Hoy pienso que estoy viviendo un nuevo síntoma de vejez.
Como todos los que se hacen mayores, me hago cascarrabias, miro a mi alrededor y veo que los jovenes ya no son como los de antes, "nosotros sí que sabíamos disfrutar de la vida", medito.
Estos políticos no tienen la talla, no ya de los Churchill o Roosevelt, tan sólo de los Suárez o incluso del actual jarrón chino que se dedica a hacer pendientes.
Hoy ya no existen los Parchís, Regaliz o Enrique y Ana, o nuestros dibujos animados como Ulises, Dragones y Mazmorras o Comando G, que ponían en la sobremesa los fines de semana, ¿dónde han ido a parar?
La sensación con el Mundial de fútbol es la misma. Mi primer recuerdo de un Mundial es un anuncio del Corte Inglés, un balón volando por el aire y una palomita de un trajeado Arconada. Plácido Domingo sonaba de fondo.
Ya con más nitidez recuerdo los épicos 12 goles a Malta, Maceda y un francés con nombre de español que nos sacaba el balón de bajo los palos, y el portero trajeado a gatas tratando de evitar ser recordado de por vida por una cantada. Pero aquello era otra historia...
Y llegó la Quinta del buitre. Esta vez sí, nos decíamos, mientras algunos incluso querían llevar a Butragueño a la Moncloa por sus 4 chicharros a Dinamarca. Pero no pudo ser. Bélgica y los penaltys nos lo impidieron.
En Italia Michel se reivindicaba con su famoso "me lo merezco", pero su cabeza, o mejor dicho, su no cabeza nos impidió seguir frente a una blanda, todavía Yugoslavia.
En el 94 llegaron los Guardiola y compañía, la selección del oro del 92. Y esta vez sí podía ser, y pudo ser, si no llega a ser por Tassoti y Salinas. Ese día, a todos nos sangró la nariz un poquito. Para mí, ese día fue doblemente triste, el fútbol y el amor se entremezclaron diabólicamente, y como si de una maldición se tratase, ese día me golpearon la nariz dos veces.
1998, ¿quién no recuerda a Nigeria? Esa gran final entre Francia y Brasil la viví en un atasco, después de unos días con los amigos en la playa. Sin embargo, curiosamente, son esas cosas las que más unen, no recuerdo otras finales, pero ésa siempre la recordaré en un Ibiza blanco con las ventanillas bajadas escuchando los goles de Zidane.
Llegamos al nuevo milenio, 2002, con esos madrugadores partidos, mientras estudiaba mis eternos apuntes. El gandul, ¿o era Al-Ghandour? hizo llorar a Joaquín, pero también a todos los españoles, hasta Camacho soltó alguna lagrimita.
Hace 4 años, la Sexta se bautizaba con una cobertura brillante del mundial, el fallecido Andrés Montes se pasaba al fútbol e imponía su controvertida personalidad como comentarista. España arrasaba en la clasificatoria, pero de nuevo nos íbamos a casa antes de tiempo.
Este año venimos con una Eurocopa debajo del brazo, un equipo de categoría y mucha ilusión, por supuesto. Sin embargo, durante las últimas semanas no he visto un ambiente de mundial como otros años.
Ayer mi decepción fue total, para empezar un Mundial que da comienzo un viernes a las 4 de la tarde. Como buen futbolero, me dispongo a verlo en un bar con pantalla gigante. Aún son las 3, los 40 principales y sus videos musicales inundan tanta pulgada pixelada. Mi decepción viene cuando le pregunto al camarero si van a poner el partido. "¿Qué partido?" responde, "España no juega hoy, ¿no?".
Finalmente logro ver el partido. Pero aún llegará una decepción más grande, cuando llego por la noche a mi casa y pongo Telecinco, con la intención de ver a los Uruguayos jugar contra nuestros killers de hace 4 años... Pasapalabra no es Ribery, ni Christian Gálvez es Forlán, pero parece que el concurso diario tiene más adeptos que un partido del mundial.
Me siento en el sillón, me abro mi cerveza fresquita y pienso... ya ni mi cerveza es la Alcázar de antaño... me estoy haciendo mayor...
Como todos los que se hacen mayores, me hago cascarrabias, miro a mi alrededor y veo que los jovenes ya no son como los de antes, "nosotros sí que sabíamos disfrutar de la vida", medito.
Estos políticos no tienen la talla, no ya de los Churchill o Roosevelt, tan sólo de los Suárez o incluso del actual jarrón chino que se dedica a hacer pendientes.
Hoy ya no existen los Parchís, Regaliz o Enrique y Ana, o nuestros dibujos animados como Ulises, Dragones y Mazmorras o Comando G, que ponían en la sobremesa los fines de semana, ¿dónde han ido a parar?
La sensación con el Mundial de fútbol es la misma. Mi primer recuerdo de un Mundial es un anuncio del Corte Inglés, un balón volando por el aire y una palomita de un trajeado Arconada. Plácido Domingo sonaba de fondo.
Ya con más nitidez recuerdo los épicos 12 goles a Malta, Maceda y un francés con nombre de español que nos sacaba el balón de bajo los palos, y el portero trajeado a gatas tratando de evitar ser recordado de por vida por una cantada. Pero aquello era otra historia...
Y llegó la Quinta del buitre. Esta vez sí, nos decíamos, mientras algunos incluso querían llevar a Butragueño a la Moncloa por sus 4 chicharros a Dinamarca. Pero no pudo ser. Bélgica y los penaltys nos lo impidieron.
En Italia Michel se reivindicaba con su famoso "me lo merezco", pero su cabeza, o mejor dicho, su no cabeza nos impidió seguir frente a una blanda, todavía Yugoslavia.
En el 94 llegaron los Guardiola y compañía, la selección del oro del 92. Y esta vez sí podía ser, y pudo ser, si no llega a ser por Tassoti y Salinas. Ese día, a todos nos sangró la nariz un poquito. Para mí, ese día fue doblemente triste, el fútbol y el amor se entremezclaron diabólicamente, y como si de una maldición se tratase, ese día me golpearon la nariz dos veces.
1998, ¿quién no recuerda a Nigeria? Esa gran final entre Francia y Brasil la viví en un atasco, después de unos días con los amigos en la playa. Sin embargo, curiosamente, son esas cosas las que más unen, no recuerdo otras finales, pero ésa siempre la recordaré en un Ibiza blanco con las ventanillas bajadas escuchando los goles de Zidane.
Llegamos al nuevo milenio, 2002, con esos madrugadores partidos, mientras estudiaba mis eternos apuntes. El gandul, ¿o era Al-Ghandour? hizo llorar a Joaquín, pero también a todos los españoles, hasta Camacho soltó alguna lagrimita.
Hace 4 años, la Sexta se bautizaba con una cobertura brillante del mundial, el fallecido Andrés Montes se pasaba al fútbol e imponía su controvertida personalidad como comentarista. España arrasaba en la clasificatoria, pero de nuevo nos íbamos a casa antes de tiempo.
Este año venimos con una Eurocopa debajo del brazo, un equipo de categoría y mucha ilusión, por supuesto. Sin embargo, durante las últimas semanas no he visto un ambiente de mundial como otros años.
Ayer mi decepción fue total, para empezar un Mundial que da comienzo un viernes a las 4 de la tarde. Como buen futbolero, me dispongo a verlo en un bar con pantalla gigante. Aún son las 3, los 40 principales y sus videos musicales inundan tanta pulgada pixelada. Mi decepción viene cuando le pregunto al camarero si van a poner el partido. "¿Qué partido?" responde, "España no juega hoy, ¿no?".
Finalmente logro ver el partido. Pero aún llegará una decepción más grande, cuando llego por la noche a mi casa y pongo Telecinco, con la intención de ver a los Uruguayos jugar contra nuestros killers de hace 4 años... Pasapalabra no es Ribery, ni Christian Gálvez es Forlán, pero parece que el concurso diario tiene más adeptos que un partido del mundial.
Me siento en el sillón, me abro mi cerveza fresquita y pienso... ya ni mi cerveza es la Alcázar de antaño... me estoy haciendo mayor...
3 comentarios:
Jo, también recuerdo esa final en el Ibiza blanco, mi primer coche, parados en la ronda de Málaga. Tienes razón, el Mundial no es lo que era antes. Lo de los sudafricanos con las putas trompetas es insoportable. Y por fastidiar, no ganamos ni de coña.
Suelo estar de acuerdo con la mayoría de las cosas planteadas en este blog, pero este post no es el caso. Creo que cada momento depende de cómo lo vivas. Frente a los recuerdos nostálgicos muchas veces el presente tiene las de perder. Quizás este Mundial no pueda escapar a la quema tampoco (por ahora, claro). El despliegue mediático es espectacular (no hay periódico sin especial sobre el Mundial). Los anuncios con la roja nos desbordan a todas horas. Nunca había visto tantos balcones engalanados con la bandera (quizás sea un institivo, y desesperado, intento de búsqueda de unión en un país medio roto). Nunca había visto tantos bares con la bandera como decoración (quizás sea una llamada oportunista en busca de clientes en plena crisis, pero ¿cuando no fue así? y no recurrían a la insignia roja y gualda). Nunca había visto que se televisasen todos los partidos del Mundial.Hoy he visto por la calle gente con la cara pintada de rojo y amarillo. No eran niños. Ni tampoco era el día de una deseada final del Mundial por disputar.
Objetivamente creo que sí hay ambiente de Mundial. Incluso más que otros años. Todo lo demás es amnesia o nostalgia. Dentro de algunos años añoraremos el Mundial de Sudáfrica porque durante uno de los partidos nuestro bebé dió sus primeros pasos, o porque por fin aprobamos la tan ansiada oposición, o porque....¿dejó de llover, al menos, durante 2 días? Pero lo recordaremos con cariño y nostalgia al igual que recordamos los anteriores.
nano
PD: Respecto a las trompetas, no es por llevar la contraria pero a mí me encantan. Supongo que en el estadio debe ser un sonido horroroso. Y que sin el trabajo de los técnicos de sonido no oiríamos ni a los comentaristas. Pero, oye, los técnicos están para eso y consiguen el milagro de que el partido esté muy ambientado gracias a ese soniquete de fondo. Lo que pasa es que como a los periodistas que están allí lógicamente les molesta, y nos lo cuentan, parece que tenermos que darles la razón sin más. Pues no, por suerte o por desgracia no estamos en el estadio y por televisión, a mí particularmente, me gustan las trompetas sudafricanas.
Es una opinión, yo sigo pensando que no noto el ambiente de otros años, aunque como todo, quizás sólo sea algo subjetivo.
Un detalle, la cobertura de la sexta hace 4 años fue increíble, y si no televisó todos los partidos en abierto, al menos echaba un por día o si no en diferido el mismo día.
Otra cosa, cuando este verano las calles estén inundadas de "vuvuzelas" (tendemos a importar todo aquello inútil o que hace ruido) y no puedas dormir porque un gracioso pasa a las 2 de la mañana por la calle tocando la trompetita, igual echas de menos a un técnico que te aisla las ventanas....
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