viene a la cabeza este nuevo Papa que el ya vetusto 2013 nos ha traído. Un genio del marketing para algunos, un sacerdote sincero para otros e incluso un santo en vida para algunos.
Sea lo que sea, nadie le puede quitar el mérito de conseguir atraer una mirada simpática por todo el mundo, católicos y no católicos, creyentes y también ateos. Y eso, con la que está cayendo, donde todo es negro o blanco, no es nada fácil.
Los primeros días, sinceramente, pensé que aquellos gestos iniciales, como el de ir a recoger sus pertenencias al hostal en el que se hospedaba durante el cónclave, incluso pagando él mismo la cuenta, o aquel cambio del ostentoso trono papal por un austero sillón blanco no dejaban de ser guiños estudiados que trataban de mandar un mensaje claro. Cosa, por otro lado, que veía normal y positiva, ¿por qué no?
Pero siguen pasando los meses y este Papa, al que dicen que gusta llamarse Francisco a secas, sigue marcando diferencias. Aquella conversación con el contestador automático de unas monjitas de Lucena a las que llamaba para felicitar la Navidad, consiguió arrancarme una sonrisa... "¿dónde estarán estas monjas, que no pueden atender? Soy el Papa Francisco ya llamaré más tarde". Yo, que he visto, y sigo viendo, a muchos mediocres y mediocras (va por ti, Bibi) utilizar secretaria o secretario (Soraya, ésta va por ti también) para contactar vía telefónica, me sorprendió que él mismo marcase y llamase directamente, pero aún más, ese tono humilde y jocoso que le delata y que nadie es capaz de fingir. Aún así, lo mejor de todo es que volvió a llamar por la tarde y consiguió hablar con ellas.
Hoy leo que ayer Francisco volvió a liarla presentándose en un pesebre viviente de una pequeña parroquia romana en su Ford Focus azul.
Fue Demóstenes quien dijo que las palabras que no van seguidas de hechos no sirven para nada, así que en este caso, son sus hechos los que van seguidos de sus palabras, por lo que creo que también es importante destacar el contenido de los discursos y comentarios de este singular Papa. Además, su forma de ser se acompaña de su nacionalidad, y es que el hecho de ser argentino le dota de un plus para sentirse atraído por tan interesante oratoria. Su énfasis del papel del importante papel de la mujer en la Iglesia, la puerta que ha comenzado a abrir a la homosexualidad, su compromiso real para combatir la pobreza, su interés por abrir la Iglesia a todos los ciudadanos, su respeto hacia la Ciencia...
En estos tiempos que corren, su mérito no es haber conseguido humanizar la figura del Papa, algo ya de por sí difícil, sino que un líder social, religioso y político haya conseguido llegar a todo tipo de gente. En estos tiempos que corren, donde el alcalde de un pueblo de 1.000 habitantes cuenta con chófer propio y es imposible hablar con él incluso por teléfono, toparse con un líder mundial que practica la humildad en la teoría y en la práctica, tiene un valor añadido y que requiere ser reconocido.
Yo reconozco que aunque me tenía ya encandilado, el día que terminó de ganarme fue cuando en su encuentro con el presidente venezolano Maduro, Don Francisco le dijo "rece por mi.... pero rece a favor, no en contra, eh?"
En este caso, no importa si soy católico, si creo o no creo o si comulgo o no comulgo con la doctrina eclesiástica, porque eso es lo de menos, Iglesias aparte Don Francisco es un crack y eso es lo de más.
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