miércoles, 15 de enero de 2014

La violencia poco resuelve

Hoy pienso que viendo lo de Burgos y la que han montado los vecinos por el proyecto de un boulevard en una de las calles más céntricas de la ciudad me trae a la memoria cierto día que leyendo el periódico en una céntrica plaza de Murcia, peatonal, llena de vida y encanto, leí con detenimiento las efemérides de ese día. Ya sabéis, esa nota curiosa que algunos periódicos siguen manteniendo donde resaltan las noticias que publicaron hace 25, 50 o incluso 75 años (no sé por qué se ha perdido esa tradición en los rotativos, a mi me encanta verlo).

El caso es que justo ese día, hacia 25 años, los vecinos de esa plaza "de las Flores", para más señas, se manifestaban en contra de las obras de peatonalización que el ayuntamiento iba a comenzar, temerosos de que dicha obra trajese la ruina a los comercios de la zona.

En ese momento, sentado en la cafetería, un poco antes de mediodía, vislumbraba la plaza, azotada de gente que paseaba, palomas que se posaban valientes en el empedrado, varias cafeterías rebosantes de clientes y algún kiosco de flores que le da nombre a la plaza.

Miedos infundados, pensé. Esos miedos inherentes al ser humano y que quedaron tatuados en aquel dicho de "más vale malo conocido que bueno por conocer" como forma de consuelo ante cualquier cambio que, por su propio significado, implica un desenlace distinto al actual.

En Jaén, hace un años, nadie quería un Centro Comercial. "¡Vade retro, Satanás! ¡Acabará con el pequeño comercio! ¡Será la ruina de esta ciudad!" .

Al final se construyó, era un Pryca de los de antes con cuatro tiendas a su alrededor. Hoy Jaén es de las pocas capitales de provincia que aún no tiene un gran Centro Comercial, y aquel pequeño Centro hoy se ha quedado muy pequeño para toda una ciudad. Y es que en la cruz llevamos nuestra penitencia...

En Burgos no sé si es necesario un Boulevard, no tengo información suficiente para emitir una opinión fiable, aunque me cuentan que el problema del tráfico y del aparcamiento en esa zona es un mal endémico, al que, como a todo ese tipo de males, la gente se ha acostumbrado y ha buscado sus soluciones, malamente paliativas y perdurablemente provisionales, pero a ellos les sirve, y claro, todo lo que sea cambiar eso, supone recurrir al dicho del "malo conocido...", y así mejor seguir con la "tercera fila", que me cuentan es toda una institución, y que por las noches la segunda fila está consolidada hasta tal punto, que ya de madrugada te encuentras a los conductores empujando los coches (que se dejan en punto muerto a propósito) como una hábito más en la rutina matutina para ir al trabajo.

Como digo, a pesar de la tentación, no me pronunciaré sobre las bondades o los perjuicios de esa obra, pero sí lo haré sobre las protestas que ha causado en ese barrio de Gamonal.

En estos tiempos de crisis no sólo económica y financiera, sino política e institucional, he escuchado muchas veces eso de que el pueblo tiene que salir a la calle y liarse a tiros para cambiar esto.

Creo firmemente que la protesta de la calle es saludable e incluso necesaria, pero nunca debe derivar en violencia, porque corremos el riesgo de justificar e incluso legitimar la barbarie, y eso, tarde o temprano se vuelve contra la propia sociedad.

En estos casos siempre recuerdo aquella película de Clint Eastwood, mi Tito Clint, "cometieron dos errores" se tradujo al castellano la original "Hang'em up" en la que un hombre es acusado de robar ganado, por lo que al ser capturado y en pleno calentón, no dudan en ahorcarlo. ¡justicia! Clamaban aquellos hombres. Tenían que darle una lección a aquel forajido que trató de arrebatarles el pan y el fruto del trabajo de muchos meses.

La violencia, el linchamiento, estaba más que justificado para aquellos vaqueros que creían llevar toda la razón. El problema, es que estaban equivocados...

Salvando las distancias, ese es el argumento de ETA y de cualquier grupo terrorista: "secuestrar, matar o extorsionar está justificado porque es la única forma de hacernos oír y de que nuestra razón triunfe", porque no os quepa la menor duda de que ellos piensan que llevan razón y que sólo piden justicia, su justicia.

Lo de Gamonal es muy triste. Lo siento, demagogos, pero no puedo aprobarlo, y creo que el ayuntamiento de Burgos tiene un gran problema, porque si cede a ese chantaje vandálico estará diciendo al resto de España, señores, si quieren conseguir algo acudan al ruido, al fuego y a la tropelía, que con esas armas lograrán triunfar y la historia demuestra que no es así, porque como decía Martín Luther King, "la violencia crea más problemas sociales de los que resuelve".




martes, 7 de enero de 2014

Iglesias aparte, Don Francisco es un crack

"Soy despierto y sé moverme, pero también soy bastante ingenuo (...) y soy un indisciplinado nato, nato, nato"
Papa Francisco

Hoy pienso que para iniciar este nuevo año aquí en mi mundo epistolarmente cibernético tengo que hacerlo con optimismo, primero porque es como me siento siempre que veo nacer una lozana añada, pero también porque creo firmemente que la actitud determina la casi totalidad de nuestro destino.

Y ahí es donde me viene a la cabeza este nuevo Papa que el ya vetusto 2013 nos ha traído. Un genio del marketing para algunos, un sacerdote sincero para otros e incluso un santo en vida para algunos.

Sea lo que sea, nadie le puede quitar el mérito de conseguir atraer una mirada simpática por todo el mundo, católicos y no católicos, creyentes y también ateos. Y eso, con la que está cayendo, donde todo es negro o blanco, no es nada fácil.

Los primeros días, sinceramente, pensé que aquellos gestos iniciales, como el de ir a recoger sus pertenencias al hostal en el que se hospedaba durante el cónclave, incluso pagando él mismo la cuenta, o aquel cambio del ostentoso trono papal por un austero sillón blanco no dejaban de ser guiños estudiados  que trataban de mandar un mensaje claro. Cosa, por otro lado, que veía normal y positiva, ¿por qué no? 

Pero siguen pasando los meses y este Papa, al que dicen que gusta llamarse Francisco a secas, sigue marcando diferencias. Aquella conversación con el contestador automático de unas monjitas de Lucena a las que llamaba para felicitar la Navidad, consiguió arrancarme una sonrisa... "¿dónde estarán estas monjas, que no pueden atender? Soy el Papa Francisco ya llamaré más tarde". Yo, que he visto, y sigo viendo, a muchos mediocres y mediocras (va por ti, Bibi) utilizar secretaria o secretario (Soraya, ésta va por ti también) para contactar vía telefónica, me sorprendió que él mismo marcase y llamase directamente, pero aún más, ese tono humilde y jocoso que le delata y que nadie es capaz de fingir. Aún así, lo mejor de todo es que volvió a llamar por la tarde y consiguió hablar con ellas.

Hoy leo que ayer Francisco volvió a liarla presentándose en un pesebre viviente de una pequeña parroquia romana en su Ford Focus azul.

Fue Demóstenes quien dijo que las palabras que no van seguidas de hechos no sirven para nada, así que en este caso, son sus hechos los que van seguidos de sus palabras, por lo que creo que también es importante destacar el contenido de los discursos y comentarios de este singular Papa. Además, su forma de ser se acompaña de su nacionalidad, y es que el hecho de ser argentino le dota de un plus para sentirse atraído por tan interesante oratoria. Su énfasis del papel del importante papel de la mujer en la Iglesia, la puerta que ha comenzado a abrir a la homosexualidad, su compromiso real para combatir la pobreza, su interés por abrir la Iglesia a todos los ciudadanos, su respeto hacia la Ciencia...

En estos tiempos que corren, su mérito no es haber conseguido humanizar la figura del Papa, algo ya de por sí difícil, sino que un líder social, religioso y político haya conseguido llegar a todo tipo de gente. En estos tiempos que corren, donde el alcalde de un pueblo de 1.000 habitantes cuenta con chófer propio y es imposible hablar con él incluso por teléfono, toparse con un líder mundial que practica la humildad en la teoría y en la práctica, tiene un valor añadido y que requiere ser reconocido. 

Yo reconozco que aunque me tenía ya encandilado, el día que terminó de ganarme fue cuando en su encuentro con el presidente venezolano Maduro, Don Francisco le dijo "rece por mi.... pero rece a favor, no en contra, eh?"

En este caso, no importa si soy católico, si creo o no creo o si comulgo o no comulgo con la doctrina eclesiástica, porque eso es lo de menos, Iglesias aparte Don Francisco es un crack y eso es lo de más.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Mi caco preferido

Hoy pienso que a lo largo de la historia siempre ha habido ladrones que han caído bien, y así, su condición de delincuente ha quedado en un segundo plano, primando otra de sus facetas. 

Imagino que el primer ladrón bueno de la historia fue aquel al que Jesús le regaló descansar a su vera allí arriba y a partir de ahí, durante siglos ha habido todo tipo de ladrones. Ladrones justos, como Robin Hood, ladrones valientes, como Billy el Niño, ladrones románticos como Bonnie y Clide o ladrones con doble rasero, como Francis Drake, un héroe para los ingleses y un villano para los españoles.

Precisamente nosotros, los españoles somos expertos en ladrones buenos. Tenemos nuestro bandolero, Luis Candelas, un pobre ladronzuelo con cara de pena, Lute, un analfabeto descarado, el Vaquilla y por supuesto, nuestro bizco favorito, cuyas vacaciones en Brasil, en cierta forma las disfrutamos todos, nuestro Dioni. Imagino que forma parte de nuestra idiosincrasia. Los americanos tienen a Harry el Sucio, nosotros a Curro Jiménez, cuestión de gustos.

Sin embargo, hoy he conocido a mi héroe chorizo particular, y además de Jaén... ni pollas!

Se trata de un caco a domicilio, quien en plena faena, descubre unas cintas de vídeo con las imágenes más canallas que alguien, incluso un maleante, se puede encontrar. Imagino su cara, cuando al llegar a su casa, con el preciado botín, enchufa una de las cintas y sorprendido, descubre cómo su víctima es un pederasta consumado. ¿Pederasta? Qué palabra más light para describir a un hijo de puta redomado...

El caso es que nuestro protagonista es un saqueador, pero humano, y su código deontológico no le permitía dejar a ese hombre impune. Así que ni corto ni perezoso, realiza una llamada anónima a la policía y les deja debajo de un coche un sobre con las malditas cintas y una nota escrita en la que decía "he tenido la desgracia de que han caído las cintas en mis manos y me veo en la obligación de presentarlas dejando que ustedes hagan su trabajo y puedan meter a ese... en la cárcel de por vida".

Aparte de su refinamiento con los puntos suspensivos y de no cometer una sóla falta de ortografía, su coraje y su valentía para denunciar a ese impresentable lo hacen digno merecedor de todo mi adulación, admiración e idolatría. Lo siento, queridos López Vázquez, Fernán Gómez, Aleixandre y resto de cacos oficinistas. Perdóname incluso tú, querido Jesús Gil, pero este ratero pasa a mi altar particular.

Y ahora, con suerte, la policía consigue armarse de pruebas, el juez logra condenar a este malnacido y ningún tribunal europeo permite que vuelva a ver la luz del día. Por lo demás, ojalá sus vícitmas puedan volver a cerrar los ojos una noche y no sentir un escalofrío al recordar su cara.

Y si algún día, mi ladrón favorito lee esto, le invito a que me meta la mano en el bolsillo sigilosamente y prometo mirar para otro lado mientras me roba la cartera... 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Es la actitud, estúpido cáncer

Hoy pienso que ella tenía tantaytantos años, aunque aparentaba alguno menos.

Con tanto temperamento como simpatía, esas eran sus dos grandes virtudes y sus dos peores defectos, cosas de la gente con estrella. Y claro, como no podía ser de otra manera, en seguida conectamos. Imagino que será mi sexto sentido para arrimarme a ese tipo de personas que mucha gente no soporta y otros temen, pero que, sin embargo, están tocados con un halo de gloria y cuyo mérito reside en que nadie le regala, porque todo lo que consiguen lo hacen a base de esfuerzo y trabajo.

Un día me llamó por teléfono, y así, con su basta franqueza, esa que tan poco gustaba a muchos, pero que la hacía transparéntemente sincera y limpia, me lo soltó a bocajarro.

- Buenas, llamo para pedirte disculpas. -Me dijo.-Voy a tener que dejarte tirado en la reunión de mañana. Lo siento de veras, pero no podré asistir y tendrás que ir sólo".

Llevábamos más de dos meses preparando aquel evento, un acto al que irían más de 30 invitados de varios países europeos, y que habíamos estado coordinando ambos, cada uno desde su área.

- ¿Y eso? ¿Te ha surgido un plan más interesante? ¿Me dejas por otro?. -Le contesté con cierta sorna.

- No, es que el otro día me noté un bulto en el pecho, me he hecho unas pruebas y tiene mala pinta. Esta semana me dan los resultados y la verdad, no estoy para charlas y sonrisitas.

Me dejó helado, con la boca abierta y sin una palabra acertada que decir. Si hay algo para lo que no sirvo es para este tipo de situaciones. Le dije que no pasaría nada, que seguro que al final no era nada y todo quedaba en un susto. Pero ella con su dureza innata, me dijo la cosa pintaba mal pero que estuviese tranquilo, que no pasaba nada, que ya estaba preparada para lo peor, aunque es cierto que estaba algo asustada y que ir a un evento de ese tipo no era lo más adecuado.

Ahí la tenéis, afrontando un posible tumor maligno, y era ella la que estaba disculpándose y tratando de tranquilizarme, hay que joderse, pensé.

Recuerdo que al colgar el teléfono, me quedé un rato callado, sin hacer nada, sentado en mi despacho, sorprendido, pero al mismo tiempo admirado. Esta mujer era increíble, en un momento así, fue capaz de reconocer su miedo, sincera y serenamente, mientras me hablaba de manera pausada y sensata,  mostrando sensibilidad, sin querer dar pena,  pero sin tratar de esconder sus sentimientos.

Los peores augurios se hicieron realidad, le detectaron un cáncer de mama. Lo demás, como en todos estos casos, vino rodado, pruebas, más pruebas y calendario para operación, quimio...

Durante todo ese tiempo, mi destino cambiaba y dejaba Madrid, así que un par de semanas antes la llamé para decirle que volvía a mi tierra, Jaén. Le dije que quería despedirme de ella, tomarme una cerveza y reírnos del mundo y algunos de sus habitantes con nombre y apellidos, como solíamos hacer cuando nos juntábamos.

Como era habitual, me contó sus experiencias, sus encuentros y desencuentros con los médicos y sus distintas reacciones ante el dichoso veneno que tanto daño le hacía pero que paradójicamente le salvaría la vida.

Nos juntamos un día, el día que ella quiso, el día que ella sacó fuerzas. -Iré con peluca, espero que no te asustes. - Me dijo, así, con su escasa sutileza.

- No lo digo por decir, estás más guapa y radiante que nunca. Algo más delgada, vale, pero tu piel está como más suave, más brillante.

- Bueno, eso es porque al dejar el alcohol y comer tan sano, estoy descubriendo sus beneficios. Es cierto, mi cuerpo se siente bien, y eso se nota.

Así es ella, siempre sacando el lado positivo de las cosas. Y así estuvimos toda la noche, un rato corto, porque estaba agotada, pero intenso. Nos reímos de su cambio de look, pasando de un pelo largo rizado a un pelo también largo, pero liso que además no le quedaba nada mal.

-Mi madre, a la que no le he dicho nada de mi historia, me regañó por lo del pelo. ¿Pero qué te has hecho, niña? Me dijo. No se dio cuenta de que era un peluca.

- Es que yo, por mucho que miro y remiro, no termino de creerme que es un peluca. Te queda fantástica, en serio.- Le dije, y lo sentía de veras.

Ahora en la distancia, seguimos wassupeando, está a punto de ver el final del túnel y todo va según lo previsto. No podía ser de otra manera. Es la actitud, estúpido cáncer, diría Bill Clinton. Mi amiga lo tiene todo, fuerza, carácter y una gran capacidad de sufrimiento. Esta vez, desgraciado cáncer, te equivocaste de víctima.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Difama que algo queda

Hoy pienso que cuentan que la Revolución Francesa no se fraguó en los despachos de Danton, Robespierre o Marat, tampoco triunfó gracias a los libros y las ideas de Descartes, Voltaire o Montesquieu y ni tan siquiera la cruel limpieza social llevada a cabo por los Sans-Culotte fue decisiva En realidad, el punto culminante tuvo lugar algunos años antes cuando un grupo de escritores inundó el mercado con obras que pretendían exponer el perverso comportamiento de los nobles, aristócratas y demás grandes de aquella Francia todavía monárquica. Estas historias, basadas en rumores y a veces en la simple imaginación del autor, "revelaban" secretos de los reyes y sus amantes, actividades lascivas y extravagantes de una reina impopular cuyo mayor pecado fue nacer en el extranjero, asuntillos de los aristócratas y de hombres de mundo convertidos en grandes relatos llenos de morbo y sedición. Había nacido la difamación como arma de manipulación.

El otro día, leí en el periódico una noticia relacionada con el Mercadona que me trajo a la mente aquel origen de la difamación.

Hace ya casi 12 años que descubrí este supermercado. Recién mudado a Santa Pola, pueblo de playa veraniego, poblado y con mucho movimiento, sin embargo en invierno tornaba a una cara mucho más desolada. Un Dia, varias tiendas de ultramarinos y un supermercado desconocido con letras verdes, desconocido para mí, era toda la oferta para hacerme con las viandas diarias.

Fue un amor a primera vista. Sus dependientes, profesionales, simpáticos y diligentes, sus estanterías tan limpias, precios competitivos y una marca blanca, propia, de verdadera calidad, que además no escondía el verdadero origen del producto.

Han pasado los años y aquel supermercado, al igual que su dueño y creador, se han hecho muy conocidos y populares. ¿quién no tiene hoy un mercadona al lado de casa? ¿quién no ha probado algún producto Hacendado?. 

El caso es que Don Juan Roig, desde hace tiempo ha venido innovando para conseguir ese éxito del que su cadena de supermercados disfruta hoy día. Esa innovación, como todas, no ha sido fácil. Ha supuesto, por ejemplo, enfrentamientos con grandes marcas, para que bajaran sus precios y poder seguir siendo un supermercado competitivo, además de una gran inversión inmobiliaria. Pero ahí está, una empresa española que hoy compite con grandes multinacionales internacionales.

No obstante, me he debido perder algo por el camino, ya que durante todos estos años, también he asistido a campañas de difamación contra su política de hacer negocios, denunciando, por ejemplo, que los trabajadores eran explotados mediante contratos basura y exigencias infrahumanas... No puedo decir nada al respecto, aunque un día, hablando con un trabajador de allí me decía que era todo lo contrario, que las mujeres gozan de grandes privilegios en caso de quedarse embarazadas, que los sueldos son muy razonables y que en general, no tenía queja. 

Sin embargo, hace unos meses, también leí una noticia en varios diarios, además de llegarme a través del whatsApp y por algunas redes sociales. Se trataba de la compra de aceite que Mercadona hacía para luego venderlo como marca blanca. Como digo, fue una noticia que incluso se publicó en diarios digitales como Alerta Digital, criticando que compraban aceite africano y que lo envasaban en Portugal.

Hoy leo con satisfacción e inmensa alegría que la propia envasadora que le vende el aceite a Mercadona anuncia que este año le ha vendido 90 millones de kilos de aceite virgen extra. Aceite de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid. Esta vez no es un bulo, nada de mentiras ni rumores, una información seria, la verdad. Sin envasadoras en Portugal o aceite africano.

Es curioso que incluso hay una página web que se denomina boicotmercadona. Quizás me falta información, quizás soy un ignorante, pero hasta donde llega mi percepción de mero consumidor, Mercadona se ha hecho algo más que un hueco en el difícil sector de la alimentación a base de trabajo, innovación y calidad.

Lástima que siempre haya otros intereses que traten de aniquilar lo que en el fondo, es bueno para todos... o para casi todos, claro... 

jueves, 21 de noviembre de 2013

Las razones haberlas haylas

Hoy pienso que dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos. Yo no lo creo, más bien considero que el sentido común simplemente está condicionado por el propio interés. Por eso cuando dicen que hay razones que la razón no entiende, yo siempre respondo "claro que sí, claro que la entiende"

Nunca he entendido, por ejemplo, la razón del reciclaje del vidrio. Recuerdo, siendo un adolescente, cuando el botellón consistía en un litro de cerveza a compartir "a morro" entre 5 amigos. Comprábamos el susodicho a 100 pesetas, de las cuales nos reintegraban 20 si posteriormente devolvíamos el envase vacío. Os puedo asegurar que teníamos mucho cuidado en no romper un envase o dejarlo "olvidado" en el banco del parque...

Era así de simple, el litro pasaba del fabricante al tendero y de éste a nosotros y una vez consumido (bebido, en este caso) se revertía el proceso. Después el fabricante sólo tenía que lavarlo y reutilizarlo. 

Hoy, el proceso se ha complicado, ahora nos cobran un euro y pico (en pesetas unas 200, echen cuentas), y no te reintegran nada, pero eso sí, eres tú el obligado moral, y ya en algunos casos el obligado legal, el que tiene que devolverlo a un contenedor de reciclaje.

Ese contenedor pertenece a una empresa, que se encarga de reconvertir todo el vidrio y reciclarlo, de forma que se puedan construir nuevas botellas a partir de un material reutilizado.

Todo muy verde, muy ecológico nos dicen, pero al final, hemos llegado a un proceso mucho más complicado que, además supone un mayor gasto de material y un coste infinitamente superior... Que, por supuesto acaba repercutiendo en el consumidor. ¿Sentido común? Para alguien lo tiene, traducido en euros, claro.

Por cierto, ahora los parques, o botellódromo como se llaman ahora, no acaban precisamente limpios.... Aunque ZP podría decirme que eso es creación de empleo, el de los limpiadores municipales, puro plan E gracias a la divina adolescencia.

Hace tan sólo unos días, el Gobierno ha prohibido que en los bares se rellenen las aceiteras. Para alguien de Jaén, donde las tostadas con aceite son dieta obligada, tengo que decir que lo veo con poco sentido común... Lo digo como consumidor, claro. Quiero decir que hasta ahora, cuando yo iba a un bar, pedía una tostada y yo me echaba el aceite en la cantidad que quería ("free refill" que dirían los americanos). En caso de que el aceite no me gustase o notase que era de baja calidad, lo tenía fácil, no volvía a ese garito. 

Ahora, por ley, todos tendrán que disponer de esos pequeños envases de aceite, que son como capsulitas, lo que conlleva que si el usuario quiere sólo un poco de aceite, el resto lo desechará, yendo directamente a la basura, aunque él lo seguirá pagando, claro.

Esto también supondrá un gasto nuevo, el del propio envase de plástico, que también pagará el usuario, por supuesto. Esto tiene mucho sentido común, sobre todo para el fabricante de envases... Quizás soy demasiado suspicaz, imagino que el Estado mira por mi salud, sabedor de que yo no me valgo ni tengo criterio para cuidar de mí mismo... De todas maneras, a estas alturas, me conformo con que no me obliguen a llevar, tras el desayuno, los envases a uno de los contenedores...

Hoy leo que el PSOE votará en contra de la propuesta de UPyD para que los etarras excarcelados gracias a la doctrina Parot no cobren el subsidio de desempleo. Propuesta fundamentada en dos razones, primero por las deudas impagadas que estos asesinos tienen con sus víctimas y también por su falta de arrepentimiento, lo cual hace incongruente el argumento del PSOE de que esta prohibición  conculca el derecho a la reinserción.  ¿Razones? Ojalá algún día me encuentre a Rubalcaba tomando un café y me las explique...a la cápsula de aceite invito yo, faltaría más.

Paso de página y veo que el Gobierno norteamericano niega que Obama vaya a pedir perdón por la invasión a Afganistán, señalando que la mayoría de sus ciudadanos están en contra de dichas disculpas e imagino nuestro sentido común español... A estas alturas, en España el Presidente tendría que haber suplicado, rogado y haberse fustigado públicamente ante el mandatario afgano para merecer su perdón, ante nuestra cara orgullosa y complacida por la muestra de bondad infinita española... y es que esto del sentido común es algo tan complicado... Como las razones que uno no entiende, pero que haberlas siempre haylas, como las brujas.

lunes, 11 de noviembre de 2013

El piano como arma blanca

Hoy pienso que criticamos a la Señora Justicia. Le reprochamos su parsimonia, hasta que entendemos que justo cuando debe quedarse en la cama perezosa es cuando actúa rauda y veloz consiguiendo una sonrisa que nos repugna a la mayoría. 

A veces la criticamos por adúltera, imaginando que nos engaña con el vecino guapo y rico, ese que haga lo que haga siempre estará bien, recordando lo que nos cuesta sacarle un piropo para nosotros...

En fin, esta mujer de ojos vendados tiene la culpa de todo... Sin embargo, a veces llegan a sus oídos (hasta hoy sigue ciega, esperemos que siga así por mucho tiempo) casos como el de Puigcerdá, donde una vecina ha demandado a su aledaña por tocar el piano. Y es entonces, sólo entonces cuando imagino a nuestra dama diciendo: "Esta es la clase de justicia que deseáis, pero yo me pregunto, cual es la que vosotros os merecéis?"

Y me viene a la mente esos asesinos que salen incólumes, de su Spá presidiario, enseñando dientes en nombre de Parot, y sí, la Pantoja llevaba razón, ¡claro que me jode!. Y mi cabeza sigue poniendo caras, esos personajes que se siguen pitorreando del dolor de unos padres que suplican por poder dar descanso a los restos de su pequeña...

Sí señores, en este país podemos gritar goles sin rubor hasta quedarnos roncos. Tenemos licencia para sacar pecho en el ascensor ante el vecino de tabique, por haber conseguido la noche anterior que nuestra compañera de lecho cántase ópera con una sóla nota al ritmo de los muelles del catre. Y también, por supuesto, es legítimo poner Salsa Rosa a un volumen elevado, porque sería imperdonable perderse los detalles del embarazo de Chabelita.

Sin embargo, no toques el piano, porque si no es pecado, sí puede ser considerado delito. Al menos eso es lo que opina la fiscalía y la acusación particular, que solicitan siete años y medio de cárcel para una, entonces, estudiante de piano (hoy ya profesional) que practicaba 8 horas al día.

Es lo que tiene la incultura, con unos mínimos conocimientos musicales, podrían haberle acusado con agravantes: la irreverencia de las composiciones de Liszt o la energía de Beethoven bien valen 3 años más de cárcel... 

No es sólo que fuese molesto, es que la pobre vecina ha afirmado que esos horribles ruidos le han causado una "lesión psíquica consistente en un trastorno adaptativo con síntomas de ansiedad reactivo al estrés ambiental de tipo auditivo”, lo que hizo que tuviera síntomas como alteración del sueño, nerviosismo, ansiedad, episodios de pánico e incluso problemas de gestación en los últimos meses del embarazo de su hijo.

Yo lo entiendo, si te toca vivir escuchando un golpeo de balón continuo noche y día de un niño, no es para tanto, ¡imagina que llega a ser un Cristiano Ronaldo! ¡Quién soy yo para frustrar semejante carrera! ¿Pero música clásica, estás de broma?

Hoy aquella niña que se sentó delante de un piano por primera vez con 6 años, tiene 28, es concertista profesional y cursa un máster en Italia... ¡Vergüenza debería darle! Menos mal que siempre queda gente de bien, que no sólo piden 7 años y medio de cárcel por su despiadado crimen sino que solicitan su inhabilitación para ejercer cualquier profesión que tenga que ver con el piano como instrumento musical durante cuatro años. "Vade retro, Satanás, ¡ya cuidamos nosotros de tú descarriada alma!"

Bueno, y ya puestos a pedir, aunque de forma desinteresada, también piden una pequeña indemnización de 9.900 €... Así, además de dejarla sin negras y corcheas, la dejamos también sin blanca...

Y es que una vecina que grita con la ventana abierta "Andreíta, comete el pollo" puede llegar a Princesa del pueblo, pero alguien que interpreta a Chopin bien merece ser la lapidada... "¡Que le corten la cabeza!" Diría la Reina de corazones de Carroll.

Yo, por sí acaso, ya le he escondido a mi hijo la flauta, no vaya a ser que le dé por querer aprobar música en el colegio, no vaya a volver a casa con una nota escarlata colgada al cuello...