martes, 15 de noviembre de 2011

Carreteras de mala muerte

Hoy pienso que ya he escrito múltiples veces sobre lo mismo, pero es que una vez más tengo que decirlo: lo del dóping es una estafa. Un quiero y no puedo. Un diabólico juego en el que la imagen lo es todo y las autoridades juegan con los deportistas y sus sacrificadas vidas como si fuesen cobayas con tal de sacar pecho de vez en cuando y decir que gracias a ellos el deporte es limpio.



Ahora el turno le toca a Alejandro Valverde. Este ciclista ha sufrido las iras de diferentes comités y tribunales, con un fin: Si él cae, nos marcamos un tanto.



Resulta que, hace ya algunos años, el nombre del murciano salió en diversos papeles inculpatorios en la famosa "Operación Puerto" y ahí es donde la UCI y la Agencia Muncial contra el dopaje vieron el camino para ensañarse contra un ciclista, español y encima de los que ganaba, qué más podían pedir!



No voy a entrar en si efectivamente se dopaba o no, porque eso no es lo importante, pero el caso es que la única prueba que encontraron para inculparlo fue su nombre escrito en distintas bolsas de sangre, de las cuales, según el Comité Olímpico Italiano, la sangre de una de ellas correspondía con su ADN. Aparte de eso, no hay más pruebas, ni siquiera indicios. Nunca ha dado un positivo en una sóla carrera y nunca se ha negado a realizar un control, de esos sorpresa que te realizan tan amablemente, a las 4 de la mañana, sacándote de tu propia cama.


El proceso estaba en plena investigación, pero el CONI (Comité Olímpico Italiano), cuál Torquemada, se saltó toda la legalidad y decidió sancionarlo antes de que el TAS dictase sentencia. No podría correr en territorio italiano y punto. Sin embargo, eso llevaba aparejada la peor de las condenas, no correr en el Tour de 2009, ya que había etapas que pasaban por Italia.



Al final, el TAS, efectivamente lo condenó, sancionándolo a 2 años de inhabilitación. Sin embargo, no contabilizaron la sanción previa italiana. Resultado: 3 años sin correr el tour.



Pero no se quedaron ahí, trataron de ir más allá saltándose de nuevo toda la legalidad, y querían arrebatarle todos los títulos ganados con anterioridad al inicio del proceso, ¿es eso merecido si de verdad se dopó? Quizás, pero eso no figura en el reglamento, y eso no ha sucedido con nadie antes, ni con los Ulrich o los Basso... ¿por qué tenía que pasar con él?



Su condena termina el 1 de enero de 2012, él sigue empeñado en seguir ganando y ha fichado por Movistar, uno de los grandes, disponiéndose a comenzar la temporada con ellos. Sin embargo, lo vigilan y persiguen para que ni siquiera entrene con sus compañeros, "no hasta el 1 de enero, tramposo! A ver si vas a volver a ganar algo y todo nuestro esfuerzo no haya servido para nada". Ni tan siquiera le dejaron acudir a la presentación del equipo y vestirse con el maillot... !que no era pedalear, que era hacerse fotos!


Yo no voy a negar que exista el doping, pero también creo que no es tan criminilazable. En mi opinión, los especialistas y médicos, tratan de sacar el máximo rendimiento de los deportistas, y para ello van hasta el límite del reglamento, no creo que traten de burlarlo premeditadamente (siempre habrá excepciones, como en todo).



En estos deportes donde la potencia y el fondo lo es casi todo, un poquito más de oxígeno en las venas puede ser la diferencia entre llegar a Alpe d´huez con los brazos en alto o irte a tu casa derrotado. Si has dedicado e incluso sacrificado tu vida entera a ese sueño, no seré yo quien critique a alguien por tratar de ayudarse de la tecnología y de la medicina, para que le ayuden a llegar a ser el mejor.


Todos los deportistas toman batidos "especiales", también toman jarabe si les duele la garganta, y seguramente codeína si tienen tos. Saben, sin embargo, que la dosis de codeína permitida es mínima. ¿Y si tu cuerpo no la absorbe esa noche? Al día siguiente das positivo y ya tenemos un nuevo tramposo a quien escupir a la cara. ¿Es eso justo?


Los ciclistas merecen un respeto, porque son chavales que, incluso estando en la elite, no tienen un sueldo equiparable con el de un jugador de fútbol de segunda división B, a pesar de lo cual entrenan prácticamente todos los días, jugándose la vida en esas carreteras de mala muerte.



Ellos no se pueden permitir el lujo de salir de discotecas y emborracharse, sacando pecho al día siguiente y decir aquello de que "no van a esperar a tener 65 años para salir de marcha". Tampoco pueden irse de vacaciones de incógnito, al menos para los vampiros, que han de estar informados donde pernoctan las 365 noches del año.



Ellos pasan de la nada al todo y del todo a la nada en cuestión de meses, y muchos se ven en el paro simplemente cuando su patrocinador deja de hacerlo, sin que haya manifestaciones masivas de apoyo en las ciudades, ni siquiera en sus carreteras de mala muerte.



Y nosotros, mientras le reímos las gracias a un rubio hermafrodita que, ebrio, choca su coche a las 4 de la mañana por una calle turca... nos indignamos y llamamos tramposos y drogadictos al pobre chaval que pasa 5 horas al día pedaleando por carreteras de mala muerte...

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