jueves, 20 de noviembre de 2008

Soy un padre frustrado

Pues sí, como padre novato (por triplicado, pero novato), cada noche me acuesto pensando si lo estoy haciendo bien como padre.

Hasta ayer pensaba que educar bien a un hijo significaba darle amor, cariño, hacerle feliz, mostrar interés por sus inquietudes, cuidarlo y protegerlo. Sin embargo, hasta que la Ministra me hizo ver la luz, educar, para mí, también implicaba enseñarle a comportarse en público, a respetar a los demás, y especialmente a las personas mayores, mostrarle la necesidad de ser disciplinado y de esforzarse para conseguir algo.

No creía, ingenuo de mí, que darles un bollicao a diario, para merendar, fuese lo mejor, porque había que enseñarles que también la fruta es buena, igual que un bocadillo de salchichón, aunque no esté tan dulce, y aunque eso suponga algún berrinche que otro. Y si tienes un hijo de 4 años al que le puedes explicar que nutricionalmente la bollería industrial no es muy recomendable para su salud, afortunado tú, porque mis niños deben haber salido a su padre y su capacidad de comprensión no es tan diestra.

Tampoco creía que hubiese que comprarles un juguete cada vez que vamos a un centro comercial, porque hay que enseñarles el valor de las cosas, independientemente del precio. Y os aseguro que si alguien sufre viendo su carita de desilusión soy yo. Pero estaba seguro de que si todos los días les compraba lo que me pedían, acabarían por no apreciarlo en absoluto.

A los niños hay que razonarles las cosas, pensaba, pero tampoco se les puede tratar como a adultos, entre otras cosas porque no lo son, y eso supone que les falta madurez y experiencia y por tanto, su raciocinio es limitado.

Pues bien, ayer, nuestra querida Ministra Cabrera me dijo que yo era un "padre frustrado y tonto". Erigiéndose en adalid de los derechos del niño (el niño y la niña que diría Bibi), en la presentación de una campaña contra los malos tratos al menor, propugnaba por el diálogo y la razón como única forma de autoridad frente al niño que tratamos de educar.

Y sí, reconozco que lo estoy haciendo fatal. Tanto es así, que enseguida me vinieron a la mente diferentes situaciones en las que no he actuado así:

Recuerdo el día en que mi niño de 3 años y medio se sentó conmigo en una terraza, cada uno en un sillón, cuando de pronto llegó mi abuela (su bisabuela), y le dije que se levantase y le cediese el sitio, y él, con total lógica y raciocinio me dijo "es que yo he llegado primero".
Reconozco que no me sentí mal, lo hubiese hecho si él hubiese tenido 16 años y la voz ronca, pero lo hizo con la ingenuidad y la espontaneidad de un niño de 3 años, y efectivamente empleó la lógica, cosa que hasta me alegró, ya que supo razonar y pensar por sí mismo. Sin embargo, desgraciadamente, mi respuesta fue del todo irracional, déspota y dictatorial: "tienes que ceder tu sitio a los mayores y más si es tu abuelita, que es muy mayor y la quieres mucho".
Sólo espero que mi orden militar no le causase un trauma, porque hasta temo que el día de mañana, cuando vaya en el metro sentado y vea entrar a una persona mayor, !le ceda el sitio! !y eso que él había llegado antes!

Esta mañana pensaba en el sábado pasado, cuando, delante de unos amigos, le dí a mi princesa un cachete en el culete porque se emberrichó por alguna cabezonería de la que ni me acuerdo. Me he sentido tan mal que he estado a punto de ir a la Guardia Civil y presentar una autodenuncia por malos tratos contra mi niña...y he pensado que mis amigos son unos desalmados, por no haber llamado a la policía en ese mismo instante...

Cuando están comiendo gusanitos y no quieren compartirlos con otro niño, y me razonan muy cabalmente "es que son míos", yo, de forma incroguente les digo, "hay que compartir con los demás" y ante su pregunta de "¿por qué, si son míos?", me quedo boquiabierto y les digo "porque a ti también te gustaría que lo compartiesen contigo". Os aseguro que su cara es de no comprender nada...y si saltan con un "pues no, no me gustaría", ahí se me acabó mi lógica, !qué le voy a hacer!

En casa, los niños se van a la cama temprano, y cuando me preguntan que "por qué no se pueden quedar como hacéis papá y mamá". Les explico que "ellos son niños y tienen que dormir mucho para descansar y rendir al día siguiente", su respuesta es que "no tienen sueño". !Y soy tan fascista que los mando a la cama y punto! Gracias a los consejos de Doña Mercedes, esta noche les pondré una peli, palomitas, y les diré que se acuesten cuando quieran, pero que apaguen la luz cuando lo hagan...

Recuerdo con envidia a un amigo, que sabía todo esto desde hace tiempo, y lo practicaba ya entonces. Un día estando juntos en un bar tomando una cerveza, se acercó su hijo de 6 años y le pidió una moneda para jugar a un videojuego. El padre, mi amigo, le dijo que no, que ya le había dado antes y que con una moneda, ya era suficiente. Ante esto, el avezado chaval le espetó "claro, pero tú si puedes tomarte todas las cervezas que quieras".
Para mi asombro, el padre sacó una moneda y se la dio. Después me miró y me dijo, "¿has visto que niño tengo? Cuando me razona las cosas así, me desarma". !Qué orgullosa hubiese estado la Ministra de mi amigo!

En fin, creo que lo estoy haciendo fatal, mis hijos me piden las cosas "por favor" y sólo porque desde que saben hablar les digo que lo hagan así, sin darles explicaciones ni razonamientos. !Seré tirano!

Y ahora recuerdo las 5 bofetadas que me dio mi padre siendo niño, ni una más ni una menos, 5 bofetadas, pero dadas justo en el momento en que me las tenía que dar. En cuanto lo vea pienso decirle que voy a reclamarle daños y perjuicios por recibir malos tratos y no dejarme ser la persona que podría ser hoy en día sin la educación que recibí de él. Quién sabe, podría llegar a haber sido lo que quisiera, una persona libre, sin ataduras, sin estudios, sin trabajo...y sin casa... O a lo mejor tendría todo eso y más, pero de lo que sí estoy seguro es que en el metro no me levantaría, como aún hago, cuando veo a una persona mayor entrar...

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