miércoles, 22 de junio de 2011

Aprendiendo en voz alta

"Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.

Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó:
- ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
- No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije:
- "Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda."

El cuento de la rosa. Jorge Bucay


Hoy pienso que la vida casi siempre nos trata bien.

A todos, sin excepción, aunque no lo entendemos bien. Desde que nacemos vamos eligiendo senderos y dejando otros atrás. Al principio sobre todo, lo escogen otros por nosotros, lo que hace que, cuando tenemos capacidad de discernir (o eso creemos) con 15 o 16 años, podemos excusarnos ante nuestros progenitores (progenitor A y progenitor B) por la vida que no elegimos vivir y todas esas sandeces que solemos decir para tratar de hacer lo que nos da la gana.

Después pasan los años y seguimos enfrentándonos a dilemas, día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Algunas pueden no parecer importantes, otras sustanciales, sin embargo nunca sabremos cuáles realmente son las que han dirigido realmente nuestra vida hasta el día de hoy. Quizás elegir entre estudiar medicina o biología pueda parecer determinante, pero puede que lo fue más haber optado por el turno de tarde y conocer al profesor que nos alentó a seguir adelante.

El caso es que el azar, la suerte o el destino es algo que utilizamos de la forma más humanamente posible para quejarnos de lo que no tenemos, como solíamos decir cuando éramos niños, "si suspendemos es culpa del profesor, pero si aprobamos es únicamente mérito nuestro".

Estamos donde estamos por nosotros mismos. ¿Suerte? Bueno, puede ser que en la vida haya momentos en que no todo dependa de nosotros, es cierto, pero también es verdad que tampoco podemos quedarnos sentados llorando por aquello que pudo ser y no fue o lo que fue y pudo no haber sido.

Hay miles de fábulas y cuentos que tratan de enseñarnos que nuestra actitud es lo que nos hace ser lo que somos.

No soy un admirador incondicional de Jorge Bucay, porque a veces, sus enseñanzas pueden confundir y rozar el conformismo, sin embargo, "la pequeña rosa" nos debería servir de ejemplo y de guía en nuestra vida: "Tengo que conocerme a mí mismo, quererme y después, tratar de mejorar cada día".

De eso se trata, de encontrar el sentido de la vida y, ¿por qué no? de la felicidad.

Pero no os confundáis, no trato de enseñar, yo soy el pino, no la rosa... y hoy estoy aprendiendo en voz alta...


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta claro q la felicidad esta ahi, solo hay q saber mirar. Pero a veces, algun arbol te tapa la vista y necesitas q alguien te ayude a retirar el arbol q te esta tapando. Muchas veces esa ayuda viene sola, otras hay q pedirla y, a veces, eso es lo q impide nuestra felicidad.
Yo tuve un profesor q decia q la suerte es el cuidado de los detalles, vamos q en muchos casos lo q aparenta ser suerte ha sido currao currao.
En la vida tambien hay q creer en "la ley providencialista", ¿Te suena? A veces nos empeñamos en algo, cuando en mas de una ocasion "el destino" o "nuestro angel de la guarda" parece avisarnos de q ese no es el camino. O justo al reves, ¿Quien no ha tomado una decision alguna vez xq parece q te la ponen en las narices?
Lo q esta claro es q de vez en cuando hay q darle al pause y apreciar lo q tenemos, asi seremos todos mas felices. Hay q fijarse mas en uno mismo y no en los demas, puesto q no es oro todo lo q reluce.
Besitos.

pino dijo...

Una opinión de una profesional siempre es para tenerla en cuenta...
Gracias