martes, 1 de diciembre de 2009

Como se entere tito Clin...

Hoy pienso que estamos a un paso de legalizar los linchamientos en determinados casos.

Me viene a la cabeza la película "Cometieron dos errores", protagonizada por Clint Eastwood, "Tito Clin" para los amigos. Con una gran carga de moralina, la película demonizaba a los malos del oeste, que, sin ningún tipo de prueba, acusaban a Tito Clin de haber robado ganado, y sin mediar palabra, lo colgaban de un árbol.

En España, con el tema de los malos tratos estamos llegando a un punto en el que todo padre es sospechoso de maltratar o abusar de su hijo con un mínimo rasguño que éste presente, pero si encima es padrastro... esa sospecha pasa a ser certeza.

Recuerdo hace unos años cuando mi mujer se vio "atacada" por un virus que le afectó a la cara, y concretamente al ojo, éste se le hinchó y se puso bastante feo. Como esto de los virus es algo bastante contagioso, mi enano, de entonces dos añitos, también sufrió la misma dolencia, con el agravante de que tan chiquitito él, daba más pena y llamaba más la atención.

Cuando fue al hospital, conforme entraba por la puerta, una enfermera, adalid y defensora de los derechos de las mujeres, la metió en una habitación y sin siquiera esperar a que un médico la examinara, le preguntó muy amablemente si quería presentar una denuncia contra su pareja.
Por suerte yo me encontraba a 330 km. la enfermera era una cantamañanas y como digo la lesión fue causada por un virus, ni tan siquiera por un golpe, por lo que la cosa quedó ahí y no pasó a mayores.

Esto viene al caso porque leo con estupor que el padrastro de la niña fallecida en Tenerife hace unos días, ha sido ingresado en un centro hospitalario tras "hundirse" por el fallecimiento de la menor y el cúmulo de errores que provocaron su detención tras ser acusado de malos tratos y abusos a la pequeña.

Diego, de 24 años, fue puesto en libertad después de ser arrestado el pasado miércoles después de que fuera acusado presuntamente de la muerte de la hija de su novia.


Aitana falleció durante la noche del jueves pasado en el Hospital Universitario de La Candelaria, en el que ingresó después de que Diego la llevase al centro de salud porque vomitaba y estaba mal.

Unos días antes Aitana ya había estado en el centro de salud, pero el médico que la atendió consideró que no tenía nada grave como consecuencia de una caída en el parque.

La segunda visita de la niña al centro de salud se produjo cuando su madre trabajaba, y el médico que la atendió consideró que Aitana había sufrido lesiones, quemaduras e incluso agresiones sexuales, por lo que Diego fue detenido.

Y aquí comenzó el circo. Gran parte de la profesión periodística y de la sociedad, y ¿por qué no? también la política, se rasgó las vestiduras, juzgando y condenando a Diego. Era el culpable de la muerte de Aitana, no había duda. Durante esos días pude leer barbaridades, atrocidades que hablaban de desgarros tanto vaginales como anales o que Diego había reconocido que la había pegado aunque no violado.

Tres días después, y con la verdad encima de la mesa, nadie reconoce que ha cometido error alguno. Ni desde los medios de comunicación ni desde la profesión médica, ni desde la clase política. Silencio. Si en un principio la moderación y la prudencia brillaron por su ausencia, ahora ... la callada por respuesta.

Con Tito Clin cometieron dos errores, aquí, por suerte para Diego, el error ha durado tres días, y es subsanable, aunque eso sí, nadie le quitará el sufrimiento y la angustia, primero de ver a su niña (aunque no fuera su hija biológica) morir y segundo por verse acusado y casi condenado por el crimen más horrible que podría imaginar.

Por suerte para todos, ni vivimos en el Oeste ni Diego es Tito Clin...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No resulta habitual tampoco una rectificación tan rápida, y de tan amplia cobertura mediática, como la que se está produciendo. Desgraciadamente, la mayoría de las ocasiones la rectificación de un error de primera plana suele escribirse en páginas interiores. ¿Qué ha pasado entonces con Diego? Lo desconozco. Desde luego, como dices, nadie ha asumido su parte de responsabilidad por lo que más que una rectificación parece que se vende una nueva y golosa noticia que ya venía teniendo mucho tirón. Aún asi, sospecho algo o, al menos, quiero pensar que hay un zorro enmascarado, misterioso y justiciero en toda esta historia que explica la rápida reacción. No sé como lo habrá hecho, pero debe haber movido los hilos de la forma más conveniente para intentar resarcir lo antes posible la inocencia, honorabilidad y, por supuesto, la integridad física del chaval. No sé, quizás esté equivocado o quizás el caso fuese demasiado evidente, pero hay un juez ahí fuera que parece haber hecho un gran trabajo. Se sabe que tomó declaración a testigos, profesores, implicados,... y nada encajaba con la acusación. Los forenses -que son médicos (lo aclaro para aquellos que hablan de corporativismo entre las denuncias por lo sucedido)- parecen haber emitido un dictamen de gran ayuda para el juez y muy esclarecedor frente a las acusaciones. En ambos casos han sabido mantenerse al margen de presiones y de juicios paralelos, actuar rápido y no generar el mínimo halo de duda. Me pregunto, ahora, quién falta. Quién ha manejado a los medios para que colaboren de forma inmediata y masiva en la difusión de su inoncencia. Lástima que su apretón en las partes a los periodistas no haya alcanzado para conseguir que la mayoría de los medios admitiese su parte de responsabilidad en todo esto.
nano
PD: Que bueno lo de Tito Clin.

pino dijo...

Supongo que en este caso, la causa de las lesiones era tan evidente que la sorpresa de los forenses tuvo que ser mayúscula.

Quizá la llamada al Juez de turno fue algo así "Señoría, alguien ha metido la pata hasta el fondo, el padrastro no tiene nada que ver con la muerte".

El Juez, de forma diligente, efectivamente actuó rápidamente, pero ¿tenía otra elección?

En cualquier caso, bien está lo que bien acaba, pero desde aquí, mi crítica a varios medios, como el diario de zamora, que incluso llegó a decir que Diego había reconocido que pegaba a la niña u otros que confirmaban los supuestos abusos sexuales.