miércoles, 15 de julio de 2009

Cuando el capricho vence al sentido común

Hoy pienso que todos os acordaréis de Carmen Bousada.

Carmen fue la gaditana que dio a luz hace ahora tres años, tras haberse sometido a un tratamiento de fertilidad en Los Angeles.

Hasta ahí todo normal. Sin embargo, lo extraordinario de la noticia es que Carmen tenía 67años y que lo que hizo, aparte de inconsciente (y quizá inmoral) era, a todas luces, ilegal.

  • Para cumplir su deseo y burlar la ley se fue a Estados Unidos y escondió (si es que no mintió) sobre su edad, ya que allí sólo se permite la fecundación a menores de 55 años.

Desgraciadamente, Carmen, a la edad de 70 años ha fallecido.

La longeva parturienta arguía que siempre había soñado con ser madre, y por eso, por ese sueño, se encaprichó hasta conseguirlo.

Élla decía que viviría muchos años, y ponía de ejemplo a su madre, que murió a la edad de 101 años.

Hoy ese egoista capricho ha dejado huérfanos a estos niños, huérfanos además de padre y madre.

Es cierto, como solía decir ella, que todos podemos morir a cualquier edad, pero está claro, que conforme vas teniendo más edad, juegas más papeletas, cuestión de estadística.

Además, no sólo era una cuestión de morir, se trata de privar a tus hijos de una serie de habilidades, cuidados y de caracterísiticas que una persona de esa edad no puede dar, porque la edad, queramos o no reconocerlo, limita.

Siento su muerte y no pretendo hacer leña del árbol caído, pero si lamento realmente su fallecimiento es por unos niños que ya nacieron con abuela, pero sin padres.


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