Hoy pienso que ayer escuché la peor noticia de los últimos tiempos. No, no se ha declarado la tercera guerra mundial, ni tampoco ha habido un terremoto de más de 6 puntos en la escala Richter, ni siquiera se trata de un atentado contra un rascacielos.
Ayer Obama confirmó que abre una nueva etapa de diálogo con Cuba. Han pasado 53 años desde que Eisenhower decidiera romper relaciones con aquel nuevo Gobierno que imponían dos barbudos revolucionarios, el Ché Guevara y un tal Fidel.
Llevo años diciendo que tengo que visitar aquel país. Curioso por su estilo de vida, por su cultura y alegría y, sobre todo, por su capacidad de supervivencia.
Obama me ha fastidiado el plan, ahora, cuando vaya, no podré ver esos palacios de antaño convertidos en auténticas ruinas chivatas de un sistema tan injusto como corrupto. Ya no podré sonreír al ver que sus autobuses urbanos son los autocares de los años 60 donados por pueblos como Bollullos del Condado.
Adiós al forzado talento sobresaliente. Internet dejará de tener un aliado en esas fotos que recorren las redes sociales con inventos que, por necesidad, los cubanos tenían que ingeniar, como la plancha de planchar que sirve de plancha de parrilla, la bicicleta que vestía volante en lugar de manillar, el coche utilizado de patera para llegar a la costa de la libertad o el ordenador hecho con un televisor y una máquina de escribir con el fin de leer, expresarse y sentir como un ser humano con autonomía propia.
Ya no podré sentirme multimillonario con un par de billetes de 20 € por la Isla, ostentando el poder que otorga saber que con la cartera llena, todo cubano es capaz de cualquier cosa por una migaja de céntimo, a riesgo incluso de olvidar la dignidad para dejar por un rato la miseria.
El turimo sexual dejará de ser un reclamo. Horror de los horrores, ¿dónde iremos ahora a aprovecharnos de la desesperación de personas de un país en decadencia?
Nuestro Willy, perderá su refugio, ese desde donde esconde su desnuda mentira, disfrazándola de una terca certeza, que sólo existe en sus palabras y que dudo que él mismo crea.
No todo está perdido, ahora que Cuba va a perder su victimismo y quizás vuelva a emerger como aquella paradisíaca isla que un día fue para sus propios habitantes, a nosotros siempre nos quedará Venezuela, la gran heredera, quien en pocos años verá envejecer sus casas mientras se destiñen sus palacios. No hay mal que por bien no venga, esperaré un par de meses, y podré oler sus avenidas, esas que un lerdo populismo empieza a enfangar de pobreza.
Quizás si espero un poco más, un año... puede que dos a lo sumo, no tendré que seguir abominando a Obama por fastidiarme mi viaje, con suerte, nuestro Pablito consigue traer a mi casa, a mis calles, a mi pueblo toda esa indigencia. Ese día, puede que ese día, algunos cubanos nos donen sus autobuses usados, se hagan fotos en las puertas de nuestras iglesias sin barniz... y algunos hasta luchen en nuestro nombre por conseguirnos la libertad de la que ellos gocen.
Entonces Willy podrá volver a casa, si no decide quedarse para disfrutar tranquilo de aquello, mientras nosotros recordaremos a Obama por no dejarnos disfrutar de la instantánea de aquella Cuba para turistas, mascando la desdicha desde el otro lado del objetivo.
Nuestro Willy, perderá su refugio, ese desde donde esconde su desnuda mentira, disfrazándola de una terca certeza, que sólo existe en sus palabras y que dudo que él mismo crea.
No todo está perdido, ahora que Cuba va a perder su victimismo y quizás vuelva a emerger como aquella paradisíaca isla que un día fue para sus propios habitantes, a nosotros siempre nos quedará Venezuela, la gran heredera, quien en pocos años verá envejecer sus casas mientras se destiñen sus palacios. No hay mal que por bien no venga, esperaré un par de meses, y podré oler sus avenidas, esas que un lerdo populismo empieza a enfangar de pobreza.
Quizás si espero un poco más, un año... puede que dos a lo sumo, no tendré que seguir abominando a Obama por fastidiarme mi viaje, con suerte, nuestro Pablito consigue traer a mi casa, a mis calles, a mi pueblo toda esa indigencia. Ese día, puede que ese día, algunos cubanos nos donen sus autobuses usados, se hagan fotos en las puertas de nuestras iglesias sin barniz... y algunos hasta luchen en nuestro nombre por conseguirnos la libertad de la que ellos gocen.
Entonces Willy podrá volver a casa, si no decide quedarse para disfrutar tranquilo de aquello, mientras nosotros recordaremos a Obama por no dejarnos disfrutar de la instantánea de aquella Cuba para turistas, mascando la desdicha desde el otro lado del objetivo.
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