jueves, 27 de noviembre de 2008

la pobre Sor Maravillas

Si esta buena mujer llega a saber lo que se iba a hablar de ella...igual hasta no se habría hecho ni monja.

Aparte de la que se ha montado en el Congreso, utilizándola como arma política por unos y por otros, me gustaría simplemente destacar el artículo escrito por la "gran escritora" Almudena Grandes en el País.

«Un tribunal ha constatado la muerte de Franco. Qué risa, dicen algunos. Yo prefiero reírme de otras cosas. "Déjate mandar. Déjate sujetar y despreciar. Y serás perfecta". Parece un contrato sadomasoquista, pero es un consejo de la madre Maravillas. ¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos?»

Ni quito ni pongo comas, es tal cual lo reproduzco. Ante semejante comentario de mal gusto, Antonio Muñoz Molina no pudo reprimirse y escribió una carta al director del mismo periódico replicando a la escritora, la cual terminaba diciendo:

"...cuando leemos artículos como el suyo y como tantos otros que por un lado o por otro parecen empeñados en revivir las peores intransigencias de otros tiempos, algunas personas nos sentimos cada vez más extrañas en nuestro propio país".

La escritora, lejos de retractarse, vuelve a escribir en el periódico, defendiendo que la frase de Sor Maravillas pertenece a ésta y que por tanto es la única responsable, siendo la monja la "que se ponía a la altura de los viejos chistes sobre la condición femenina en general y sobre las monjas, en particular"

Sobran los comentarios. Antonio ya lo dijo todo en su artículo, eso sí, quizá convendría aclararle a la Sra. Grandes que la próxima vez que escriba sobre alguien basándose en una cita suya (y sobre todo si es para criticarla y hasta hacerla merecedora de violaciones masivas por parte de soldados "sudorosos") se asegure de que, al menos, la frase efectivamente es suya.

Querida Almudena, la frase "Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y despreciar y serás perfecta" no es de la madre Maravillas, ni se dirige a sus monjas. Es uno de los "Avisos Espirituales" de San Juan de la Cruz, y su destinatario, en femenino, es el alma.

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