El pasado 31 de agosto, hace algo más de 3 meses, veíamos a Cayo Lara, flamante coordinador general de la decrépita Izquierda Unida, en visita oficial a La Zarzuela, con traje oscuro pero sin corbata, con la bandera republicana en una insignia prendida en la solapa y, bajo el brazo, una carpeta roja con el logotipo de IU y el lema "Únete a la izquierda". No cabía duda, su primera reunión con el Rey y él intentó hacer de ella una lamentable caricatura.
Al ser preguntado tras el encuentro, el líder de Izquierda Unida señaló que había trasladado al Rey "lo más detalladamente posible" el trabajo de IU en favor de un Estado "federal, solidario y republicano", así como su "labor para alcanzar la llegada de la III República".
Era un buen momento para decir todas esas cosas. Sin embargo, como digo, tres meses después, es él mismo, el que acude a las faldas de mamá para que le cure el constipado. Y así le escribe una carta para que medie en el conflicto sobre la activista saharaui Aminetu Haidar.
También han sido más de 200 "¿intelectuales?" entre los que se encuentran escritores de la talla del alemán Günter Gras, el italiano Darío Fo y el portugués José Saramago o el cineasta Pedro Almodóvar, que no se pierde una, los que han mandado otra epístola al Monarca para que salve los trastos.
¿Pero el Rey no era un holgazán que se dedicaba a pasear en barco y a acudir a los premios de fórmula 1?
Parece que toda esta panda se ha dado cuenta de que el Rey también trabaja, que el Rey tiene una misión y que esa misión está por encima del Gobierno de turno, que al fin y al cabo, no deja de estar integrado por funcionarios interinos. El Rey, por nuestra propia decisión (referéndum de 1978) es nuestro funcionario permanente, al servicio de todos los españoles y por encima de diatribas ideológicas.
Por eso quizá, la Casa Real le contestó al bueno de Cayo diciendo que el Rey no está para atender las buenas intenciones de los amantes de la libertad y la dignidad de los pueblos cuando a ellos les place, que su trabajo es algo más serio que todo eso.
Desgraciadamente Cayo no lo ha entendido una vez más y como pataleta, saca la carta a relucir, en un claro gesto de deslealtad y de indigencia política, intentando desvirtuar una Institución que, por contra, sí que ha sabido estar en su sitio.
Supongo que Almodóvar también saldrá dentro de unos días crticando al Rey por no haberle hecho caso, y es que así son ellos, pueden criticar, pueden insultar y pueden exigir en pro de la libertad, pero si no se hace lo que ellos quieren, entonces toca llorar y chillar como un niño cuando su mamá no le da la piruleta...
Da igual, mañana, cuando se caigan otra vez del columpio, vendrán de nuevo llorando a las faldas de mamá para que les cure y les de un beso...
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