Hoy pienso en ella y me vienen multitud de imágenes, remembranzas... y todos me hacen sonreir.
Recuerdo cuando tenía 6 años, mi madre aún no trabajaba, así que nos llevaba en el viejo seiscientos a los 4 hermanos (entonces no había silletas ni asientos limitados). Yo solía observar a mi madre cómo se arreglaba y se pintaba mientras yo terminaba el desayuno.
Un día, al llegar al colegio, mientras le daba un beso de despedida, le pregunté, "mamá, ¿por qué te pintas y te arreglas tanto sólo para traernos al colegio?". Mi madre sonrió y me dijo "¿Es que no quieres que tus compañeros digan: mira qué madre más guapa tienes?".
Yo le sonreí y me fui algo contrariado... "qué tontería!", pensé, "pero si ella siempre está guapa!"
Recuerdo las tardes de viernes, cuando nos íbamos al parque a jugar las 4 fierecillas y volvíamos a casa. Parece que estoy viviendo ese instante. Ya había anochecido y al abrir la puerta, toda la casa estaba a oscuras, tan sólo una pequeña luz del salón se veía al fondo del pasillo.Yo sabía que mi madre estaba allí y al acercarme, la veía sentada en el sillón leyendo un libro, en silencio. "Pobrecita", pensaba "la hemos dejado aquí sola y aburrida" y corría abalanzándome sobre ella e inundándola a besos.
Ahora desde la perspectiva que dan los años, me doy cuenta de que aquel era su único rato de paz de descanso en toda la semana, y sin embargo, al llegar de la calle y romper con nuestros gritos su efímera armonía, jamás tuvo una mala palabra o un mal gesto, todo lo contrario, siempre tenía guardada su sutil y cariñosa sonrisa.
Las anginas y yo fuimos muy amigas en mis años de infancia. De aquellos días, con 40 grados de fiebre y metido en la cama, con mi madre siempre pendiente, reconozco una maldad. De vez en cuando deshacía la cama a propósito y entonces llegaba mi madre y con mucha paciencia me la volvía a hacer.
"No te muevas" me decía. Entonces, con mucho cuidado, me echaba la sábana por encima (aún recuerdo el escalofrío que sentía con el pequeño aire frío que el movimiento de la sábana me producía), después me colocaba la manta y finalmente me regalaba el ansiado beso de Azur de Puig, su colonia, que yo tanto deseaba.
Y hoy sigo teniendo muchos recuerdos, he crecido y ya no padezco tan frecuentemente anginas, ni por desgracia, mi mamá me hace la cama conmigo dentro. Pero aún así, a veces la veo arreglarse, y me asomo escondido mientras se pinta y pienso: "qué tontería, si mi mamá siempre está guapa!"
4 comentarios:
Guapa no, guapísima!
PD: Tu mejor poesía.
¿A que no sabes qué colonia uso ahora?
Se te ha olvidado ese libro de pasatiempos que nos compraba cuando estábamos malitos, je,je.
Y también que ahora nos sigue mimando (comprandote kit kat, mimando a nuestros niños...).
Precioso! Enhorabuena!
¡Que suerte (o no suerte si no mucho y buen trabajo) tiene tu madre!
Da gusto leer cosas así... ¿Y la mano de madre sobre la frente para "ver la fiebre"? A mi me curaba solo con esa presión...ahora lo llaman reiki : )
Gracias por vuestros comentarios. Podría comentar muchos otros recuerdos y vivencias, pero entonces tendría que escribir un libro...
Lo de la frente es totalmente cierto...y lo de los kit kat también!
Publicar un comentario