Hoy pienso que ayer traté de mantener una de las tradiciones que aún nos quedan y que también se está perdiendo, las inocentadas.
Bien es cierto que no soy amigo de las bromas pesadas, pero sí que me hacen gracia las bromillas guasonas que ayudan a sonreir y a hacer reir.
Las buenas inocentadas son las que se preparan con tiempo y en grupo. Se busca una víctima primero, un buen amigo o familiar, y luego, viene lo mejor, la complicidad entre varios amigos o compañeros que durante algunos días disfrutan preparando la chanza, aguantando la risa cada vez que imaginan la cara del probre elegido.
Si la inocentada es buena y con gusto, seguro que al final todos ríen, y como resultado queda, primero, un buen rato que los graciosillos han pasado preparando la chirigota, después, el momento de la broma, que no suele ser tan bueno para el cándido y por fin, el momento de las risas que comparten todos juntos.
Yo ayer fui víctima de una inocentada, aunque por desgracia para mis compañeros de trabajo, en realidad no mordí el anzuelo, sin embargo, pasamos un buen rato viendo todo lo que habían preparado tan sólo para un momento de gloria, que desgraciadamente para ellos, les estropeé al no caer en la trampa.
Con gracia y buen humor, ésta es una tradición que habría que mantener y que sin embargo se está perdiendo. De hecho, la tradicional búsqueda de la noticia graciosa en el periódico tampoco es ya tan habitual y muchos rotativos, incluso la han suprimido.
Bueno, ni que decir tiene que ZP no ha dimitido, y como alguno ha apuntado, no, no era la carta de los Reyes Magos, era tan sólo una inocentada...
Bien es cierto que no soy amigo de las bromas pesadas, pero sí que me hacen gracia las bromillas guasonas que ayudan a sonreir y a hacer reir.
Las buenas inocentadas son las que se preparan con tiempo y en grupo. Se busca una víctima primero, un buen amigo o familiar, y luego, viene lo mejor, la complicidad entre varios amigos o compañeros que durante algunos días disfrutan preparando la chanza, aguantando la risa cada vez que imaginan la cara del probre elegido.
Si la inocentada es buena y con gusto, seguro que al final todos ríen, y como resultado queda, primero, un buen rato que los graciosillos han pasado preparando la chirigota, después, el momento de la broma, que no suele ser tan bueno para el cándido y por fin, el momento de las risas que comparten todos juntos.
Yo ayer fui víctima de una inocentada, aunque por desgracia para mis compañeros de trabajo, en realidad no mordí el anzuelo, sin embargo, pasamos un buen rato viendo todo lo que habían preparado tan sólo para un momento de gloria, que desgraciadamente para ellos, les estropeé al no caer en la trampa.
Con gracia y buen humor, ésta es una tradición que habría que mantener y que sin embargo se está perdiendo. De hecho, la tradicional búsqueda de la noticia graciosa en el periódico tampoco es ya tan habitual y muchos rotativos, incluso la han suprimido.
Bueno, ni que decir tiene que ZP no ha dimitido, y como alguno ha apuntado, no, no era la carta de los Reyes Magos, era tan sólo una inocentada...
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