"¿Lo han entendido? ¿lo han entendido? ¿Sí? Pues esto, esto (golpeando la pizarra), no vale para nada. Lo que vale es que ustedes son mejores y que estoy hasta los huevos de perder con éstos, en este campo. Ustedes son el Atlético de Madrid y hay 50.000 dentro que van a morir por ustedes. Por ellos, por la camiseta, por su orgullo, hay que salir y decir en el campo que sólo hay un campeón... y va de rojo y blanco"
Estadio Santiago Bernabeu, discurso previo a la final de la Copa del Rey del 92 de Luis Aragonés.
Unos lo llamaban "el sabio", pero a él le gustaba más el apodo de Zapatones, porque decía que él no sabía nada de nada. Así era él, un tipo chulo, (inevitable, siendo del mismo Hortaleza madrileño), y sin embargo, con un toque de humildad con el que conseguía caer simpático a todo el mundo.
Esta muerte me entristece, además de por el fallecimiento de una figura histórica para el fútbol español, por lo simbólico del momento en que se produce.
Hace tiempo que, en mi opinión, la burbuja futbolística española está al borde del precipicio. Y es precisamente en estos últimos meses, cuando parece que el alfiler que la hará reventar ya está lo suficientemente afilado. El que grandes figuras españolas empezasen a emigrar a otras ligas y que jugadores de categorías inferiores también se viesen obligados a hacer las maletas para desembarcar en equipos de segunda en ligas y países exóticos, sólo era una señal. Al igual que la quiebra de equipos pequeños que durante décadas estuvieron jugando por encima de sus posibilidades.
Pero primero lo de Messi y su affaire con Hacienda, luego Rossell y su cagada madriditista y ahora lo del Rácing de Santander, me hacen reafirmarme en mi sensación agorera de que la otrora liga de estrellas está a punto de extinguirse, tras su fase de gigante roja.
Y ahora se nos va una especie en extinción, uno de esos tipos que amas u odias, pero que no pasa indiferente.
Ya como jugador fue peculiar, pues aunque empezó como interior, con los años y con su capacidad de adaptarse y de liderar, se reconvirtió en cerebro del equipo, además de marcar goles, hasta el punto de conseguir el Trofeo Pichichi compartiéndolo con Amaro y Gárate.
Pero donde realmente se descubrió como genio y figura fue en su etapa de entrenador. Tipo impulsivo, campechano pero también estricto a la hora de exigir a sus pupilos, dejó múltiples anécdotas para el recuerdo, como su relación de amor-odio con Etoo, por ejemplo. Para los anales quedará aquella imagen en la que el bueno de Luis, harto de los aspavientos del camerunés, se fue para él y lo cogió de las solapas, ante la cara de sorpresa del propio jugador, petrificado hasta el punto de parecer esperar una bofetada, como un niño travieso que sabe que se ha portado mal. Con razón años más tarde, el propio Etoo se referiría a él como "mi padre".
Hoy el fútbol se ha mediatizado de tal forma que los jugadores hablan en el campo tapándose la boca para que no se transcriba lo que dicen, y que los entrenadores se han convertido en arquitectos del balón, estudiosos de la estrategia y en diplomáticos del micrófono, y por eso ya se echa en falta un Zapatones sincero y espontáneo, alguien que diga lo que piensa, como cuando le preguntaron en una concentración de la Selección por una salida nocturna de Sergio Ramos y él, con su mueca sarcástica de costumbre espetó un "era su día libre, y no me encontró usted a mi en una discoteca en mi día libre de milagro". Y para terminar de poner su firma, afirmó:"Tienen un día libre con sus mujeres... y lo que sea. Pueden hacer lo que quieran y lo que deseen... primero porque estar conmigo es para cagarse".
Un entrenador que gritaba y sudaba en el campo y que por eso defendía que el entrenador estuviese en el banquillo con chándal, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo, ya que un entrenador vestido de Armani no termina de combinar con los colores del deporte.
Él no entraba en esta burbuja en que se ha convertido el fútbol, con razón le dijo al Rey en la entrega de la medalla de oro deportiva: "¿No sería mejor que nos diera un poco de dinero mensualmente?. Y por eso sospecho que se fue antes de tiempo, temblando ante el derrumbamiento de una criatura que él amaba, pero que se había convertido en un monstruo con el que ya no se identificaba para no verla morir, víctima de su propio éxito.
Tan rústico como aparentaba, sin embargo, su puesta en práctica del liderazgo es digna de los mejores manuales. Recuerdo las frases de una de mis profesoras de Coaching, siempre me decía que sacara provecho de mis virtudes, "conócete y no trates de ser lo que no eres, al contrario, utiliza tus habilidades como auténticas armas, hasta conseguir tu objetivo", me decía ella, justo tal y como lo hacía él. Minutos antes de la final de la Eurocopa del 2008, ante la todopoderosa Alemania. Un vestuario español lleno de nervios y de talento, con unos jugadores conocedores de una historia que siempre había sido cruel con la Roja (término que él mismo acuñó), agarrotados y anegados de responsabilidad. Y en aquella última charla, entre palabras de ánimo y algunas instrucciones técnicas de última hora, Luis Aragonés, serio y circunspecto, les advierte de "Wallace". Los jugadores, contrariados, se miran de soslayo pero callan, no es momento de risas... pero él vuelve a repetir el nombre de Wallace. Esta vez, los jugadores sonríen, algunos incluso dejan escapar una carcajada. Estaba claro, el abuelo había llamado Wallace a la estrella alemana Ballack. En realidad no fue un lapsus, ni tampoco chocheaba, fue un guiño del sabio para conseguir que aquellos 11 jugadores salieran al campo con una sonrisa, olvidando por un momento, aquella tensión que tanto les atenazaba, después vino Torres y lo demás ya es historia, nuestra historia.
Hoy sólo conozco un entrenador de sus mismas características, Paco Jémez, lo cual me entristece, porque eso significa que el fútbol pierde algo más que un simple entrenador, porque se va parte de su esencia, una esencia que no encuentra sustituto.
Aún así, lo dejaremos que viaje a un lugar donde seguro que hay balones de fútbol y ruletas, que también le gustaban un rato, seguro de que preferirá que le despida con un grosero pero cariñoso "a tomar por culo" que con un simple "adiós y gracias", porque como él mismo decía "digo más veces a tomar por culo que bueno días"...
1 comentario:
Sabes que no me gusta nada el fútbol, es mas, gracias a esa burbuja que comentas y que yo veo y padezco hace mas años aún, me gustaría que lo prohibiesen durante un tiempo (es un decir, entiéndanme, solo quiero que sepan cuán poco me gusta)...pero aún así...CÓMO ME HA GUSTADO LUIS ARAGONÉS, y por tanto, tu dedicatoria...GRACIAS!
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