miércoles, 24 de diciembre de 2014

Os deseo Feliz Navidad

Hoy pienso que hace exactamente 2014 años, una pareja joven, de viaje, andaba buscando refugio para poder pasar la noche que se avecinaba... él, tierno e infatigable, no cejaba en su empeño de encontrar un sitio donde ella, callada y paciente, pudiese descansar un rato...

Esta es nuestra historia, poco importa si ya en Mesopotamia celebraban en estas fechas un  festival en honor al dios Mardduk, si en la antigua Roma era Saturno el protagonista o en Persia, la actual Irán, las familas se mantenían en vigilia toda la noche, alimentando el fuego para ayudar al sol a combatir la oscuridad en su fiesta de Yalda. Los celtas celebraban el amor y la fertilidad y dioses como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio o Baco nacieron en estas mismas fechas.

Es el solsticio de invierno una fecha singular, donde la noche es más larga y el día mengua, y eso a lo largo de la historia no ha pasado desapercibido para ninguna civilización.

En China, festejan el Dong zhi o "la llegada del invierno" con una copiosa comida familiar, en la que, entre otras muchas cosas, comen Tang Yuan, unas bolas dulces de arroz que traerá, a aquel que las coma, unión familiar y prosperidad.

La Navidad puede llamarse de muchas maneras, pero en el fondo, todos celebramos lo mismo, y eso la hace más mágica aún, porque la Navidad, la Yalda iraní o lo que judíos llaman Hanukkah es una excusa para reunirnos, para valorar todo aquello que tenemos y que en el día a día pasa desapercibido, ¿qué importa cómo se llame? 

Navidad es ilusión, es convertirnos otra vez en aquellos niños que fuimos. Disfrutar con cada luz de color, cantar un villancico sin miedo ni vergüenza, olvidar rencores, compartir nuestra alegría y regalar sonrisas, muchas sonrisas.

Al final, todos ansiamos lo mismo, aunque la rutina del día a día y las dificultades que nos encontramos, nos hacen olvidar que la vida es algo que merece la pena disfrutar, sentir y compartir, y la Navidad es ese despertador que puntualmente nos lo recuerda con un timbrazo en el corazón.

Es momento de celebrar, compartir y amar. Tan mágica es la Navidad que uno es capaz de escribir algo tan cursi como esto y sentirse bien haciéndolo. Es momento de besos, abrazos, recordar a los que partieron, reencontrarse con los que en realidad nunca se fueron, dar a los que perdieron, perdonar a los que nos ofendieron, y pedir disculpas a todos los que de una forma u otra, les hicimos sentirse heridos.

Navidad, Christmas, Noël, Eguberria o Nadal, da igual cómo lo llames. No importa si eres más de Papá Noel o de los Reyes Magos, y en realidad, vale lo mismo que prefieras adornar la casa con espumillón o  pintar los cristales con figuras blancas, porque precisamente el espíritu de la Navidad es también eso, respeto, respeto por nuestras creencias, por nuestra cultura y por nuestra historia.

Recuerdo cuando era pequeño y en el colegio celebrábamos el concurso de Villancicos. Todo empezaba en noviembre, cuando en clase de música elegíamos la canción y, desde ese día, empezábamos a ensayar semana tras semana esperando con ansiedad aquel gran día. Aquel día, en cierta forma, y aunque aún quedaba mucho, la ilusión de la Navidad ya llegaba a nuestras vidas.

Hoy me da pena, mucha pena, que en los colegios públicos no haya concursos de villancicos y la Navidad no se viva con la misma intensidad con la que se hacía antaño. Hace unos días, en un ataque de sentimentalismo navideño, quise poner un portal de Belén en mi trabajo y escuché algunas quejas que sin embargo se aplacaron cuando finalmente, buscando la paz digna de estas fechas, opté por el pino con luces y bolas... no sin una mueca sarcástica, ya que, quizás, esos que esgrimieron su secular sonrisa no sabían que fue San Bonifacio, hace 13 siglos quien cristianizó esta costumbre, que venía de Alemania y donde adornaban un roble en honor al dios Odín, y lo sustituyó por un pino, cuya forma triangular representaba más fielmente la Santísima Trinidad. 

Hoy es Navidad, momento de dar la mano y dejarnos de discusiones absurdas, susceptibilidades sin sentido y argumentaciones banales. Hoy es día de querer, de sentir, de recordar y de olvidar, de compartir y de no dejar escapar, de amar, de vivir y de soñar, de comprometernos y de liberarnos, y  por eso, y porque yo lo vivo así, os lo deseo como me enseñaron mis ancestros, mis padres y abuelos, como yo lo he vivido, como yo lo siento, esperando que os llegue como lo que es, un deseo de corazón, para todos vosotros, y perdonadme si lo grito demasiado fuerte, pero no me sale de otra manera: 

¡Feliz Navidad!

  




jueves, 18 de diciembre de 2014

De turismo por Cuba

Hoy pienso que ayer escuché la peor noticia de los últimos tiempos. No, no se ha declarado la tercera guerra mundial, ni tampoco ha habido un terremoto de más de 6 puntos en la escala Richter, ni siquiera se trata de un atentado contra un rascacielos.

Ayer Obama confirmó que abre una nueva etapa de diálogo con Cuba. Han pasado 53 años desde que Eisenhower decidiera romper relaciones con aquel nuevo Gobierno que imponían dos barbudos revolucionarios, el Ché Guevara y un tal Fidel.

Llevo años diciendo que tengo que visitar aquel país. Curioso por su estilo de vida, por su cultura y alegría y, sobre todo, por su capacidad de supervivencia.

Obama me ha fastidiado el plan, ahora, cuando vaya, no podré ver esos palacios de antaño convertidos en auténticas ruinas chivatas de un sistema tan injusto como corrupto. Ya no podré sonreír al ver que sus autobuses urbanos son los autocares de los años 60 donados por pueblos como Bollullos del Condado.

Adiós al forzado talento sobresaliente. Internet dejará de tener un aliado en esas fotos que recorren las redes sociales con inventos que, por necesidad, los cubanos tenían que ingeniar, como la plancha de planchar que sirve de plancha de parrilla, la bicicleta que vestía volante en lugar de manillar, el coche utilizado de patera para llegar a la costa de la libertad o el ordenador hecho con un televisor y una máquina de escribir con el fin de leer, expresarse y sentir como un ser humano con autonomía propia.

Ya no podré sentirme multimillonario con un par de billetes de 20 € por la Isla, ostentando el poder  que otorga saber que con la cartera llena, todo cubano es capaz de cualquier cosa por una migaja de céntimo, a riesgo incluso de olvidar la dignidad para dejar por un rato la miseria. 

El turimo sexual dejará de ser un reclamo. Horror de los horrores, ¿dónde iremos ahora a aprovecharnos de la desesperación de personas de un país en decadencia?

Nuestro Willy, perderá su refugio, ese desde donde esconde su desnuda mentira, disfrazándola de una terca certeza, que sólo existe en sus palabras y que dudo que él mismo crea.

No todo está perdido, ahora que Cuba va a perder su victimismo y quizás vuelva a emerger como aquella paradisíaca isla que un día fue para sus propios habitantes, a nosotros siempre nos quedará Venezuela, la gran heredera, quien en pocos años verá envejecer sus casas mientras se destiñen sus palacios. No hay mal que por bien no venga, esperaré un par de meses, y podré oler sus avenidas, esas que un lerdo populismo empieza a enfangar de pobreza.

Quizás si espero un poco más, un año... puede que dos a lo sumo, no tendré que seguir abominando a Obama por fastidiarme mi viaje, con suerte, nuestro Pablito consigue traer a mi casa, a mis calles, a mi pueblo toda esa indigencia. Ese día, puede que ese día, algunos cubanos nos donen sus autobuses usados, se hagan fotos en las puertas de nuestras iglesias sin barniz... y algunos hasta luchen en nuestro nombre por conseguirnos la libertad de la que ellos gocen.

Entonces Willy podrá volver a casa, si no decide quedarse para disfrutar tranquilo de aquello, mientras nosotros recordaremos a Obama por no dejarnos disfrutar de la instantánea de aquella Cuba para turistas, mascando la desdicha desde el otro lado del objetivo.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Y se fue tan pancho...

Hoy pienso que el otro día, en la sala de espera del dentista, me encontré a un conocido al que hacía mucho tiempo que no veía. Tras los protocolarios saludos y las clásicas preguntas por la familia, la salud y el trabajo, nos fuimos metiendo en los temas cotidianos, el fútbol, la política... y así, de pronto, salió el tema de Marc Márquez, el joven campeón de Moto GP que ha decidido hace unos días establecer su residencia en Andorra y así pagar menos impuestos.

- "Este chaval, con su carita de bueno, es un defraudador. A ver si Hacienda va a por él también y lo caza ". Me decía irritado. 

- "Bueno, realmente, si cumple los requisitos legales para establecer su residencia allí, no hace nada malo, ¿no? Imagino, además, que, sólo por el tiempo que pasa recorriendo los circuitos del mundo, lo cumplirá sin problema. Delito, lo que se dice delito, entonces no hay..." Le contrarrestaba yo en tono pacífico.

- "Aún así, pues que pida la nacionalización andorrana también. ¡Pues vaya un español, que se lleva los impuestos a otro país! Luego bien que saca la bandera española en las carreras y hasta llora el sinvergüenza en el podio cuando oye nuestro himno!" Me decía cada vez más sofocado. 

- "Yo creo que tratar de pagar menos impuestos, siempre que sea de forma lícita y conforme las leyes, no está reñido con los sentimientos hacia unas personas, un lugar o una nación, ¿no crees? Al fin y al cabo es lo que hacemos todos, ¿no? Yo si veo que me puedo desgravar algo, lo hago"

- "Sí, claro, vas a comparar lo que él gana con lo que ganamos nosotros. Este crío, con tan sólo 20 años, posee ya una fortuna, y de forma insolidaria trata de no compartir nada con el país que le ha dado la oportunidad y gracias al cual ha llegado donde está. ¿Y cómo nos lo agradece? Con una patada en el culo y llevándose su dinero a otro país".

- "En cualquier caso, -le explicaba yo- esta chaval, lo que ha conseguido, lo ha conseguido con su sudor y su trabajo y ni tú ni yo hemos colaborado mucho en ello. Quizás bebemos la cerveza que anuncia o vemos sus carreras, lo cual, efectivamente le genera ingresos, pero lo hacemos porque nos divierte o porque, simplemente, nos apetece, pero no por un sentimiento generoso o patrio hacia su persona. Este chaval, como dices tú, ha llegado muy lejos y como cualquier individuo que ha labrado su porvenir y que lo sigue haciendo, por cierto, jugándose la vida montado en una moto a 300 km/h., tiene el derecho y la legitimidad a elegir qué quiere hacer con su dinero. Por cierto, que no debe ser muy alentador tener que regalar al fisco más de la mitad de todo lo que ingresas. Porque, como muy bien dices, él no gana lo mismo que nosotros, y mientras nosotros pagamos un 20 o un 30 por ciento de nuestros ingresos, él da un 52%, es decir, que además de aportar bastante más cuantía, ya que gana más, lo da, además, en mayor proporción.

No me entiendas mal, nunca justificaré un fraude a la Administración, pero si decide trasladarse a otro país y cumple los requisitos legales para ello, me parece una opción tan legítima como cualquier otra..."

En ese momento, la enfermera llamó a mi amigo y lo dejó sin derecho a réplica. Durante un rato estuve enfrascado en mis pensamientos, hasta que me interrumpió el sonido de la puerta. Mi amigo salía con una mano en la boca, dolorido, mientras la enfermera, ya en la entrada, le decía, "son 80€", a lo que mi amigo contestó "Aquí tienes... ¿por cierto, me puedes hacer factura? Pero en lugar de poner 80€, pon 100€, porque como el seguro me cubre el 80%, así me lo abona todo...".

Se acercó seguidamente, me dio la mano con una sonrisa y me dijo: "Me ha alegrado verte, a ver si otro día nos tomamos una caña y terminamos la conversación... y hazme caso, todos estos corruptos y defraudadores, a la trena, ¡panda de mamones!"

Y se fue así, tan pancho...

martes, 2 de diciembre de 2014

De minutos de silencio

"El terrorismo es inmune, se nutre de los minutos de silencio multitudinarios. Sólo la resistencia individual les contraría".
Fernando Sabater

Hoy pienso que son los contrastes los que nos hacen ver las cosas con mayor nitidez y claridad.

Ayer domingo, tras terminar una media maratón en Córdoba, me enteraba de la tragedia acontecida en los aledaños del Vicente Calderón. Fue curioso sentir cómo dos deportes pueden conllevar sentimientos y consecuencias tan distintas. Por poner un ejemplo, el domingo en mi carrera, tras 21 kilómetros de pisar asfalto, a tan sólo 200 metros de la llegada, adelanté a una chica. La verdad, no me quedaba aliento para más, la adelanté con la única intención de llegar cuanto antes y acabar ya. Sin embargo, de pronto escuché cómo otro corredor detrás mía empezaba a darle ánimos a la chica tratando de hacer ese último esfuerzo más llevadero, y yo me sentí mal por no haber sido el que hubiese tenido ese gesto.

Sin embargo, en el fútbol siempre hay hijos de puta, incluso asesinos. No lo digo yo, lo dijo ayer Jesús Gil Marín. Pero no hace falta que nadie lo diga ni que otros lo piensen. Sólo hay que ir a un partido de fútbol para saberlo, incluso ni eso, hace uno años, 16 exactamente, otro hijo de puta, y asesino y también del Frente Atlético, mató de una puñalada a un aficionado de la Real Sociedad cerca del estadio. 

Pero esto no es un accidente, ni siquiera es una reyerta improvisada. Este grupo de vándalos... perdón, de hijos de puta, existen en todos los clubes. Juegan a favor porque se aprovechan del fútbol y las masas para sus violentos fines, sus menos de dos de frente no dan para más. Y los clubes los conocen, y se lo permiten, claro que se lo permiten, y en muchos casos los apoyan e incluso les financian. Así que, Sr. Gil Marín, no tire la piedra y esconda la mano, no les tache de hijos de puta, primero y luego diga que no puede hacer nada para remediarlo.
Pero no es sólo allí, todos los equipos tienen sus hijos de puta. Lógico, estos borregos hacen muy bien su trabajo, animar incansablemente y acompañar a su equipo allá donde viaja. Ese ánimo les viene muy bien, en las frías estepas siberianas, una bengala roja calienta mucho, igual que 4 voces en tu idioma cuando todo son gritos indescifrables. Reconozcámolos, rebuznando son los mejores. 

Y leo en las noticias que en el asesinato de ayer falló el protocolo policial. Ya estamos buscando culpables donde resulta más fácil. Nadie se plantea que esto es culpa de todos, y desde luego, la Policía es la menos culpable.

Los clubes siempre han mimado a sus borregos. Sus viajes son sufragados por el club y sus abonos tienen precios especiales. Recuerdo ver a los Ultras Sur dándole una placa a Mourinho, poco después de aquella vergonzosa pancarta con el "Mou, tu dedo nos señala el camino".

Fue Laporta, como presidente del Barcelona el único que intentó acabar con sus ultras, los Boixos Nois, le costó sudor, imagino que alguna lágrima y casi sangre, porque además de las amenazas, fueron los Mossos de escuadra los que abortaron un plan de los borregos para darle una paliza, plan que contaba con el beneplácito y la complicidad del personal de seguridad del Estado. Sin embargo, Rosell les abrió la puerta, con aquella mágica frase: "son unos chavales muy majos".

Lo curioso de lo del domingo es que tan sólo unas horas después, esa misma noche, en otro partido, Messi se acerca a la banda, le grita el público, le insulta y recibe lanzamientos de botellas y de monedas, una de las cuales le supuso una brecha en la cabeza con sus correspondientes puntos de sutura, Respuesta del árbitro, un acta vacía y tarjeta amarilla a Messi por perder el tiempo. Sin embargo, lo negativo del partido para muchos fue que no se guardó un minuto de silencio previo al partido.

No, no hablamos sólo de ultras, hablamos de padres que, como espectadores gritan e insultan a niños de 7 años, que amenazan a árbitros adolescentes, hablamos de jugadores que fingen y que a veces agreden. Hablamos de declaraciones fuera de lugar de entrenadores y presidentes, de guiños a los ultras desde todos los estamentos. Hablamos de una violencia gratuita que regalamos todos y que tiene su cara más amarga y extrema en estos pobres diablos cuyo intelecto no llega más allá de una bandera radical bajo cuyos colores juegan a acribillar almas.

Por fortuna esta vez no hubo víctimas, esta vez el fallecido fue causa y consecuencia, pero no víctima, porque él, junto a otros bárbaros generó ese dantesco espectáculo que se dio esa mañana, él fabricó su propia muerte y no la de algún inocente que hubiese pasado por allí.

¿Minuto de silencio? Quizás sí, se debería haber guardado un minuto de silencio, pero no en honor o recuerdo al borrego fallecido, sino como reflexión de lo que entre todos hemos creado, porque esto no se arregla con un minuto de silencio, ni con dos ni tres...

lunes, 17 de noviembre de 2014

¡Dadme un punto de cobertura!

"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo"
Arquímedes

Hoy pienso que la tecnología, con sus comodidades y ventajas, nos hace la vida más fácil hasta el punto de hacerse indispensables en nuestras vidas.
Imagino que siempre ha sido así, desde aquel genio anónimo que inventó la rueda y sin el cual no hubiésemos conocido a Fernando Alonso, hasta aquel Sir inglés, ahijado de Isabel I, que tuvo la feliz idea del inodoro, sin duda y escatologías aparte, la invención más higiénicamente brillante de toda la historia.

La máquina de vapor, la electricidad, la fregona... tantos y tantos inventos tuvieron que sucederse hasta llegar al teléfono, ese aparato que nos permitía comunicarnos con los amigos y familiares a miles de kilómetros como si estuviesen allí al lado. Aún recuerdo las horas y horas pegado al auricular... sí, lo reconozco, yo también decía aquello de "no, tonta, cuelga tú". 

El teléfono no era tan malo, si llamabas y no lo cogían, pensabas que no había nadie en casa y no te enfadabas, ya lo volverías a intentar más tarde. Recuerdo a un amigo que en su casa descolgaban el teléfono a la hora de la siesta. Un día, le espeté indignado: "¿Y si un día se muere tu abuelo y os llaman para avisaros?". Él, con su parsimonia habitual me contestó: "Si él ya está muerto, podrá esperarnos dos horas más, ¿no?", una lógica aplastante la suya.

Y el teléfono alumbró a su hijo el móvil, un gadget, en principio más práctico que el teléfono. Ahora podríamos llevarlo siempre encima, hablar desde cualquier lugar y tener la oportunidad de estar siempre localizados. Sonaba bien, sin embargo, lo que era una ventaja se tornó rápidamente en inconveniente. Mamá nos llamba angustiada para preguntarnos dónde estábamos justo cuando acabábamos de ligar con la chica de nuestros sueños, nuestro jefe nos requería un informe en mitad de una cena familiar y nuestra novia (aquella chica de nuestros sueños) nos inquiría nuestra presencia justo cuando los amigotes acababan de pedir una nueva ronda.

Por si no fuera suficiente, la exigente llamada perdida apareció en nuestras vidas. No coger el móvil ya te hacía sospechoso de un delito, pero no devolver la llamada... ¡eso ya era pecado capital!.  Recuerdo que otro día, de nuevo recriminé a mi amigo, el que no perdonaba la siesta, que nunca me devolviese la llamada, ante lo cual, con templanza y pachorra me replicó: "Una llamada perdida es eso, una llamada perdida". Sólo Platón se ha acercado, con alguna de sus dialécticas, a tan abrumador razonamiento.

Y por fin llegó el nieto, una tercera generación que cambiaría definitivamente nuestras vidas. El smartphone. Ese aparatejo endiablado que se ha convertido ya en una mera extensión de la palma de nuestra mano.

Se acabaron los debates absurdos en el bar, donde nunca había vencedores ni vencidos.

- "Qué grandes fueron Di Stéfano y Pelé, lástima que no se enfrentasen nunca"

- "Sí lo hicieron, mi abuelo los vio en el Bernabeu"


-"Tu abuelo vio también elefantes volar, ¡ja ja!". 

-"Bah, no tienes ni idea de fútbol ni de historia".

Nos perdíamos en otra caña y en otro absurdo debate hasta que a la semana siguiente, volvíamos a sacar el tema con dos amigos más que se posicionaban de un lado u otro, creando una eterna batalla tan deliciosa como inútil.

Hoy, aquella controversia se hubiese zanjado rápidamente. A la primera frase, alguien habría sacado el IPhone, tecleado Di Stefano y Pelé y dictaminado: "17 de junio de 1957, homenaje a Miguel Muñoz en el Santiago Bernabéu, jugaron ambos, Di Estéfano con 32 años, Pelé 18".Se acabó el debate, pide otra caña y sanseacabó, sin gritos, sin polémicas, sin chanzas... adiós al encanto de una tertulia.

Actores que protagonizaron películas inexistentes, reyes que nunca reinaron, frías canciones del veraano, capitales de países... ya no hay lugar para las dudas, todos tenemos un Salomón en nuestro bolsillo que acaba con toda absurada disputa.


Ya no nos enfadamos ni nos impacientamos cuando esperamos a alguien 15 minutos en la puerta de una tienda. Sacamos nuestro móvil, ponemos nuestro mejor morrito y nos hacemos un selfie, lo colgamos en Facebook y esperamos ansiosos los comentarios mientras cotilleamos cómo se lo montan nuestros amigos virtuales un saturday night.



Ya nadie se aburre en las cenas de compromiso, al primer bostezo, hacemos como que nos llega un wassup muy importante, y nos pasamos los siguiente 20 minutos leyendo cualquier cosa o wassupeando con cualquier persona, todo con tal de no aguantar a la Tía Puri contarnos lo bien que le va a su nieto el de Murcia haciendo la pasantía en un gran bufete de Yecla.

El smartphone ha conllevado dos grandes perjudicados, por un lado, el "sabeor", ese amigo que todos tenemos que siempre sabe más que tú y que, hables de lo que hables, tiene la última palabra. Sin embargo, ahora, ya no es tan fácil marcarse un farol ante la audiencia, me temo que los sabeores tienen los días contados.

La otra gran agraviada es la etiqueta del champú. Todos alguna vez, hemos leído los ingredientes en castellano, en portugués y en francés, ¡Y hasta en griego!. ¿Quién no leído alguna vez, en alto, con un acento de puro fado eso de "Evitar o contacto com os olhos"?. Hoy, sin embargo, como si los uniese el destino, nos sentamos en el invento de Sir John Harrington, aquel que cambió el mundo, y allí, sin pantalones ni tabúes, mandamos un twiter valorando la caída de la prima de riesgo.

Nostradamus, Isaac Asimov, Julio Verne... todos pensaron en coches voladores y robots humanizados, pero ninguno cayó en la cuenta de que sería un simple aparatito que nos cabría en el bolsillo el que cambiaría el mundo. Hoy Arquímedes no pediría un punto de apoyo, seguramente sólo pediría un punto con cobertura...

martes, 28 de octubre de 2014

Lázarillos, Rinconetes y muchos ombligos


"Sabes en qué veo que las comiste de tres en tres? En que yo las comía de dos en dos y callabas..."
El Lazarillo de Tormes

Hoy pienso que en esta nuestra España los jueces no dan abasto. Todos los días salen nuevos imputados, nuevas causas, nuevos corruptos. Se habla de millones de Euros con una facilidad que por momentos uno pierde la noción de lo que realmente vale ganar un simple puñado de ellos.

Y tras leer la noticia del día, todos a tirar de cliché, o nos indignamos o tiramos al siempre recurrente "y tú más". Qué manía con mirar siempre al de enfrente y echarle la culpa. Los políticos son unos corruptos. La casta, esa palabra que nos han metido en la coleta, es la culpable de todo.

Sin embargo, cuando uno pasa de la portada y escudriña el periódico, descubre que también hay funcionarios que se pasan de listillos, igual que esos futbolistas que olvidaron la declaración de hacienda en casa, los médicos que trafican con bebés o con órganos humanos, detestables curas que sacian sus oscuros deseos con pobres víctimas indefensas, abogados sin ética que se somatizaron con sus facinerosos clientes, sindicalistas sin vergüenza que se vendieron por un pantalón de pana diseñado por Versace, empleados de banca que se cansaron de ver pasar tanto dinero por sus manos sin catar su dulce sabor...

Pero no toda la realidad se dibuja en los noticiarios. La vida nos enseña que también hay tramposos escondidos bajo la legitimidad de nuestra propia condescendencia. Colegas que se cuelan en el cine, vecinos que nos roban la señal del Wi Fi, compañeros de trabajo que hacen un sinpa en el bar de la esquina, primos que no pagan la comunidad de vecinos, conocidos que fueron a Bruselas y estuvieron toda la semana viajando gratis en el tranvía porque nadie les pedía el billete o amigos que el domingo piden en el restaurante la factura de la comida familiar para desgravarla como gasto de trabajo.

Es hora de estudiar anatomía y conocer el ombligo, porque todos tenemos ombligo, señores, miren hacia abajo y descúbranselo. Los políticos son la mera consecuencia de una forma de vida en la que, simplemente, han tenido acceso a más dinero y más poder, cambiando el aprobado del hijo de un amigo por la concesión de una obra de 150 millones de Euros.

No es nada nuevo, hace 5 siglos se escribía tanto sobre la eufemística picaresca que acabó dando lugar a un género literario, hoy nos reímos del pillo de Lázaro y la de garrotazos que se llevó del ciego burlón. Y es que cuando recuerdo la historia de Pedro Rincón y Diego Cortado, no puedo por menos que pensar la de cofradías de monipodios que existen casi 500 años después.

Todos los políticos no son corruptos, pero empieza a parecer lo contrario. Lo peor no es que cada día tengamos un nuevo escándalo, sino que cada escándalo esté aliñado por tantos millones de Euros. Los principales partidos políticos tienen que ponerse las pilas.

Cuando uno lee que el Partido Popular ha expulsado a los protagonistas de los últimos escándalos, piensa que se lo van a tomar en serio, entonces sale el portavoz del PSOE y habla de acabar con la corrupción, y sonrío esperanzado, pero en seguida paso la página y leo que la Junta de Andalucía quiere dejar a la juez Alaya al margen de la investigación que inició hace más de un año y que supone destapar una de las mayores tramas de corrupción de este país (si todavía es posible). Y veo que nada ha cambiado.

Guzmán de Alfarache, tuvo que verse encerrado en galeras para reflexionar y preguntarse angustiado: " ¿Ves aquí, Guzmán, la cumbre del monte de las miserias, adonde te ha subido tu torpe sensualidad?". ¿Nadie reconocerá que en España, el monte de las miserias hace tiempo que se colapsó y que aunque con overbooking, sigue teniendo cabida para más y más corruptos?


No me cabe duda de que todos los partidos políticos tienen un gran trabajo por delante, convencernos de que ellos no son tan malos ni están tan adulterados si es que no lo son. Tenemos que exigirles una metamorfosis que nos haga volver a creer en ellos, porque seguramente, al contrario que la mujer de Julio César,  ya no vale con parecer honesto, ahora también hay que serlo. Es su última oportunidad, porque mientras tanto, sólo nos quedará creer en aquellos que desde la barrera propugnan un cambio, sin un destino claro y sin más argumentos que la propia basura que nuestros gobernantes lanzan.

El otro día un amigo me decía que si él iba en un autobús y veía al conductor borracho, prefería dejar que un ciego condujese antes que seguir dejando el volante al beodo. Es un disparate, pero no deja de tener su sentido, un triste sentido. Puestos a estrellarnos ¿mejor hacerlo en manos de un ciego que de un borracho?

Seguro que en el autobús tiene que haber buenos conductores, con menos experiencia, quizás acostumbrados a conducir únicamente su turismo, pero conocedores de las normas de tráfico y dispuestos a asumir el riesgo. Es hora de encontrarlos y reclamar a los partidos políticos que los lideren. Y no olvidar nuestro ombligo, pongamos de nuestra parte, seamos los primeros en demandar bajo la propia autoexigencia, para que así ningún ciego nos pueda decir que él comía las uvas de dos en dos, mientras nosotros lo hacíamos de tres en tres... 


miércoles, 15 de octubre de 2014

Hay corazones que de razones sí entienden

Hoy pienso que cada día entiendo más el dicho de que el corazón tiene razones que la razón no entiende. !Me duele tanto que me guste tanto el fútbol!

Leía el otro día que el mejor nadador de todos los tiempos, Michael Phelps, ha sido sancionado a 6 meses sin poder competir con su selección, por conducir borracho, y por tanto se quedará sin acudir al próximo mundial de natación en Kazán, Ya está, así de fácil. Poco les ha importado que su presencia garantizase a su país varias medallas, lo primero es lo primero y los valores no entienden de excusas.

Hace un par de días también me hice eco de la noticia de un Director de un Instituto norteamericano que suspendió el programa completo de fútbol americano porque se habían dado varios casos graves de bullying a algunos jugadores del equipo por parte de los más veteranos. "Tengo que asegurarme de que entendemos lo que representa el fútbol", sostuvo el Superintendente. "Es un deporte. Cuando se lo considera algo más que un deporte, pasan estas cosas".

Y mientras, aquí seguimos jaleando a nuestros gladiadores, esos chicos que dejan los estudios a los 12 años y que con 18 ya tienen el deportivo rojo y la  muñeca hinchable a su lado. Esos mismos chicos que cuando marcan un gol no dudan en remarcar su valía, señalándose su nombre, son los que simulan agresiones, pegan mordiscos, se pelean con sus compañeros por tirar los penaltis y fuman y beben, montan orgías en las concentraciones y tan sólo se preocupan por que no se les seque la espuma del pelo.

Esos jugadores no tiene la culpa, tampoco la tienen los que les pagan, esos que inflan las comisiones y se las llevan en bolsas de basura....ni siquiera el Estado es culpable de permitir que acumulen grandes deudas al erario público. 

Son nuestros protagonistas del pan y circo. Poco importa que defrauden a Hacienda o que se dejen perder por un puñado de Euros. Ellos nos permiten soñar, por eso desde que son pequeños y los llevamos al coliseo, les gritamos, amenazamos al imberbe árbitro y escupimos al niño que le roba el balón a nuestro pupilo. 

Esos son nuestros valores, porque en el fútbol todo vale. Y si un entrenador le mete el dedo en el ojo al contrario, será que se lo tenía merecido, todo sea por levantar la copa. Mi hijo me guiña el ojo y me dice: "Eso le ha dolido, ¿eh, Papá?" y yo le sonrió, ¡menudo machote tengo en casa!

Es que ganan mucho dinero, y el dinero vicia lo que toca... Sin embargo, ves a un profesional del tenis, ese deporte de pijos, individual y poco sufrido, se llama Rafa y  ya es millonario. Por fin gana a su máximo rival, al mejor jugador de todos los tiempos. Le pasan el micro, es momento de reivindicarse y sacar pechito.... Sin embargo, él sólo tiene palabras de consuelo para su compañero y amigo, "tranquilo, Roger, eres el mejor y volverás a ganar, te lo mereces". No, me digo, el deporte no se vicia sólo por dinero.

Hace poco, un amigo muy amigo con alguna influencia muy influyente me invitó a ver un partido de la Ñ. Antes del evento, pudimos entrar en el hotel y compartir unos minutos con los jugadores.... Allí tenías a leyendas vivas andar a tu lado, reír y no negar ni un autógrafo, ni tampoco un incómodo selfie. A pesar de su altura, no te miran por encima del hombro. Un tal Gasol, con méritos suficientes para ser un divo se retrasa a la hora de subir al autobús. Tocan el claxon, "vamos Pau, ¡pesado!" le dice, entre risas, Juan Carlos . Pau, sigue firmando autógrafos a todos los niños. Se disculpa pidiendo perdón, "me voy, que a este paso no jugamos" me dice con una sonrisa y posando para mi móvil. Lo dicho, no es el dinero lo que vicia el deporte.

Me tomo una cerveza con un colega y la tele encendida, acompañando, con el  de fondo verde, es un partido de rugby, "¡qué tíos más burros!" Me dice mi amigo, mientras termina el match y los vencedores hacen un pasillo al otro equipo. Ahora sale un tal Gómez Noya, sudando y en mallas cruzando la meta, entonces, sin levantar casi los brazos se da la vuelta, espera un poco y abraza al que llega segundo. "¡Correr es de cobardes!" Refunfuña mi amigo abriendo otra lata de cerveza. "Anda, cambia, que ya va a empezar el fútbol!" 

Antes de empezar el encuentro, anuncian leche asturiana, sale un chico  gallego, al que nadie gana en medallas olímpicas y que anda entrenando en Brasil, con su canoa a cuestas y peleando los 4 euros que le dan para poder competir en las próximas olimpiadas. No tiene coche, ni anuncia calzoncillos, pero no tiene rencor, tampoco pone sus pulgares señalando su nombre a la espalda. Él sólo entrena, mientras trabaja enseñando a los brasileños a dar paladas, ese es el trato.

Bueno, dejémonos de tonterías, que empieza el partido y poco más importa. Ya no tengo remedio, pero entonces mi enano se levanta y me dice, "¡vaya rollo, Papá!". Y yo me sonrío y le digo a mi corazón, "aprende, tontorrón, porque hay corazones que sí atienden a razones y ellos sí entienden"

lunes, 22 de septiembre de 2014

Para desayunar no estarán tan ricos...

Hoy pienso que todo empezó allá por el año de Naranjito. Aquel verano, no recuerdo la razón, mis padres, poco dados a este tipo de cosas, dieron su consentimiento y me fui a pasar el verano al chalet de mis tíos, en un pueblo de Madrid.

La experiencia estaba siendo buena, si no fuera por la siesta obligada que mi tía no perdonaba.  Recuerdo aquellos días, siempre jugando con mis primos y con los chavales de la urbanización... todavía no he olvidado algunos nombres, como Goyo, aquel niño "gamberro y enterao" o mi primer amor de 8 años, Anita.

Fue un día cualquiera, no sé si lunes o sábado, porque cuando eres niño y es verano, todos los días son igual de divertidos. Llegó la hora de comer y allí, sentados en la mesa, observé un cuenco en lugar del típico plato hondo de diario. - "¿Y esto?"- Me atreví a preguntar, ignorante de mi.

- "Hoy comemos gazpacho, de tu tierra, ya sabes".  Me dijo mi tía con una sonrisa de oreja a oreja.

- "!Qué lástima!, a mi no me gusta el gazpacho. ¿Qué hay de segundo,?" Inquirí, inconsciente de lo que ocurriría más adelante.

Mi tía, sin perder nunca la calma, algo que de por sí, la caracterizaba, casi susurró. -"Bueno, tú bébete tu gazpacho y luego seguro que el segundo plato ya te gusta más".

Sin darme cuenta del desafío que iniciaba y con la torpeza propia de mi edad, contesté, - "No, Tita, es que yo no quiero gazpacho, no me gusta, me espero al segundo plato". 

Fue en ese momento cuando noté que algo no iba bien. El silencio que se hizo en el salón se podía oír por todo el pueblo, creo que hasta el presentador del telediario se calló en ese instante. Mis primos se miraban entre ellos y mi tío no levantaba los ojos de su plato... Me sentí Will Cane frente a Frank Miller, con todo el pueblo mirando tras las ventanas de sus casas de madera... Ella me miró y, tranquilamente, me dijo. "Anda, no digas tonterías, no vas comer nada más hasta que no te bebas el gazpacho, ya verás como no está tan malo".

- "No pienso comérmelo". Fue lo último que dije, cruzándome de brazos. 

La comida acabó, así, en silencio. Todos terminaron sus platos y yo allí seguía, delante de mi indemne gazpacho. Quitamos la mesa entre todos, como siempre, y nos fuimos a dormir la ineludible siesta.

Tras la hora y media de rigor, salimos del cuarto mis primos y yo a toda prisa, a por la merienda, requisito sine qua non para salir a jugar a la piscina. Por el pasillo, muerto de hambre, sabiéndome triunfador, dispuesto a acabar con todo el paquete de galletas María, pude divisar la silueta de mi tía en la puerta de la cocina con su sempiterna sonrisa. En la mesa, el cuenco de gazpacho, de al mediodía seguía allí. Buscando aliados, pude ver la cara jocosa de mis primos, que claramente estaban disfrutando con aquello, miré a mi tía y espetó, sin perder su dulzura: "Ahí tienes tu merienda".

- "No quiero gazpacho", dije casi de forma autómata.

- "Bueno, cariño, entonces súbete a tu cuarto, porque si no meriendas, no podrás salir a jugar".

Herido en mi orgullo, frunciendo el ceño, me dirigí a mi cuarto y cerré la puerta. !Maldito gazpacho!

A la hora de la cena, me volví a encontrar el cuenco... y a la mañana siguiente, y otra vez en la comida... hasta que al día siguiente, cuando mis tripas parecían la filarmónica de Viena, aunque algo más desafinada, no pude más y me tomé el gazpacho más rico que he tomado nunca. Bueno, el gazpacho, dos vasos de leche, 5 magdalenas y una tostada de mantequilla. 

Hace unos años, estando en Perú, me invitó a comer un diplomático. Sabedor de mis años vividos en Murcia, el buen hombre, con toda su buena intención, me dijo, "como tú eres de la huerta, te voy a pedir unos pimientos rojos como no los has probado en tu vida". Para el que no lo sepa, yo odio los pimientos, los rojos y los verdes, y si hubiese pimientos azules tampoco me gustarían, !seguro!. Pero allí que me quedé impertérrito, sin saber qué decir, más que un "muchas gracias por el detalle".

Cuando vi delante mía, aquel plato lleno de unos pimientos del tamaño de un puño creí desfallecer. "El secreto de estos pimientos", me decía el diplomático, "es la tierra, por eso están tan jugosos y tienen ese sabor tan especial. Como tú eres huertano, les he dicho que te los dejen casi crudos, para que aprecies mejor el sabor".

Ni que decir tiene que fue una de las peores comidas de mi vida, ni siquiera pude camuflar el sabor de aquellos inmensos pimientos entre cerveza o simple agua, porque únicamente nos sirvieron una bebida típica también de allí, el Pisco sour, de la cual es mejor no darle más de dos sorbos si no quieres acabar bailando la sardana encima de la mesa. 

Lo cierto, es que dejé el plato vacío, incluyendo un pimiento extra que la mujer del diplomàtico se empeñó en cederme porque se notaba que me habían encantado... Sin embargo, aquel día hice buenas migas con el diplomático, exultante por haberme podido ofrecer un plato tan delicioso de aquella tierra, hablamos de todo y nos sentimos muy cómodos. No sé qué hubiese pasado si  antes de empezar a comer hubiese declinado su invitación y le hubiese reconocido mi aversión por los pimientos, quizás todo hubiese ido igual, o quizás no.

Sin duda aquella lección de mi tía no la olvidaré nunca. Hoy seguramente, a mis 8 años, la podría haber denunciado, mis padres, indignados, le habrían retirado el saludo, los medios de comunicación la habrían defenestrado y algún juez sensible con las necesidades y los intereses infantiles le habría condenado y quitado la custodia de sus hijos. Sin embargo, en aquel entonces, gracias a mi tía, aprendí a ser educado, agradecido y a saber comportarme en cualquier sitio, algo que me ha servido muchas veces a lo largo de la vida. 

Y todavía hoy, como me sucedió el pasado jueves, cuando me invitan a comer y me ponen un  revuelto de exquisitos pimientos verdes con jamón... no puedo por menos que sonreír y decirme a mi mismo, "mejor me los como, que seguro que para desayunar no están tan ricos..."

Por cierto, que hoy me pirro cada vez que mi madre hace su gazpacho, con mucho ajo y muy fresquito...

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Escolta tu, mejor contra España que sin ella

Hoy pienso que decía Sir Winston Churchill que un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.

Según esta definición, Artur Mas se lleva la palma, empeñado en pasar a la historia como el Moisés catalán, el hombre que le dio la independencia a su pueblo.

No importa si los que prestan el dinero están reticente, ni si los principales empresarios anuncian su posible huida de ese nuevo país en caso de que llegue a ser tal. Nuestro Arturo tiene respuesta para todo.

Y si a última hora resulta que el lodo de la corrupción empieza a entrar por debajo de la puerta de su casa, tarda poco en sacar un trapo en forma de senyera, lo pone en la rendija y deja que su maestro honorable se ahogue en la ciénaga que construyeron juntos durante tanto tiempo.

A nivel internacional, Arturito, sumido en su nube tricolor, pensaba que lo tendría fácil. Sin embargo, tras recibir un portazo en las narices de la mismísima Unión Europea, se dedicó a ir de tournée por distintos países para recabar apoyos para su causa. Tantos años pagando los alquileres de sus embajadas tendría que servir para algo, debío pensar. Y así, fue recibiendo nones, alguna sonrisa sin fondo y muchas palmaditas de consuelo en la espalda. Sólo Letonia se atrevió a seguirle el juego, aunque alguien debió explicarle al Presidente Letón la película, porque no tardó en retractarse y decir que Cataluña tendría que someterse a la legislación y Constitución españolas, que es la suya también, por cierto.

 Pero Mas no se da por vencido, y haciendo buena la frase de Moliere, "cuanto más grande es el obstáculo, mayor la gloria de haberlo superado", sueña con su propia estatua en las Ramblas, mirando de frente a Colón, con barretina y todo, inasequible al desaliento, con su empecinamiento por senyera y gritando eso que tanto dicen los catalanes: "Fer mans i mànigues!"

Seguramente, en una de estas dulces noches mediterráneas, arropado a la luna pensaría para sí, "estos occidentales nos tienen manía, envidia, tiña... odio a estos occidentales. ¿Qué sabrán ellos de independencia, de vivir sometidos a un país que no es el tuyo? !Polonia, Serbia o Croacia... nunca han vivido una situación como la nuestra! ... Pero espera, Arturo, ¿tu estas ximple? ¿Y por qué no buscar en Oriente? Total, todos los marroquíes son del Barça, no? Será fácil convencerlos, un par de mezquitas... con la reglamentaria comisión del 3%, per descomplat, y ya está"  

Y así, debió surgir la última ocurrencia, desesperada, de Artur Mas, ofrecer a Marruecos regentar el Islam en Cataluña. Introducir el árabe en el colegio (en lugar del castellano, por supuesto) y el Islam como asignatura son algunas de las medidas a implementar.

Si comenzaba tildando de fanático a Artur Mas, no quiero terminar sin aclarar que no me refería a un fanatismo independentista. Arturo es un fanático de sí mismo, donde la obsesión por su propia gloria es la domina en su vida y sus actos. Un fanático nunca abandona sus principios, Arturo, parafraseando al bueno de Groucho, tiene unos principios y si no sirven para su fin los cambia. 

Podría haberle dado por incluir en la agenda escolar "salto al vacío desde el balcón del hotel" o "aprender a beber tequila de cuatro en cuatro vasos" y así haber encontrado el apoyo de los jóvenes británicos, pero imagino que pensó que muchos de ellos eran menores y no votaban, y total, a ellos ya les sacaba la pasta a base de chupitos, aún a costa de sus paisanos catalanes que tienen que aguantarlos.

Si los planes de Arturito salen bien, Cataluña nacerá como un país donde lo niños tendrán que estudiar y hablar dos lenguas en el colegio. Los carteles de las tiendas tendrán que figurar en catalán y bereber. Marruecos reclamará parte de las ganancias que ese país gana con sus compatriotas...  y seguramente, alguna chica embotada en un burka pensará, "escolta tu, pues estaba mejor contra España que sin ella..."

jueves, 7 de agosto de 2014

De mayor quiero ser Superferretero

"Este capitán era uno de esos valiosos mortales que se encuentra en todo tipo de profesiones, aún en las más humildes; esa clase de persona a la cual todo el mundo está de acuerdo en llamar un hombre respetable"
Herman Melville


Hoy pienso que estoy leyendo la encuesta anual que publica Adecco sobre la pregunta ¿qué quieres ser de mayor? y no hay sorpresas. 

Por un lado, los niños siguen soñando con ser futbolistas o policías, mientras que las niñas, les guste o no a las Bibis y los Bibos, quieren seguir siendo maestras, veterinarias o peluqueras, será que todavía no se ha gastado dinero suficiente adoctrinando...

Si a mi me preguntasen ahora, no sé lo que querría ser de mayor, la verdad. Imagino que depende de los intereses que anteponga, porque aunque preferiría ser jugador de rugby profesional antes que futbolista, lo cierto es que la cuenta corriente de Cristiano Ronaldo me gusta más que la de Daniel Carter, por ejemplo.

Sin embargo, hay profesiones que no están valoradas suficientemente. Y es que el hecho de no arriesgar tu vida a diario, no salir en la tele o no influir en el futuro de miles de ciudadaniños no implica que una persona no sea buena en lo que hace, es decir, que no haga bien su trabajo o que no merezca respeto y admiración.

Yo tengo una profesión a la que hoy quiero rendir un homenaje muy especial: El ferretero.

Por mis circunstancias profesionales, me he mudado de casa más de 10 veces, y eso ha supuesto conocer cientos de ferreterías para poner cuadros, grifos, etc. Así que he tenido la oportunidad de conocer ferreteros jovenes, viejos, calvos, guapos, algunos más modernos, murcianos, madrileños, jienenses y hasta de tierras de Albacete, y todos, sin excepción, tenían en común una cosa: Una profesionalidad que borda la excelencia.

Creo que Confucio estaba pensando en la profesión de ferretero cuando dijo aquello de que "si amas lo que haces, nunca será un trabajo" y es que para ser ferretero tienes que desear ser ferretero y disfrutar con su trabajo.

Para empezar se me antoja harto complicado conocer tantas herramientas y materiales. Sin embargo, tú llevas un tornillo oxidado, el ferretero lo coge, lo mira de reojo y en menos de 3 segundos es capaz de decirte algo así: "Este es un tornillo Tormex de estrella del 6, pero ya no se fabrican... aunque espera, igual si miro en el almacén puede que tenga un par de cajas ahí todavía, y estoy pensando que si necesitas más, puedo llamar a la fábrica, con la que trabajo mucho, a ver si me pueden conseguir más."

Además de vender todo tipo de cacharros, algunos inimaginables (desde una yogurtera hasta un insecticida DDT) y dominar todas las marcas y modelos, luego viene la siguiente parte, y es la capacidad de comprensión y traducción. 

- "Buenas, mire, estoooo, venía porque se me ha roto la goma del... sí, la típica goma que hace como así en el jardín... el caso es que necesitaba juntarla con el trozo de eso que va directo a la boca deeee... ya sabe, lo de allí para que se riegue... y quería comprar uno de esos, como los del Camp Nou a los que le sirva la goma que le digo, la típica verde, pero bueno, ¿eh?, de los que no se rompa cuando lo pille con el cortacésped...". 

Una ligera sonrisa, unos segundos de pausa y la amable respuesta del ferretero: "Usted necesita un aspersor Toro de la serie 40, vienen con cobertura cabezal a cabezal y proporcionan una cobertura completa y uniforme, con esos no tendrá problema".

No debemos olvidar además de la parte profesional, la vocacional, esa capacidad innata para aguantar las historias de todo humano que entra y explica su reforma, su obra o la razón que le ha llevado allí. Y el ferretero aguanta, contrasta tamaños de tornillos diferentes, unos más largos pero no tan gruesos, otros de punta redondeada que no sirven porque van sin taco, aquellos dorados que no van con el color del marco de la pared donde van a ir, no vaya a ser que se vean... y tras más de media hora de tertulia, nuestro héroe cuenta uno a uno los 25 tornillos, los envuelve en un trozo de papel de periódico, los mete en una minibolsita y te dice afablemente, "son 42 céntimos". Es en ese momento cuando uno piensa que al lado de un ferretero, Santa Teresa de Calcuta no era tan santa y que el Santo Job era un mero aprendiz.

Ayer descubrí otro nuevo héroe, era ya tarde y me dirigía a casa, de pronto pasé por una ferretería que curiósamente seguía abierta, así que me acordé de que necesitaba lijar unos muebles y decidí entrar. Mientras andábamos los dos enfrascados, tratando de averiguar con varios catálogos el tipo de lija que necesitaba para un tipo de madera que le describí como "no es blanda, más bien dura, pero algo vieja, osea que en realidad dura no está", entró otro caballero, quien soltó encima del mostrador un puñado de tuercas y espetó un seco "nada, que no me sirven, que son chicas". Mi recién conocido ferretero alzó la mirada y le dijo, "vaya, pues por lo que me dijo yo creía que servirían, Pues lo siento pero más grandes no las tengo". "Bueno" le dice el hombre, "me devuelve los 15 céntimos y ya las buscaré en otro lado"

Y allí que se fue el hombre con sus 15 céntimos, y aquí paz y después gloria. Yo por mi parte, seguí robándole algo más de 15 minutos hasta que encontramos el tipo de lija que yo quería, abrió un paquete sacó una hoja de lija del tamaño de media cuartilla y me dijo, "usted la prueba, y si no le sirve, viene y seguimos buscando". Le pregunté que cuánto costaba el paquete y me dijo con cara sorprendida "¿El paquete entero? Pues 3 euros y medio", a lo que sin dudar, le dije, "Deme el paquete entero, que seguro que sirve".

Mientras reflexionaba sobre esto, al salir del comercio, un poco más arriba me topé con un "chino", (ya sabéis, esas tiendas que no sabes qué venden exactamente, pero que siempre que entras, acabas saliendo con un montón de cosas excepto a por la que habías entrado). No sé por qué, pero de forma impulsiva entré y le pregunté a un chaval, que no hablaba mi idioma y que estaba en un pequeño mostrador, por lija. Tras repetirselo tres veces y sin mucho convencimiento, me señaló lo que creí entender como tercer pasillo a la derecha. Finalmente, tras varias vueltas por todo el comercio, recorrerme todos los pasillos innumerables veces y preguntarle al mismo chico dos veces, siempre con la misma respuesta, encontré una caja en el suelo con un único tipo de lija, tamaño folio y que costaba cada una 50 céntimos (sin IVA).

Salí de allí más convencido aún de mi compra, porque desde luego, aunque es cierto que en el "chino" era más barata, ni la disposición del dependiente, ni su atención, y ni tan siquiera la calidad del producto que vendía, era lo que buscaba. 

Así que lo tengo decidido, de mayor quiero ser... Superferretero. 





miércoles, 30 de julio de 2014

Más padre que sabio

Hoy pienso que ser padre es la tarea más difícil que existe. Nunca se está preparado para ello, no existen manuales ni cursillos previos, y aunque la supernanny lo haga parecer fácil, cada hijo requiere una educación y un cuidado personalizado y distinto.

A diferencia de cualquier otra tarea, los resultados nunca son definitivos, y así un padre nunca deja de cuidar y preocuparse de su vástago, por muchos años que éste cumpla. Además, a pesar de que la personalidad de una persona se conforma por otros factores además de la educación parental, como la propia genética, los amigos o las experiencias personales entre otras, la responsabilidad moral y social será siempre del padre.

Además de no ser una labor remunerada, un padre nunca conseguirá ser amigo de su hijo, sus titos siempre serán más fuertes y guapos, sus abuelos más generosos y complacientes y sus colegas serán sus confesores y amigos. 

Y sin embargo, no conozco a ningún padre que, teniendo la oportunidad de renunciar, lo hiciese. Eso es lo que lo hace misteriosamente maravilloso, que una media sonrisa, un beso robado o una cálida mirada es suficiente para sentirse recompensado.

Ser padre no es fácil, claro que no, nunca sabes si estás malcriando a tu hijo cuando con 7 años dejas que se coma dos helados de postre o si eres demasiado estricto cuando, al cumplir 16, no le dejas ir al concierto de su cantante favorito. Son decisiones que un padre toma, en un momento concreto, sin saber a ciencia cierta si es la mejor decisión, y con la crueldad añadida de que nunca sabrá si erró o acertó.

Me viene a la mente un amigo mío, cuyo padre era bastante estricto. Tras años de educación y disciplina casi castrense, mi amigo es hoy un hombre casado, con hijos y un reputado profesional en lo suyo. Un día, su padre, en plena discusión sobre la educación que le había dado y defendiendo sus rigurosos métodos, le dijo: "has llegado a ser lo que eres gracias a mi" a lo que su hijo contestó de forma seca y tajante: "más bien soy lo que soy a pesar de ti".

Alguien dijo alguna vez que la primera parte de nuestra vida nos la estropean los padres, la segunda los hijos. Y es que si ser padre es harto complicado, ser hijo tampoco es fácil. Desde que somos pequeños, vemos en nuestro padre a esa persona malvada sin escrúpulos que nos dice que NO a todo, que se encarga de limitar todas nuestras ambiciones y sueños, que nunca nos deja dormir o vaguear tranquilos y que, por supuesto, no nos comprende.

Sin embargo, una vez que somos adultos, ser hijo es mucho más fácil, o debería serlo, porque nunca tendríamos que dudar de que un padre lo da todo por nosotros y que más o menos acertadamente, las decisiones que tomó lo hizo siempre pensando que era lo mejor para nosotros. De poco sirve guardar un absurdo rencor o  desear que, aún ya nosotros adultos, nuestro padre fuese de otra manera. Lo cierto es que nos dio la vida y desde entonces compartió con creces todo lo que tenía y eso es motivo suficiente para estarle siempre agradecido.
Decía Mark Twain que cuando tenía catorce años, su padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplió los veintiuno, le parecía increíble lo mucho que su padre había aprendido en siete años.

Quizás algunos hijos tarden más en ver lo que sus padres han aprendido, pero todos, tarde o temprano, deberíamos ponernos sus zapatillas y saber que, nuestro padre siempre ha sido más padre que sabio, y eso, precisamente, es su mejor virtud.

P.D. Hoy en día es difícil referirse a un padre. Lo ves tan obvio que no crees necesario aclarar que hablas del padre como la figura universal que incluye e integra a padres, madres y cualquier otra persona que actúa como tal. Quizás fuese preferible utilizar algún otro término políticamente correcto, pero yo, cabezón y quijote, no lo haré, no sólo por economizar, sino por engrandecer una palabra cuyo significado y sonido es más bello que el de otros términos impuestos como progenitor o ascendiente.



miércoles, 23 de julio de 2014

Schweigen bitte (silencio por favor)

Hoy pienso que la Historia debería ser perenne, ya que lo que sucede es invariable y por tanto, así debería ser recordado. Sin embargo, era Jean Paul Sartre el que afirmaba que el pasado sí que puede modificarse, tal y como los historiadores no paran de demostrar.

Esta reflexión filosóficamente metafísica no se debe a ninguna lectura veraniega de Descartes, todo lo contrario, ha sido suficiente un simple vistazo al periódico.

Una joven norteamericana, que se encontraba de turismo por Europa (ese gran país, para muchos americanos) pasó por Polonia y decidió visitar el campo de concentración de Auschwitz. Durante el tour, coge su móvil y se retrata a sí misma con una gran sonrisa (esa supuesta novedad que ahora se llama selfie, y  que sin embargo ha existido siempre), añade unos emoticonos de sonrisitas y la cuelga en distintas redes sociales.


Ni que decir tiene que en pocas horas, las críticas desde todas partes del mundo empezaron a acribillarla. Pobre chica, nacida a finales del siglo XX, imagino que cruzar el Atlántico, ya supone toda una aventura y que Disneyland París, los San Fermines y Auschwitz son sólo tres parques temáticos más de visita obligada para cualquier turista que se precie.

Yo he visitado Auschwitz, y creo que no hace falta haber leído si quiera "el Diario de Ana Frank".  Con haber visto alguna de las muchas películas que describen el horror que supuso aquel maldito Holocausto es suficiente para darse cuenta de lo que aquello significa. Cuando cruzas aquel arco que daba fin a la vía de un  tren maldito lleno de involuntarios pasajeros, uno puede sentir el miedo de tantos inocentes, la desesperación, el terror en sus caras. Al entrar en aquella cámara de gas, el corazón se te congela y no hace falta leer el cartel que reza "schweigen" en varios idiomas para mantener tu boca cerrada, porque simplemente tu voz se apaga entre escalofríos, sintiendo por unos instantes tantas y tantas almas anegadas por la monstruosidad del ser humano.

Y sin embargo, mientras yo estaba allí, oyendo chillidos en mi cabeza y divisando rostros desesperados entre aquellas cuatro paredes, también hubo algún gracioso que reía y tocaba las paredes como si aquello fuese un simple museo ficticio de los horrores.

La historia no sólo se olvida rápido, sino que se reinventa y se reescribe. Ya lo decía Jardiel Poncela, "Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es lo que sucedió" y la gente sigue escribiendo cada día, así que, si resulta que Cristóbal Colón ahora es catalán y que fueron Hernán Cortés y cuatro españoles más quienes aniquilaron a los Indios Tapahoe y no el Séptimo de Caballería... También es posible que dentro de unos años Hitler sea comparado con Walt Disney y todos los alcaldes se peleen por que un excéntrico millonario aterrice en su ciudad para prometerles un nuevo Auschwitz, con cámaras de gas más modernas y divertidas... Quizás esto suene gracioso, pero, por desgracia, puede ser tan real como chistoso, porque paradójicamente, al final la verdad no depende de lo que realmente sucedió.

Ya lo dijo Salman Rushdie: "Verdad es lo que la mayoría ve como verdad, pero la mayoría también puede cambiar de opinión a lo largo de la historia"...

En España sabemos mucho de esto, sin ir más lejos, a día de hoy seguimos reescribiendo la Historia. La guerra civil, nuestra guerra civil, tiene muchas historias, y aunque, hace ahora casi 39 años, decidimos empolvar esos libros que la narraban y no hacer, con sus páginas, más pistolas que disparasen rencores, hoy enciclopedias enteras vuelven a contar muchas verdades de aquella historia, verdades rojas, verdades azules, verdades todas, que sin embargo no buscan aprender con ellas o unir distancias, sino alimentar rencores y odios que un día trajeron la miseria y que hace 40 años, todos los que realmente vivieron aquello decidieron enterrar, no por indiferencia o desidia, sino porque sabían que era la única manera de crecer y calmar el alma.

La Historia debe conocerse, debe ser escrita y estudiada, para aprender de ella y evitar errores, sin embargo no debe ser utilizada ni manipulada, ni tan siquiera debe ser callada, porque sin Historia no somos nada.


martes, 15 de julio de 2014

Huérfano de verano

Hoy pienso que me siento raro. Ya estamos a mediados de julio, es cierto. Me despierto con calor, desayuno viendo el encierro de los San Fermines y en el camino al trabajo ya me vuelvo a sentir Gary Cooper cruzando las calles desiertas a lomos de mi moto.

Hasta hace unos días seguía poniéndome una chaquetita para ir a trabajar por la mañana, ahora ya parece que Lorenzo ha dicho aquí estoy yo y el sudor empieza a ser un compañero de fatigas inseparable. Por otro lado, al mediodía, durante la comida, pongo la 2, donde reponen por enésima vez "verano azul", y el baño vespertino en la piscina es obligatorio. ¡Oficialmente es verano!

Y sin embargo, a pesar de todas estas pistas, yo no me siento en verano. Este año es distinto, no tengo esa feliz percepción que te hace ir por la calle con sonrisa de tonto y axilas mojadas. Sentado en la terraza de un bar, sin que la noche termine de refrescar el ambiente, las cañitas me saben muy ricas, y sin embargo, me sigue faltando algo...

Vuelvo a encontrar a los mismos amigos de siempre en la playa, las mismas conversaciones, mejores bikinis que admirar... parece que nada ha cambiado, hasta que suspiro y noto que sigo echando algo en falta...

Es cierto que el calor ha tardado en llegar, ¡maldito cambio climático! ¿o bendito cambio climático? Pero una vez instalado el termómetro en 40, ¿qué es lo que me pasa?

Y es al volver de la playa, cuando paro a tomar un café en un bar de carretera (con hielo, por favor) y al entrar y mirar a mi derecha, me doy cuenta. Ahora todo tiene sentido. Allí en el clásico artilugio que da vueltas, junto a un CD de Tijeritas (¿seguirá vivo este muchacho?) y la discografía completa de Camela, diviso con brillo y relumbrón un pelucón negro tizón y unos contrastados dientes cuyo blanco ya lo quisiera la nieve de Sierra Nevada... allí está, "the one and only", el gran Georgie Dann, y entonces veo la luz y soy consciente de todo: ¡No tenemos canción del verano!

Atrás quedaron los tiempos en que ponías la radio y sólo escuchabas una canción. Pusieras el dial que pusieras, allí estaba ella, aquella tonta melodía, fácil, de una sóla frase, que se pegaba a tu cerebro como una lapa y que tan sólo eras capaz de soltarla tras horas y horas de tarareo infinito, y entonces, justo entonces, cuando empezas a pensar que volvías a ser libre, te encontrabas a algún amigo que te decía: "aserejé, ja, dejé..." y vuelta a empezar.

Sí, algunos dicen (sobre todo los que viven de la música) que sigue habiendo canción del verano, que este año Enrique Iglesias y su Bailando está dando fuerte. Pero los que dicen eso no debieron vivir el verano del 89 tarareando sin parar aquello de que aquí no hay playa (vaya vaya). 

Quién no ha gritado aquello de "¡Boooooomba!" o se echó las manos al cinturón para bailar, junto con otros 40 pardillos, una coreografía country al ritmo de Billy Ray Cyrus cuando su pequeña Miley sólo sacaba la lengua para pedir el biberón...

Todos hemos tenido un tractor amarillo y nos hemos apiadado del pobre Migué, hemos bailado la Macarena mucho antes de que lo hiciese Obama y hemos hecho una mayonesa sin huevos ni aceite.

Todavía hoy cuando alguien dice la palabra "tiburón" inconscientemente y de forma autómatica, como un resorte, contestamos, "no pares, sigue sigue..."

Y pongo la radio, melancólico, vacío por dentro, y escucho la anodina canción de Enrique Iglesias, que no me dice nada. Bajo la ventanilla, y entre lágrimas grito su nombre, !Georgie, Georgie! La vida no tiene sentido sin barbacoas, bimbó ni chiringuitos, ¿dónde se fueron los negros que no podían? y yo... yo no he vuelto a arrimarme a un cachete con cachete ni a un pechito con pechito...

Y así, desamparado, indefenso ante la calina canícula, no pierdo la esperanza de escuchar de pronto una rima fácil y repetida hasta la saciedad que penetre en mi mente y no me deje... y tararearé y tararearé sin miedo a desafinar, y si es en inglés, como aquel "All my loving" que Beatlizaron los Manolos, ya improvisaré yo... y así, con suerte, quizás venga acompañada de una absurda coreografía que podré bailar sin miedo a hacer el ridículo, porque con una canción del verano, todo está permitido, ese es su encanto.

Hasta entonces, sigo huérfano de verano...

jueves, 10 de julio de 2014

De capas largas y anchas alas

"Yo he limpiado Madrid, la he empedrado, he hecho paseos y otras obras... merecería que me hiciesen una estatua, y en lugar de esto me han tratado tan indignamente"
Marqués de Esquilache

Hoy pienso que era marzo de un año tal como 1766, cuando la crisis económica asolaba las calles y la sociedad  empezaba a reclamar a gritos algo tan básico como comida y trabajo.
Enfrente, un Gobierno impotente dejaba todo en manos de un Ministro de Hacienda extranjero para lograr sacar el país adelante. Nuestro valiente ministro ideó un ambicioso plan a medio plazo que, sin embargo, conllevaba medidas controvertidas para la ciudadanía, que veía como los impuestos crecían, los productos de primera necesidad se encarecían y la pobreza aumentaba.
Como consecuencia de la situación, los delitos se incrementaron, los robos y atracos a plena luz del día se hicieron cotidianos y las peleas y rellertas comenzaron a ser frecuentes... así que nuestro Ministro veneciano decide tomar cartas en el asunto y prohibe los sombreros de ala ancha y las capas largas, tratando de persuadir a los malhechores de delinquir bajo el anonimato de dichas prendas y de paso, modernizar a los españoles que seguían usando esas prendas tan desfasadas en el resto de Europa.

Seis años después de haber comenzado su plan de reformas para tratar de modernizar el país y conseguir de Madrid ser la capital más segura y limpia de Occidente, durante los que ningún ciudadano se había quejado, llega aquella normativa sangrante para el españolito de a pie, y así, un Domingo de Ramos, un grupo de personas, muy indignadas y mejor organizadas, ataviadas con las prendas prohibidas empezaron provocando a unos soldados, derivando en el famoso Motín de Esquilache.

Durante tres días y tres noches, se sucedieron saqueos, actos vandálicos alborotos y agresiones que obligan al Rey Carlos III a anunciar que acepta las pretensiones de los amotinados, entre las cuales se incluía la expulsión de España del Ministro, Don Leopoldo de Gregorio, Marqués de Esquilache, y, por supuesto, permitir el uso de la capa y el sombrero de la discordia.

Sin embargo, temeroso de algún incidente más, el Rey opta por trasladarse a Aranjuez, lo que, sin embargo, es entendido por el pueblo como una cobarde huida, agravando la situación que ya parecía en calma y dando lugar a nuevos asaltos y desmanes, incluyendo liberaciones de delincuentes presos. Esta vez, las demandas tienen un tono más grave y serio, yendo más allá de unas simples amenazas. Finalmente el Rey se resigna y cede, y como acto de buena fe, comienza por despachar, ipso facto, a su ministro, Esquilache, que se marcha a tierras italianas. De poco sirvieron sus reformas económicas, los proyectos de higiene, empedrado e iluminación de las calles, la creación del montepío para viudas o la lotería.

Corremos 245 años para adelante, 15 de junio de 2011. Un grupo de indignados y mejor organizados, se parapetan en las puertas del Parlamento Catalán y tratan de impedir su acceso a los propios diputados. Comienzan las protestas con la aparición de los primeros parlamentarios. El ambiente se empieza a calentar, los policías no dan abasto y los acosadores se van viniendo arriba.... insultos, amenazas e incluso agresiones obligan a salir corriendo, literalmente, a algunos diputados. El Presidente Catalán tiene que acceder al Parlamento en helicóptero, como si de una guerra se tratase.

3 años depués, un 7 de julio de 2014, San Fermín, los 19 detenidos por aquellos disturbios son absueltos de todo delito, ya que, en opinión del magistrado ponente "la libertad de expresión y el derecho de reunión y manifestación prevalecen en este caso", ya que "para muchos sectores sociales la reunión y la manifestación es el único medio por el que expresar y difundir sus pensamientos y opiniones"

Sin duda, estos jueces saben de leyes, y por ello seguramente se van al lado genérico y casi metafísico de la norma. Seguramente saben que si acuden a la Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio que es la que regula el derecho de reunión y manifestación, sólo encontrarán que su primer artículo empieza diciendo "el derecho de reunión pacífica y sin armas..." y que su artículo 4.3 continúa disponiendo que "los participantes en reuniones o manifestaciones, que causen un daño a terceros responderán directamente de él". Por tanto, si citasen esta norma no tendrían más remedio que condenar a estos 19 angelitos.

Por eso con muy buen criterio hacen referencia a la Constitución y a uno de sus derechos fundamentales, el derecho a reunirse y el derecho a expresarse, ¡casi nada! Sin embargo, en ese argumento algo también chirría, en primer lugar, porque como parafraseando a Sartre, la libertad de los manifestantes para insultar, amenazar y agredir, termina donde empieza la de los diputados insultados, amenazados y agredidos. Pero sobre todo porque en un Estado democrático y de Derecho, hay otras formas que además son legítimas y legales de expresar y difundir sus pensamientos y opiniones. Por suerte no vivimos en otro tipo de países donde no les queda más remedio que acudir a aquellos extremos, aquí no existe la censura en ningún medio de telecomunicación, internet no está limitado o "capado" por el Gobierno, nadie es detenido por dar su opinión, e incluso existe el sufragio universal, libre, secreto y directo, la mejor herramienta para expresarse.

Si hace casi 250 años un Rey permitió que un motín violento se saliese con la suya, hoy es la Audiencia Nacional la que, en cierta forma legitima unos actos salvajes y violentos. Sin embargo existe una pequeña diferencia, la Monarquía absoluta de entonces y la Monarquía parlamentaria de hoy. Quizás esa pequeña diferencia algunos no la vean y equiparen ambas situaciones extremas, sin embargo, la democracia no es tan pequeña como para ignorarla.

Por cierto, todavía con Esquilache en España, haciendo las maletas,  el Conde de Aranda, que quedó a cargo del gobierno mientras el Rey estaba en Aranjuez, convenció al pueblo de Madrid de cambiar las capas y los sombreros de la discordia por capas cortas y tricornios tal y como pretendía el pobre marqués...

jueves, 3 de julio de 2014

La vida es cambio

"Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar"
Elliot Gould

Hoy pienso que hace ya tiempo que Internet dio un vuelco a la forma de entender el mundo, y fue Steve Jobs el que terminó de ponerlo patas arriba cuando casó a internet con el móvil, de cuyo matrimonio alumbró la aplicación, ese pequeño bebé que hoy todos conocen por App

Seguimos ganándonos el pan con el sudor de nuestra frente, pero en cambio, hoy se puede trabajar, desde una tumbona en la playa, sin más ayuda que tu Ipad. Es cierto que el amor sigue inundando corazones, pero también lo es que hay novios apasionados que sólo se conocen a través del Skype. Los políticos siguen careciendo de la credibilidad que nunca tuvieron, pero ahora se ven obligados a dimitir como consecuencia de imágenes subidas de tono colgadas en facebook. Yo sigo teniendo la típica vecina cotilla, sin embargo, ahora sólo bastan 140 caracteres y un par de minutos para convertir un rumor en una verdad ante notario, y aunque los probadores de las tiendas siguen teniendo su morbo, ya es más fácil comprar una falda con tu Iphone que aguantar la cola de Zara.

 Las cosas son así y no sirve de nada quejarse,  sea cual fuera la vida que llevábamos hace 20 años, tenemos que ser conscientes de que todo ha cambiado. Algún nostálgico reticente puede negarse a usar el Wassup, decisión muy legítima y loable, incluso a riesgo de perderse más de un chiste de Julio Iglesias. Sin embargo, la añoranza por cualquier tiempo pasado que fue mejor no tiene cabida en el mundo profesional y es que no fue otro que Heráclito, hace más de dos mil años el que avisó que "nada es permanente a excepción del cambio".

Somos la "generación instantánea" como  la denomina el escritor Francesc Miralles donde el presente se convierte en pasado en cuestión de segundos y la prensa fue una de las primeras damnificadas, pues con tanta información a tiempo real, un periódico de papel a la hora del mediodía, sólo sirve para rellenar los objetos frágiles cuando toca mudanza.

Ellos son los primeros que se han tenido que adaptarse y reinventar su nueva fisionomía, y aún están en ese camino... Diarios digitales, prensa para tablets, blogs informativos... son varias las ideas, todo antes de quedarse estancado, porque al contrario de lo que afirmaba Alfonso Guerra, el que no se mueve, no sale en la foto.

Igual ha pasado con las tiendas de ropa, las de tecnología, las de electrodomésticos, incluso de muebles, por no hablar de otros profesionales que han tenido que subirse al nuevo tren. Un amigo mío, abogado y valiente, ha innovado creando un blog en el que de forma didáctica trata de explicar caso a caso la intrincada orbe jurídica, al igual que otro amigo mío carpintero, que entre tarima y tarima ha creado una página web que haría las delicias del mismísimo Bill Gates.

Llevo varios días escuchando la polémica suscitada por los taxistas a causa de la competencia, en su opinión, desleal, que les ha surgido con algunas empresas que han aparecido a través de distintas aplicaciones de los móviles.

Sin embargo esto no es nuevo, ya hace 4 años comenzó una controversia con las mototaxis, unas scooter que empezaron a funcionar en Madrid, ofreciendo módicos precios y mayor rapidez en los trayectos.

En seguida surgieron las protestas de los taxistas, que veían como su negocio se veía alterado por unos intrusos invadiendo su terreno. El problema era que al ser vehículos de menos de tres ruedas, el Ayuntamiento no tenía competencia para su regulación ya que estaban exentos de autorización para circular, de acuerdo con el Reglamento de Transporte del Ministerio de Fomento.

Quizás los taxistas se equivocaron de objetivo, y en lugar de tratar de boicotear a los mototaxis, que simplemente realizaban un servicio tan legal como el suyo, deberían haber cargado sus tintas... o sus motores, contra el Ministerio, que es quien regula o desregula y autoriza o desautoriza.

Ahora pasa algo similar, los taxistas tratan de usar la fuerza bruta y acusan a empresas como Uber o BlaBlaCar de cargarse su trabajo y de arruinarles la vida. !Es curioso con qué facilidad empleamos esa expresión!

Pero ¿qué están haciendo esas empresas? ¿cómo funcionan estas Apps? BlaBlaCar funciona a través de su web, donde cada usuario anuncia el trayecto que va a realizar, el número de plazas disponibles y el coste por asiento, compartiendo así los gastos de viaje. Así de simple, es una red social que se encarga de poner en contacto a gente con un mismo interés, y en lugar de hacerlo a través de un corcho en la oficina, como toda la vida, lo hacen a través de una App del móvil. 

Por su parte, Uber es una aplicación financiada por Google, que permite a clientes buscar a conductores particulares disponibles para desplazarles en el trayecto que deseen.

La utilización de ambas Aplicaciones no son ilegales mientras no medie remuneración económica y como es lógico, estos servicios son mucho más baratos que el uso de un taxi.

De nuevo los taxistas se equivocan de objetivo. Estas empresas no hacen nada ilegal, tan sólo utilizan las nuevas tecnologías. En mi opinión, el problema radica en la excesiva regulación existente para los taxis. Claro, que esa excesiva regulación es la que ha garantizado durante muchos años su monopolio en las carreteras, de forma que los ayuntamientos han controlado el número de licencias y los requisitos para ser taxista, limitándolo y por tanto garantizándolo.

Ahora esa misma regulación que antes les beneficiaba se les ha vuelto en su contra, y ellos protestan, tratando de presionar para que todo siga igual, lo cual, no sólo va en contra de los nuevos intrusos que tratan de ganarse la vida, sino del propio interés general, ya que es el ciudadano el que finalmente se ve perjudicado.
 
Quizás sea el momento de realizar una gran reforma del sector, eliminando las tarifas obligatorias (que cada uno ponga el precio que quiera, libre mercado también llamado) que no exista limitación de licencias ( tan sólo los requisitos mínimos para ser taxista) y abrir el mercado al alquiler de coches con conductor (que se diferencia de los taxis en que no se pueden parar por la calle, hay que reservarlo con antelación).

Uno de los mejores jugadores de toda la historia del Hockey, Wayne Gretzky, tenía una máxima, "patinar hacia el lugar a donde va a ir el disco, no hacia el lugar donde ya ha estado". Siempre he creído que esa debe ser la forma de encarar la vida, porque la vida es progreso y el progreso es cambio, y todas son ineludibles e inevitables.

¿Os imagináis que el Estado no hubiese permitido el uso del automóvil porque los dueños de los carruajes denunciaban la competencia desleal de aquéllos por ser más rápidos, cómodos y baratos?

martes, 1 de julio de 2014

Echo de menos "Hoy pienso que"

Hoy pienso que no creo en la suerte ni tampoco en el azar, porque como decía Voltaire, el azar es una palabra vacía de sentido ya que nada puede existir sin la causa.

Pero sí creo en las rachas, porque son inevitables, como en el fútbol, donde un delantero tiene fases y todo lo convierte en gol y otras veces no le entra un balón entre los tres palos ni empujándolo con la mano. 

Yo he tenido una racha extraña. No quiero calificarla de mala, porque no sería justo, pero sí es cierto que una serie de acontecimientos me han sobrevenido y no sé hasta qué punto he sabido lidiar con ellos. Personas que te defraudan, otras que te sorprenden, algunas que quieren despedirse, hechos inesperados, algunas obligaciones que, aún sabiendo que tienes que hacerte cargo de ellas, te sobrepasan...Y ante todo ello tu mente reacciona, se ofusca, se colapsa y se seca.

El mal genio usurpa tu sonrisa, las viejas heridas te saludan, la desidia se adueña de ti y comienzas a encerrarte en tu mundo, ese donde estás tan cómodo pero a la vez tan perdido. 

Es en ese momento cuando las musas no te conocen, quizás se avergüenzan de ti y te abandonan. Y entonces sucede, el blog se alimenta de telarañas y deja de pensar que. 

En momentos así, es cuando uno debe levantarse, abrir las ventanas, mirar el atardecer y respirar aire fresco. 

Para mi ha sido fácil, nada mejor que haya una persona que abra la ventana por ti y de un pescozón te siente delante. De pronto miras el paisaje, y redescubres ese maravilloso paisaje que a veces nos negamos a admirar. Y es que hoy he recibido este mensaje: 

Echo de menos "Hoy pienso que"

"Hoy pienso que... no tengo tiempo para nada. Pero hoy pienso que pienso. Unas nimiedades como unas discusiones, unos suelos, unos bancos me van a hacer perder mis cosas realmente importantes. Salir con mi mujer, darle un beso de bienvenida y de despedida, salir con mis niños para que disfruten y aprendan, correr y aprovechar para pensar y luego escribirlo con mi pluma. 
Quizás pienso abuso del dedo... del que aprieta un aparato que quizá me esté quitando tiempo y pensamiento. ¿Quizás? No, seguro.

Por supuesto que esas nimiedades también son importantes pero son transitorias y seguro que son superadas, porque las cosas que se hacen con honradez y corazón son superadas. Sólo es cuestión de tiempo. 

Así que ya se arreglarán. 

Mientras tanto voy a dilatar mis coronarias con un paseo con mi mujer y mis niños, con mi carrerita y con mi pluma... Hoy pienso que..."

Pues eso, seguiré luchando por lo que creo, porque sé que nunca podré escapar de mi espíritu quijotesco, y estoy seguro que volveré a tener rachas extrañas e incluso malas rachas, pero prometo tratar de abrir la ventana cuando no sienta el aire, respirar hondo y admirar, disfrutar...y pensar, para que mis musas jamás me abandonen y mi pluma nunca se seque, y así, conseguir que nadie extrañe "hoy pienso que", pero por encima de todo, que nadie me diga que me echa de menos... 

PD. Aún así sé que siempre habrá alguien que me abra la ventana... !gracias!