Pienso yo en Ingrid Betancourt, la política colombo-francesa, que fue rehén de las FARC casi 10 años y que fue liberada el verano pasado.
Parecía que el final, como en los cuentos de Hadas, era feliz, ella, abrazándose a sus hijos, y su marido, mirándola con la baba caída.
Durante los largos años de secuestro, su fiel esposo, el publicista Lecompte, con el rostro de su amada tatuado en el hombro, mantuvo una campaña personal en favor de la puesta en libertad de su esposa con acciones que incluyeron varios vuelos sobre las selvas del este y el sureste del país en las que se creía que ella estaba cautiva.
En los cuentos, se decía eso de "fueron felices y comieron perdices". En las películas, nos ponen el ya españolizado "The End", y nos levantamos del sillón con una tímida sonrisa, pensando que tras todas las desventuras pasadas, ese beso final hará que la felicidad ya no acabe nunca.
Aquí parecía igual. Ingrid volvía con sus hijos y con su marido. La vida les daba una segunda oportunidad. A su casa y ale, a ser felices para siempre.
Sin embargo, ahora se empieza a destapar la intrahistoria.
Ya desde su llegada, Lecompte lamentó que Íngrid no le reconociera esos esfuerzos ni siquiera en el encuentro que tuvo con ella el día en el que fue rescatada y en el que la ex candidata presidencial asumió ante él una actitud fría, presagio de la ruptura, que lo dejó desconcertado.
Eso se sabe ahora, cuando Ingrid ha presentado una demanda de divorcio bajo el alegato de "separación de cuerpos de hecho" por los seis años que ella estuvo en manos de esa guerrilla, según una versión de la revista bogotana Semana.
Y ahora empiezan los trapos sucios. No todo fue nunca tan bonito. Rumores de que ella, en mitad de la selva y en aquellas condiciones infrahumanas, tuvo tiempo y ganas (bueno, tiempo seguro que tuvo...) de tener un affaire con otro rehén. Rumores también de que su beato marido tampoco supo guardarle ausencia...
Así de triste es la vida, lo que parecía una triste historia con final feliz, ha acabado por ser un culebrón más, que seguramente inundará de páginas la prensa rosa...
Me quedo con Titánic, que al menos sé que Leonardo no acabará poniéndole los cuernos a Katie...
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