miércoles, 18 de marzo de 2009

¿En qué nos hemos convertido?

Hoy pienso yo, en los padres de Marta del Castillo, y sobran las palabras.

Y yo me pregunto, este sistema judicial existente en España, garante de los derechos y libertades de todos, hasta del más canalla y malévolo ciudadano, ¿es el que imaginábamos hace 30 años?

¿Cómo es posible que dos niñatos, uno aún sin la edad legal para tomarse una cerveza, puedan estar mofándose de la justicia de esa manera? Eso es la justicia, quizás un poco cachondeo, que diría Pedro Pacheco, pero justicia.

Sin embargo, puede que no lo sea tanto el hecho de que ellos no puedan ni tengan los conocimientos legales, jurídicos y procesales para saber que un imputado tiene derecho a mentir, para conocer lo débil que es la justicia con un menor, para advertir que si no aparece el cuerpo, no hay muchas posibilidades de condenar al culpable, es decir, "sin cuerpo, no hay delito", para dominar los entresijos procedimentales sobre cambios de declaraciones, perfectamente preparadas, y fríamente calculadas.

Toda persona tiene derecho a una defensa, pero ¿hasta dónde llega esa defensa? ¿No debería acotarse la tarea del abogado defensor a los límites éticos de la defensa desde la verdad? ¿Cómo puede dormir un abogado cuando lo que hace es traspasar esos límites?

Algo está fallando en este sistema, cuando permitimos que dos niñatos, ejerzan de marionetas, aconsejados por unos (i)letrados con el único objetivo de salir impunes. ¿El fin justifica los medios?

PD. Los periodistas también deberían poner algo de su parte. ¿Por qué hablan siempre del "novio de Marta" para referirse a un chaval que estuvo 2 escasos meses saliendo con una niña de 15 años? Hoy ni siquiera se autodenominan novios aquellos adultos que tienen relaciones más o menos serias durante un tiempo más que prudente...

Éste tipejo no tiene el derecho a llamarse "novio" o "ex-novio" de la buena de Marta. Llamémosle como se merece, pero no le regalemos un honor que nunca tuvo y que nunca tendrá.

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